De vuelta a Múnich

La vergüenza europea en los Acuerdos de Múnich fue querer esconderse detrás de la espalda de una Checoslovaquia desmembrada a sus espaldas, ni siquiera estaban presentes en la conferencia en la que se decidió su futuro. La vergüenza europea ahora es que ni siquiera se cuenta con nosotros para decidir algo que forma parte de nuestro futuro

La convicción de que se puede lograr la seguridad entregando a un pequeño país a los lobos, es un error

Winston Churchill

Winston Churchill

Un tipo que gobierna en el otro lado del Atlántico, destrozando los checks and balances de su democracia, ha levantado el teléfono y ha hablado durante hora y media con otro tipo que maneja uno de los regímenes mas conservadores, irredentistas y autoritarios que existen actualmente; uno que había roto antes que él los límites autoimpuestos por los países tras la II Guerra Mundial para evitar catástrofes similares.

Ambos han decidido que lo de Ucrania se va a acabar. Lo han decidido sin Ucrania, la invadida, la expoliada, a la que han tenido a bien llamar por teléfono más tarde para darle las habas contadas. Lo han decidido meándose en la Unión Europea, en los países limítrofes, con los que no sólo no han contado sino con los que no piensan ni hablar. Después han quedado en Múnich para tratar el tema con Zelensky y no quiero ni puedo pensar que la elección de la ciudad en la que encontrarse sea casual. 

Ochenta y siete años después todo rima. Entonces, para vergüenza del mundo, unos líderes decidieron que era buena idea echarle a la bestia un trozo de un país soberano para calmar su ansia y lograr mantener la paz en el resto de Europa. Pero a la bestia no le bastaron los Sudetes, la bestia continuó después ingiriendo y devorando toda la Europa que se le puso delante. ¿A quién se le ocurre que es buena idea cualquier acuerdo de paz que pase por que Putin se quede con el terreno que ha ocupado y para que salga más contento se le prohíba a Ucrania entrar en la OTAN, aunque sea a cambio de ayudar en una reconstrucción que además rentabilizarían empresas americanas? ¿Es que el pueblo ucraniano, liderado por Zelensky, ha luchado y ha soportado el dolor y la destrucción para conseguir a cambio que los americanos les ayuden a levantar lo demolido? No, luchaban por la integridad de su país y por el derecho a que las fronteras fijadas sean respetadas y no violadas de forma violenta por un invasor. Ese era el orden mundial que nos habíamos dado. No se expanden los países, no se invade al vecino, no se coacciona con la fuerza. 

Y lo hacen sin que les importe una higa la opinión europea. Como si esa invasión no hubiera sucedido en Europa. Como si otros países europeos como los bálticos, Finlandia, Polonia o Escandinavia no temieran que el irredentismo de uno de los tipos no pueda amenazar sus propias fronteras. Como si el primer tipo no hubiera amenazado a otro país europeo, Dinamarca, con variar también su territorio anexionándose Groenlandia por la pasta o por la fuerza. 

Es preciso que seamos conscientes de a qué tipo de mundo estamos regresando. Un mundo con tres potencias expansionistas, plenas de oligarcas o tecno oligarcas a los que ya no se les pone nada por delante, dispuestos a ponerse el orden mundial surgido tras la IIGM. Recordemos que es ese orden mundial el que inaugura la Europa de los estados del bienestar, la que promociona los derechos humanos y la democracia y la que establece el sistema económico salido de Bretton Woods, la ONU como árbitro mundial y la OTAN para la defensa colectiva de Norteamérica y Europa. Sin todo eso, nada es seguro. Ni siquiera que Estados Unidos sea nuestro aliado y, desde luego, Putin tampoco lo es. Ahora han hecho buenas migas entre ellos y se van a girar visitas de estado el uno al otro. ¿Es eso bueno para Europa? Va a ser que no. 

Ojo también con los enemigos internos de Europa, que parece que no nos bastan las amenazas externas. Son esos que ya pretendían que Ucrania se arrodillara sumisa ante Putin y entregara sin molestar gran parte de su territorio, tras haber sido injustamente invadidos en flagrante violación del derecho internacional, y que ahora se quejan de que se vaya a aceptar porque lo mande el americano cuando se podía haber hecho antes. La traición a los principios y la aceptación de la ley del más fuerte siempre puede hacerse antes; entregar lo que te piden los matones, siempre se puede hacer antes, pero no es digno ni de la nación que lo haga ni de quiénes pretendan que con ese desgarro van a conjurar los futuros problemas. 

Vuelta a Múnich. Vuelta a una Europa sin peso y que corre el riesgo de desgajarse en bloques de intereses diversos de nuevo. Porque Italia y España, digan lo que digan, no comparten el lógico temor de sus vecinos del norte, pero los fineses tiene a miles de jóvenes haciendo su servicio militar y patrullando la inmensa, boscosa y perfectamente violable frontera que mantienen con la bestia y los bálticos acaban de desconectarse de cualquier entrada de energía rusa. Les van a decir que rompiendo Ucrania, asegurándoles Crimea y dejando que se queden el Donbás quedarán contentos y ya no habrá nada que temer. Ese fue el primer error, dejar que se quedaran Crimea. Esto de ahora es la continuación y habrá más. 

La vergüenza europea en los Acuerdos de Múnich fue querer esconderse detrás de la espalda de una Checoslovaquia desmembrada a sus espaldas, ni siquiera estaban presentes en la conferencia en la que se decidió su futuro. La vergüenza europea ahora es que ni siquiera se cuenta con nosotros para decidir algo que forma parte de nuestro futuro. Todo está mutando a una velocidad pasmosa y nosotros mientras seguimos papando moscas. España, en particular, tiene una peculiar tendencia a quedarse en los márgenes de la historia con las consecuencias de todos conocidas.

Van de vuelta a Múnich a darle a Zelensky las habas contadas. Primero han sido ellos. Después, ya veremos que pasa después.