La fiscal se apoya en la ley del ‘solo sí es sí’ y carga contra el estereotipo de la ‘víctima ideal’ para blindar su acusación a Rubiales

Marta Durántez defiende que hay prueba de cargo suficiente para una sentencia condenatoria contra Rubiales y los otros tres acusados y afirma que se movilizaron para defender “su chiringuito” ante el escándalo del beso no consentido

Rubiales dice al juez que está “totalmente seguro” de que Jenni Hermoso le dio su consentimiento

“No hubo pregunta, no hubo respuesta. El beso fue sorpresivo, inesperado, sin posibilidad de reacción”. La teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, defendió este miércoles ante el juez que Luis Rubiales debe ser condenado por el beso que impuso en la boca a la futbolista Jenni Hermoso tras la final del Mundial y por la supuesta trama que urdió después en el seno de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para tratar de acallar la polémica. En un extenso alegato final, la fiscal se apoyó en la ley del ‘solo sí es sí’, que determina que el consentimiento debe ser explícito y libre; y cargó contra el estereotipo de la ‘víctima ideal’ y los procesos de revictimización que sufren quienes se enfrentan a un procedimiento de este tipo.

“Aunque me produce rechazo (…), le he tenido que preguntar por qué se reía en el vestuario, por qué bebía champán, por qué comía. ¿Hasta cuándo vamos a estar exigiendo a la víctima de una agresión sexual un comportamiento heroico? ¿Acaso no tenía derecho a celebrar un triunfo deportivo de tal entidad? (…) ¿Le podemos exigir que se vaya a un rincón a llorar? ¿Que monte un espectáculo?. La ley ha cambiado, pero hay mucho por mejorar”, clamó la fiscal en los primeros minutos de su alegato, en el que defendió que hay prueba de cargo suficiente para una sentencia condenatoria contra Rubiales y los otros tres acusados: el exseleccionador Jorge Vilda, el ex director deportivo de la selección masculina y exfutbolista, Albert Luque, y el exresponsable de marketing de la Federación, Rubén Rivera.

Durante dos horas de exposición, la fiscal desgranó los hechos ocurridos desde aquel 20 de agosto de 2023 y hasta que Rubiales fue destituido por la FIFA y cesaron las supuestas coacciones que atribuye a los cuatro acusados en un ambiente donde según dijo reinaba la “omertá”, el código de silencio de la mafia. Durantez afirmó que el beso fue un acto “no consentido” que atentó contra la “libertad sexual” de la deportista. Destacó, para ello, la “coherencia total” del relato de Jenni Hermoso, que en su interrogatorio dejó claro que no había sido consentido y, sin aludir expresamente, apuntó al abuso de poder. “Sabía que me estaba besando mi jefe y eso no debe ocurrir en un entorno laboral (…). Me sentí poco respetada. Mancharon uno de los días más felices de mi vida”, dijo la jugadora en la primera sesión del juicio.

“Fue rotunda, clara, ni tan siquiera dramatizó la situación”, mantuvo la fiscal, quien subrayó, además, que el relato de la jugadora fue corroborado por otros testigos. Hizo hincapié en el hecho de que tanto su hermano, como dos jugadoras afirmaran en sus declaraciones que, ya en el césped y tras recoger las medallas, Jenni Hermoso les contó lo que había pasado.

“No parece congruente que si el acto fue consentido, si no le importó (…) necesitara transmitir esa información a su hermano y a dos jugadoras. Eso muestra la sorpresa y el estado de shock en el que se encontraba por la situación vivida”, dijo Durántez, que aseguró que en las horas posteriores su actitud pasó a ser cada vez de “mayor decaimiento” e incluso de “tristeza y llanto” durante el vuelo que trajo de vuelta al equipo a España, tal y como confirmaron varias jugadoras y el exresponsable de fútbol femenino Rafael del Amo.

