Las cicatrices de la despoblación y el abandono siguen horadando el suelo de Jánovas, el pueblo del Pirineo aragonés expropiado y arrasado por el proyecto de un embalse que nunca llegó a construirse. En una lucha de décadas por retornar a una relativa normalidad, sus vecinos conviven un invierno más con el aislamiento. Las lluvias caídas y las heladas del último semestre se han llevado por delante el único acceso directo para los vehículos, que se ven obligados así a dar un rodeo en el que se invierten 40 minutos. La plataforma sobre el río Ara no se puede cruzar y Jánovas sigue denunciando el “abandono y olvido” por parte de las instituciones mientras reclama ayuda para el levantamiento de un nuevo puente.