El Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía investiga los primeros restos de fauna africana del Pleistoceno hallados en Europa
De animales prehistóricos a la ruta del aceite: arqueólogos buscan en las playas de Cádiz los restos de las civilizaciones pasadas
Miguel Cano bajó aquel día a la playa. Hay un lugar en Tarifa, en el camino hacia la Isla de las Palomas en este municipio gaditano, donde uno puede ver mezclarse el océano Atlántico con el mar Mediterráneo. Y, en ese lugar, sobre una roca destapada por la bajamar, Miguel observó sorprendido las hendiduras de la piedra. Creyó que acababa de descubrir huellas de dinosaurios. Llamó al Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (CAS) y sus investigadoras han podido determinar que, efectivamente, aquello eran huellas. Pero no de dinosaurios. Eran jirafas, elefantes, ciervos, toros… Es la primera vez que en Europa aparecen vestigios de vertebrados del Pleistoceno inferior. Animales que veraneaban aquí hace más de 700.000 años.
Lo que Miguel Cano propició con su hallazgo casual, generó meses de investigaciones que han terminado plasmadas en un artículo en la revista científica ‘Journal of Palaeography’ (Early Pleistocene vertebrate tracks impressed on Oligocene beds from the southernmost Iberian Peninsula: Palaeogeographic implications – ScienceDirect), que le ha dado entidad internacional a este trabajo en el que, además del CAS, también han trabajado expertos de la Universidad de Huelva, Cantabria, Tübingen (Alemania), la Estación de CSIC en Doñana y el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
El artículo concluye que se ha podido constatar la existencia de un yacimiento pleistocénico de huellas de grandes mamíferos, cuya datación ronda los 778.000 años, una época de la que no se tenía apenas constancia de que existiera vida terrestre en este lugar. “Había vestigios de hace millones de años y de mucho más reciente, pero no de esta etapa”, explica, ilusionada, la investigadora del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico y experta en Paleontología, Eloísa Bernáldez. Este yacimiento es el único, hasta el presente, con huellas de este grupo zoológico en Europa continental. Es el primer registro que existe sobre una zona de tránsito en la Península Ibérica, con huellas en ambos sentidos de la dirección suroeste-noreste. Y es, según estos datos, el tercer ejemplo de este tipo de afloramiento del área mediterránea (dos en Italia) y el más meridional hallado en la Europa continental.
Lo que se han encontrado exactamente son 635 huellas de animales pertenecientes al Pleistoceno temprano. Hay huellas de artiodáctilos, es decir, mamíferos ungulados cuyas extremidades terminan en un número par de dedos. Ahí, por ejemplo, se identifican tipos de ciervos, uros (grandes bovinos) y jirafas. También hay proboscídeos, es decir, grandes animales como elefantes, mastodontes o mamuts. ¿Qué hacían estos animales en Tarifa? ¿Cómo llegaron desde África hasta ahí? “Hay que tener en cuenta que en aquella época el Estrecho que conocemos ahora sería diferente, pero es cierto que los grandes animales podían nadar. Así que esta pudo ser una vía de entrada. También hay parte de esa fauna que entró por Asia y alcanzó Europa por vía terrestre”, ha detallado Eloísa Bernáldez.
Zona de la investigación en Tarifa
Es un hallazgo muy valioso para Bernáldez, quien es la responsable del Laboratorio de Paleontología y Paleobiología del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. “Lo nuestro es un agujero negro”, admite entre risas. “Nunca aparece nada, y eso que estamos en la región más rica de España de dinosaurios, ballenas o medusas con miles o millones de años. Pero es difícil que algo salga adelante, porque lo humano siempre llama más”. El profesor de la Universidad de Huelva Eduardo Mayoral ha sido el encargado de dirigir al grupo de expertos, puesto que su especialidad es, precisamente, toda esta época más antigua. A su cargo, y firmando el artículo científico, han estado Antonio Rodríguez Ramírez y Juan Antonio Morales (Universidad de Huelva), Jérémy Duveau (Universidad de Tübingen), Ricardo Díaz-Delgado (Estación Biológica de Doñana, CSIC), Eloísa Bernáldez-Sánchez, Esteban García-Viñas, Mili Jiménez Melero y Milagros Alzaga (IAPH), Ana Santos (Universidad de Oviedo) e Ignacio Díaz-Martínez (Universidad de Cantabria).
Y todo ha sido posible gracias al hallazgo casual de Miguel Cano y a que el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía se encuentra inmerso en el proyecto ‘Vestigium’, financiado con fondos europeos, que lleva varios meses investigando todo el espacio intermareal entre Cádiz y Tarifa. “Es un proyecto que quiere conocer el pasado de la costa andaluza para divulgarlo y que sirva de motor económico y de participación social”, asegura la directora de este centro, Milagros Alzaga.
Por eso, la siguiente parte del proyecto, tras su divulgación científica, es difundir lo que se ha descubierto. De ahí que la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, visitara esta semana el Balneario de la Palma, sede del Centro de Arqueología Subacuática, para dar realce institucional al hallazgo. “Es un orgullo todo lo que están consiguiendo desde aquí”, defendió, tras enumerar las 40 publicaciones logradas en un año o el reciente hito internacional de haber sacado del mar un pecio el año pasado para su investigación. El siguiente paso es proteger y conservar esas más de 600 huellas, vestigios del pasado, en un lugar habitual para el buceo y el baño en un municipio tan turístico como Tarifa. Y otro reto también será señalizar y comunicar su importancia. Para que nadie olvide que hasta este punto del sur de Europa llegaron jirafas, elefantes y otros animales para pasear en busca de alimento y agua.
Huellas que se han encontrado en la zona de Tarifa
Pero estas huellas dan para mucho más. Entre otras cosas, porque no son las únicas encontradas. También han aparecido en Camposoto, en San Fernando. “Las estamos datando e investigando”, ha revelado la directora del CAS, Milagros Alzaga. Y el proyecto Vestigium incluye también prospecciones y la investigación de un barco hundido de época romana en la playa de La Caleta de Cádiz.
En la presentación de las huellas prehistóricas de Tarifa volaron muchas preguntas sobre cómo eran, qué hacían y por qué jirafas y elefantes eligieron esta zona para veranear. Pero Eloísa Bernáldez, acostumbrada a moverse en ese agujero negro que es la Paleontología, se apresuró a responder con rotunda seguridad. “Esto es único porque no existían registro de este tipo de animales de esta época. Es único por la antigüedad, por las huellas y su frecuencia. Pero los científicos no aseguramos lo que no podemos asegurar. Solo así seremos siempre fiables”. Así que estas huellas, de por sí importantes, abren más preguntas que respuestas aportan. Bernáldez pide paciencia y, claro, financiación. “Todo esto requiere de tiempo y de fondos. Los científicos somos así. Tardamos mucho en estudiar algo. Pero lo que digamos al final, perdurará”.