Cuando la justicia es lenta para los jueces, algo pasa

La espera más desesperante es siempre la de los tribunales: aumenta la incertidumbre, te desarma, a veces hasta genera indefensión. Por eso empatizo mucho con la jueza del juzgado de instrucción número 19 de Madrid. Ha citado ya cuatro veces a un ciudadano normal, un tal ‘Alberto Quirón’, y no ha conseguido aún que vaya

La justicia siempre fue lenta para nosotros, o sea, los de a pie. Y nos lamentábamos: una justicia lenta es injusta. Aunque era un problema extendido: “La tardanza de la justicia es uno de esos males de los que el hombre solo puede librarse mediante el suicidio”, dice Shakespeare en ‘Hamlet’. 

Esperar durante años, cuando tienes cuentas pendientes con la justicia, es terrible. En general, esperar es un horror, da igual lo que una espere y cuánto dure. Yo, que soy impaciente por naturaleza, pienso en la cantidad de veces al día que espero: a que se haga el café, a que mi perra defeque en la calle (para recogerlo) o a que salga agua tibia del grifo (para enjuagarme los dientes, que los tengo muy sensibles). 

1
2
3