Los españoles merecemos varias cosas: que se establezca de forma clara nuestra posición en este momento de zozobra, que elijamos la opción correcta, que de ninguna manera es de seguidismo de los populistas autoritarios ni de abandono de la doctrina legal internacional vigente
Esta horrible capitulación consentida por el chantaje de la violencia y por los jefes sin coraje y sin fe de las democracias occidentales
Lo que se avecina no es cuestión de relato, nos jugamos las habichuelas de la libertad y la democracia en un continente que es el nuestro. La historia rima, que dijo Twain. Por eso cualquier intento de utilizarlo para el rifirrafe interno o de analizarlo con perspectiva táctica interna o de plantarse en posiciones geopolíticas desfasadas no solo puede volverse contra la formación que lo haga sino contra el país a la larga.
Trump escenifica el abandono de Estados Unidos a Europa, cosa que aparte de la izquierda le parecerá estupendo, y la entrega del área a su propia gestión y a la influencia rusa que pretende mantenerla al menos sobre los antiguos territorios del área de influencia soviética. Trump y Putin consagran de nuevo la fuerza y la coacción como base de las relaciones internacionales rompiendo deliberadamente el orden mundial surgido tras la II Guerra Mundial e incluso tras la caída del muro. “Estoy muy decepcionado -le dijo Trump a Zelenski- debería haber puesto fin a esto hace tres años. No debería haberlo comenzado nunca”. La víctima débil deviene culpable. Ucrania, al parecer, invadió Rusia o algo por el estilo. Ni los tratados ni el respeto a las fronteras le sirve. Tienen la fuerza y cogen lo que quieren: sobre todo las materias primas estén en Ucrania, en Groenlandia o donde toque. Ante este envite, Europa está sola.
Volvamos a casa. Somos europeos. Le habremos dado la espalda a la historia durante casi todo el siglo XX -con las consecuencias conocidas- pero somos Europa y ahora estamos implicados y aliados con Europa tanto política como militarmente. Va a resultar que dos simplismos muy arraigados en parte de nuestra clase política ya no sirven: el antiimperialismo americano no resuelve nada, precisamente el imperio pasa de nosotros; las simpatías por el déspota ruso, tampoco, porque es nuestra principal amenaza; el pacifismo y el antimilitarismo simple no tiene sentido, cuando el mundo está virando de nuevo hacia el imperio del hard power; el mantenimiento de la democracia y de la libertad de forma automática y sobreentendida, ya no va a servir por sí mismo. Hay que repensarlo todo y eso compete también a los partidos políticos, algunos de los cuales están obligados a clarificar su postura.
Ahora mismo solo Vox y Podemos se han mostrado contrarios a cualquier intento europeo de tomar las riendas de su futuro, incluso mediante el reforzamiento de la seguridad conjunta y la interposición en Ucrania. Vox cabalga a lomos de Trump. Podemos nunca ha ocultado sus simpatías por Rusia. Ninguno de los dos imperialistas son nuestros amigos ahora mismo. Sumar ha empezado un ligero viraje ante la evidencia y para no partir al gobierno, señalando que estarían dispuestos al incremento del presupuesto de defensa “si no es belicista” y los de ERC se muestran cautos porque la circunstancia lo merece. Bildu se opone frontalmente, porque ya saben que son herederos del pacifismo y de no apoyar jamás el uso de la fuerza para conseguir objetivos políticos. De manera que solo el PSOE y el PP están en condiciones, alineándose con los aliados europeos, de manifestar abiertamente su disposición a colaborar con el resto de países para lograr que Europa siga teniendo cierto peso geopolítico en el nuevo orden y para evitar que dos matones se repartan nuestro futuro sin preguntarnos. Si trasladan esto al orden interno, verán que el lío es morrocotudo.
Sánchez se tuvo que poner casi del lado de Meloni en el petit comité, porque sabe de la reticencia interna a la participación en las tropas que Francia y Gran Bretaña están dispuestas a destinar a Ucrania. Sin esa presión es más que probable que su postura hubiera sido más nítida. Y es que está en juego todo el sistema de equilibrios interno según avancen las demandas o los compromisos europeos. Va a ser un problema añadido a la legislatura. Según avancen las decisiones europeas y España se vaya alineando con quien debe, que no es Meloni (pro Trump como Vox) ni Orbán (pro Putin como Podemos) irán siendo necesarias decisiones que van a friccionar en parte con Sumar y, sobre todo, con Bildu. El PNV no se ha pronunciado, pero estará en el lado sensato, que es el europeísta, y es probable que Junts también. Aun así Bildu, Sumar, Podemos y ERC pueden romperle la baraja.
A veces te cuidas mucho de lo interno y te desbarata el jeroglífico lo externo.
Es muy probable que el único socialdemócrata potente, Scholz, pierda la cancillería este mismo mes, en cuyo caso la postura de Sánchez debería defenderse aún más en solitario. Es impensable que España vire y se alinee con las posiciones de Putin o Trump ¿o no? De facto el giro de abandono del Sahara Occidental y de las directivas de la ONU en ese punto se hizo de forma sorpresiva y totalmente personalista, sin recabar la opinión de los socios de gobierno y, por supuesto, sin preguntar a la oposición. Todo para adoptar la postura norteamericana.
¿Cabe un abandono de la postura europeísta común por parte del actual gobierno? Considero que no, creo que no, espero que no, deseo que no. Si esa postura no puede ser variada, Sánchez contará con la oposición firme de al menos dos aliados: Podemos y Bildu y, si esta se traduce en un enfrentamiento o un alejamiento general, llegarán problemas.
Los españoles merecemos varias cosas: que se establezca de forma clara nuestra posición en este momento de zozobra, que elijamos la opción correcta, que de ninguna manera es de seguidismo de los populistas autoritarios ni de abandono de la doctrina legal internacional vigente, que pensemos en el futuro y que se busquen las alianzas mayoritarias existentes en el Congreso para respaldarla. Eso a Sánchez le dará problemas. Eso a Feijóo le exigirá cambiar el tipo de oposición. Esto lo tendrán que pactar.
Lo dijo Borrell: “Europa está en peligro” y le saltaron al cuello cuando llevaba razón.
No es tiempo para relatos sino para realidades y no es tiempo para jueguecitos de niñatos sino para cumplir la que mayoritariamente es la voluntad del pueblo expresada en el parlamento mediante el voto a los partidos mayoritarios. Siete votos, ni ocho ni cinco, pueden ponernos del lado incorrecto para el futuro.
Aunque le traiga problemas a Sánchez, porque la historia sí que juzga estas cosas y no entiende de relatos.