González Pons ningunea al presidente del PP valenciano en la Unión Europea; la relación con el ayuntamiento y el PP de València está rota y muy tensionada con Luis Barcala, mientras empieza el malestar en Castelló ciudad por el trato a Salomé Pradas y Francisco Camps amenaza con montar un gran acto en Alicante tras una comida con críticos de Mazón
Cuando hay poder que repartir, el PP valenciano funciona como un verdadero ejército. De arriba abajo y de conservadores a democristianos. Las familias, tribus y sociedades anónimas representadas en la formación mantienen prietas sus filas y aplauden a rabiar a sus líderes. En esa tesitura, el presidente del PPCV, Carlos Mazón, se las prometía muy felices después del pasado verano, cuando gozaba de una popularidad creciente pese a la salida de Vox del Gobierno y habiendo sido el partido más votado en las últimas cuatro elecciones. Hasta que le pasó una DANA por encima.
El 29 de octubre de 2024 cambió para siempre la carrera política de Carlos Mazón, pero también del PPCV. Al presidente de los populares valencianos, que fue quien comió en El Ventorro el día de la DANA, le crecen día a día los enanos internos. La gestión de la catástrofe y su encierro posterior con sus cuatro hombres más fieles no han hecho más que incrementar la desconfianza entre los políticos más influyentes y con más control orgánico de los conservadores. Tanto, que el president popular ha tenido que suspender el congreso popular autonómico que lo iba reforzar en la presidencia del partido el próximo mes de junio.