La presidenta de la Comisión Europea se reúne con el enviado de EEUU para Ucrania al mismo tiempo que las negociaciones de Washington y Moscú han comenzado sin Kiev ni la UE
Europa encara dividida la nueva relación con Trump
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha recordado que cualquier acuerdo con Vladímir Putin debe conllevar garantías de seguridad para Ucrania en el futuro. Ese ha sido uno de los mensajes que la alemana ha transmitido al enviado para Ucrania de Donald Trump, el general Keith Kellogg, con quien se ha reunido en Bruselas este martes al mismo tiempo que los equipos de Trump y Putin ha comenzado a negociar en Arabia Saudí sin Kiev ni la UE.
“Cualquier resolución debe respetar la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania, respaldada por sólidas garantías de seguridad. También expresó la voluntad de la UE de trabajar junto a Estados Unidos para poner fin al derramamiento de sangre y ayudar a garantizar la paz justa y duradera que Ucrania y su pueblo merecen por derecho”, señala el comunicado de la Comisión Europea, que evita en todo momento cuestionar la actuación de Washington, a pesar del enorme malestar que supone tanto en la mayoría de capitales europeas como en Kiev que la negociación esté siendo bilateral.
Lo que sí hace la nota es recordar que la contribución de la UE a Ucrania ha sido igual o mayor a la de EEUU en estos tres años ante la marginación de Washington en las conversaciones. Así, Von der Leyen recuerda que el compromiso europeo alcanza los 135.000 millones de euros y precisa que supone una ayuda superior a la de “cualquier otro aliado”. “Esto incluye 52.000 millones de dólares en ayuda militar, igualando las contribuciones de Estados Unidos”, apostilla la nota.
Von der Leyen también ha expuesto “los planes europeos de aumentar la producción y el gasto en defensa, reforzando las capacidades militares tanto europeas como ucranianas” y ha ofrecido “hacer aún más”. Los 27 se han comprometido a aumentar el gasto mililitar, que es una exigencia, además, de Trump, que ha amenazado con abandonar al Viejo Continente, que siempre ha dependido del otro lado del Atlántico para su seguridad.
Esa situación, junto con el inicio bilateral de las negociaciones entre Trump y Putin, han desatado las alarmas en la UE. El lunes se reunieron en París los presidentes de los principales países, entre ellos Alemania, Francia, Italia, España, Polonia, Dinamarca, Holanda, así como los presidentes de las instituciones europeas, el primer ministro británico, Keir Starmer, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, para abordar el asunto. No salieron grandes conclusiones de la cita.
Ni siquiera se pusieron de acuerdo en nutrir una hipotética misión de paz cuando termine la guerra para garantizar la seguridad en la frontera entre Ucrania y Rusia. Esa fue una propuesta del francés Emmanuel Macron, que a priori descartan Pedro Sánchez y el polaco, Donald Tusk, mientras que Reino Unido se ha ofrecido a aportar soldados y Bélgica, Suecia y Holanda también han abierto la puerta. La decisión ha quedado en suspenso, no obstante, con el argumento de que es el “momento erróneo, como dijo el canciller alemán, Olaf Scholz, dado que no ha terminado siquiera la guerra.
En lo que hay consenso es en la necesidad de aumentar el gasto en defensa para garantizar la seguridad del continente en un contexto geopolítico complicado. Pero tampoco hay una hoja de ruta común. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha planteado dar aún más flexibilización a la disciplina fiscal para el gasto en defensa, es decir, que esas partidas no computen a la hora de contabilizar el déficit y la deuda de los países, que tienen que estar entre el 3% y el 60% del PIB, respectivamente, para que no haya represalias del club comunitario.
Ese plan, que aún se tiene que concretar -ya se ha puesto en marcha en el caso de Polonia pero se puede activar la cláusula de escape nacional para quitar el tope a la deuda y el déficit-, genera cierto consenso en la UE. Pero hay países que lo ven insuficiente, como es el caso del Gobierno de Sánchez. “Al igual que pasó con la COVID-19, se flexibilizaron las reglas fiscales, pero se tuvieron que poner en marcha una serie de mecanismos mancomunados para hacer frente a la emergencia”, dijo el presidente.
A lo que se refiere es a la posibilidad de emitir deuda conjunta para financiar esos gastos, que son ingentes para alcanzar el 2% del PIB en el caso de España y aún mayores en un momento en el que los aliados sostienen que ese objetivo se ha quedado corto y apuntan a una mayor ambición de cara a la cumbre de la OTAN de junio. También a la financiación por parte de entidades europeas, como el Banco Europeo de Inversiones que preside Nadia Calviño.
Pero la emisión de deuda conjunta ya cuenta con el rechazo preventivo de países como Alemania o los frugales. “No creo que más deuda pública sea el camino a seguir. Necesitamos defensa y una economía fuerte, pero más deuda no lo es”, respondió el ministro de finanzas holandés, Eelco Heinen, ante de reunirse con sus homólogos de la eurozona el lunes. “Todos los estados miembros están buscando espacio fiscal. Para gastar en defensa, tienes que hacer elecciones en el presupuesto. Sé que es difícil, pero se tiene que hacer porque el dinero no es gratis. Lo que gastamos en una cosa no lo podemos gastar en otra”, agregó.