Trump prometió en campaña ser un protector de las mujeres “les guste o no”. No habrá guerra de sexos con el trumpismo, se impondrá la vieja y conocida dominación masculina de apariencia protectora y hasta liberadora, en el que las decisiones las tomarán ellos y el poder estará en manos de ellos
Bianca Censori es una australiana de veintinueve años con un máster en arquitectura dueña de una cara y un cuerpo preciosos que, además, está casada con Kanye West, actualmente Ye: rapero, diseñador, empresario, ex de Kim Kardashian, trumpista, admirador declarado de Hitler. Desde su boda en 2022, Censori apenas es vista en público sola y apenas es vista en público con ropa. Su última aparición en los Grammy, desnudándose bajo la atenta mirada de Ye, no despertaba ninguno de los sentimientos más comunes que se experimentan normalmente cuando otra persona se quita la ropa: excitación, escándalo, diversión, moralismo. Ella parecía más un objeto al servicio de la promoción de su marido que un sujeto, una sensación que se intensifica porque ella nunca suelta una palabra, ni hace un gesto de más (solo los que le indica su pareja) ni expresa ninguna emoción.
Melania Trump saltó a la fama en los años 90, cuando empezó a salir con el actual presidente de EE UU: ella era modelo y tenía 28 años, él, 52. Con sus ojos rasgados, sus pómulos increíbles, sus outfit de espía soviética y su renuencia a hablar de asuntos personales (ni de cualquier otro asunto) y a mostrar sentimientos, siempre ha sido un enigma para los americanos que ya la tienen por segunda vez de primera dama. En la segunda toma de posesión de su marido llevaba un sombrero a tipo canotier elaborada por la firma independiente Eric Javits, que escondía sus ojos, lo que dio lugar a todo tipo de memes y explicaciones semióticas. Su personalidad silenciosa y casi vacía contrasta con la inagotable fanfarronería y exposición mediática de su marido.