En contraposición, desdeñó los “elementos de descargo” respecto a la agresión. “¿Qué elementos hay? ¿Que celebrase? Celebró poco y a la manera que hemos visto”, subrayó. Y aludió también a la entrevista que la jugadora ofreció a la Cope, donde dijo que el beso fue inesperado y que no le había gustado, pero que se iba a quedar en una anécdota; y a las intervenciones de su hermano en dos programas quitándole hierro al asunto. “Lo hizo por protegerla, para que el foco mediático no estuviera en ella”, afirmó dando credibilidad al familiar, que admitió en el juicio que había mentido a los periodistas para proteger a su hermana. “Mentir a la prensa no es delito”, remachó Durántez. 

La fiscal también trató desacreditar el informe pericial con el que Rubiales busca corroborar que sí pidió permiso a la jugadora —“¿te puedo dar un besito?”— antes de consumar la presunta agresión sexual. Durántez puso de relieve que el propio perito reconoció en su declaración que no tenía ninguna certificación específica, que su cualificación viene dada porque es una persona sordomuda de nacimiento y que apenas tiene experiencia profesional en este ámbito. “Es una pericia completamente manipulada, hecha ad hoc y para otro procedimiento”, dijo. 

A su juicio, la actuación de Rubiales “encaja como un guante” en el artículo 178.1 de la ley del ‘solo sí es sí’, que contempla que el consentimiento siempre debe ser explícito. También defendió que la jurisprudencia que existe al respecto pone de manifiesto que lo que allí ocurrió fue una agresión sexual. La defensa de Rubiales ha dejado entrever por sus intervenciones en el juicio que intentará jugar la baza de que él es una persona muy cariñosa —“me comía a besos a un montón de futbolistas” — y que no hubo ánimo sexual en el beso que impuso a la jugadora —“¡Por dios, jamás”—. 

Pero la fiscal insistió en que hay abundante doctrina que determina que el consentimiento debe “renovarse” en cada acto y que lo que realmente cuenta es cómo lo vivió la víctima. Y que hace tiempo que la jurisprudencia no exige que exista el llamado “ánimo libidinoso”. “No sabemos el ánimo que tenía, pero tampoco nos interesa. Para el dolo de la conducta no es necesario conocer la intención. Hay jurisprudencia que lo avala y desde hace mucho”. 

“Salvar a su jefe”

Respecto a las coacciones, Durántez definió a Hermoso como “una simple jugadora” enfrentada a un presidente que “mandaba todo”. Mantuvo que los otros tres acusados presionaron a la jugadora y a su entorno para que saliera a minimizar los hechos movidos por el interés de “salvar a su jefe” y por pura supervivencia. Pues, si Rubiales caía, ellos “iban detrás”. “Ninguno de los acusados forman parte actualmente de la Federación. Y el detonante fueron estos hechos”, sostuvo la representante del Ministerio Público.

La fiscal también puso de manifiesto que nadie de la Federación se interesó por la jugadora porque lo único que les preocupaba era “su chiringuito”. Aludió a cuatro escenarios donde habrían tenido lugar las coacciones para que saliera públicamente a restar importancia al beso: en el vestuario, justo después de la final; en el autobús que llevó al equipo al aeropuerto; en el avión que trajo a la expedición de vuelta a España; en Ibiza, donde varias futbolistas disfrutaron de un viaje organizado por la Federación y el Consell; y cuando la seleccionadora Montse Tomé decidió no convocar a Hermoso para la primera cita tras el mundial en el que había sido una de las mejores jugadoras. 

Para tratar de acreditar esas presiones, la fiscal hizo el relato de una institución absolutamente plegada a su presidente y volcada en librarlo de un escándalo de dimensión internacional. E incluso aludió a la actitud que algunos de sus antiguos directivos mantuvieron en el juicio cuando les tocó declarar como testigos. “Si ante un tribunal han sido unos maleducados, unos chulos… qué no sería en la Federación”, deslizó la fiscal. Este jueves harán su informe el resto de acusaciones. Y, si el horario lo permite, las defensas de los acusados también harán su alegato final.