Bibiano, el soldador sindicalista que fue cantautor, “padre” de la Movida Viguesa y trajo a Galicia a Madonna o Lou Reed

Se publica la intensa biografía de este músico y promotor musical, que fue cantautor en Voces Ceibes, explorador de nuevas vías musicales, figura clave de la Movida viguesa con la sala Kremlin o promotor pionero de macroconciertos hasta que lo arruinó la crisis inmobiliaria

Los diez mejores discos de la Movida gallega y aledaños que (casi) nadie escuchó

En 1976, en el Pabellón de A Coruña, miles de personas claman en un concierto solidario por la libertad del líder comunista Santiago Álvarez, encarcelado en plena Transición. Allí, los cantautores Benedicto y Bibiano, cierran el concierto con “O Can”, uno de los himnos prohibidos de los últimos años del franquismo, que el público corea enfervorizado. Una alegoría antifranquista sobre un perro viejo desdentado, que dice en el estribillo “abaixo a dentadura” y el público canta como “abaixo a dictadura”, tema por el que fue censurado y multado varias veces por la policía franquista.

En el imaginario de la historia musical de Galicia, el nombre de Bibiano está asociado a la canción protesta, pero Bibiano Adonis Morón Giménez (Santiago, 1950-Vigo, 2016), fue mucho más que un cantautor de guitarra de palo. Interesantísimo en su trayectoria como artista, pasando por el pop ye-yé, la canción contestataria de Voces Ceibes, el folk-rock progresivo o la electrónica. Con solo tres discos publicados, registrados entre 1976 y 1979, sobre él siempre pesará la incógnita de por qué puso punto final a su carrera como músico, marcada por una exploración arriesgada e inusual en su época y por su irrenunciable apuesta por la lengua gallega.

Bibiano Morón fue además creador del Sindicato Galego da Música, el primer sindicato gallego de músicos, imprescindible agitador en los años dorados de la Movida de Vigo a través de la icónica sala Kremlin, o figura clave como promotor pionero de macroconciertos en Galicia, de artistas internacionales como Madonna, Lou Reed, Elvis Costello, Motorhead o Leonard Cohen.

Si a esto añadimos su viaje político desde el PCE hasta el PSOE, pasando por el apoyo que mostró a las Mareas en sus últimos años de vida, su figura posee una carga magnética ideal para adentrarse en una intensa trayectoria vital. “Bibiano me recuerda a aquello que decían de Lorca, entraba en un sitio y se iluminaba la estancia”, declara en el libro el cantante y viejo camarada en el PCE, Víctor Manuel.

Extraña que nadie le hubiese dedicado una biografía, que tuviesen que pasar casi diez años desde su muerte para publicar el primer libro alrededor de su vida y que no haya ni un recopilatorio de su obra. “Bibiano seguramente sea la figura, en lo artístico y en el concepto transversal de industria, más relevante de Galicia en las últimas décadas, porque ocupa un espacio muy amplio”, dice el músico y escritor Carlos Rego, autor de “Bibiano, cambiar para ser un mesmo” (Editorial Galaxia), que esta semana se presentará por vez primera en Vigo.

El hijo del anarquista que empezó en el coro de la catedral

La historia de Bibiano Morón fue difícil desde el principio. Hijo de un anarquista condenado a muerte en el franquismo, cuya pena fue finalmente conmutada por varios años de cárcel, y que acabó abandonando a su familia, su vida tiene la música, la política y la osadía como hilo conductor permanente. “Me llamó la atención su evolución personal, desde hacer versiones de los Beatles, pasando a la canción protesta hasta ser un puente con la nueva ola de Vigo”, dice el autor del libro sobre su decisión a la hora de elegir el protagonista.

Rego realiza una narración sobria, muy bien perfilada en lo relativo a la parte musical y un gran trabajo de contextualización sociopolítica en cada período, atraído por “algo de mágico e huidizo que tiene la figura de Bibiano”. Su retrato es el de un artista de espíritu inquieto, culto, simpático, melómano y capaz de reinventarse varias veces para buscarse la vida desde niño.

Comenzó cantando en el coro de la Escolanía de la Catedral de Santiago, para liderar siendo un adolescente bandas ye-yé de su ciudad, hasta que conectó con la incipiente canción protesta del colectivo Voces Ceibes. Con 18 años comienza a relacionarse con este círculo universitario, donde conversan sobre la música de Bob Dylan o los poemas de Leon Felipe o Dylan Thomas. “Bibiano no tenía ningún título académico, pero era muy superior intelectualmente a otros que tenían formación”, comenta de él su compañero en Voces Ceibes y escritor Vicente Araguas.

Con Voces Ceibes, y sobre todo con Benedicto García, comienza a hacer conciertos por toda Galicia y por muchas ciudades de España, sufriendo una constante censura y llegando a pagar multas de hasta 25.000 pesetas, una cantidad muy elevada en aquel momento. “Los cantautores gallegos de esa época fueron muy sufridores y lo pasaron mal”, dice en el libro Maite Angulo, la viuda de Benedicto García.

En 1972, impactado por el asesinato en Ferrol de los obreros Amador Rey y Daniel Rey a manos de la policía franquista, decide afiliarse al Partido Comunista. En el documental Yo Canto de TVE, rodado cinco años después de estos asesinatos, todavía estremecen las imágenes de la visita que Bibiano hace a las tumbas de los obreros, acompañado de sus viudas, mientras suena su canción “Amador e Daniel”, que musicó a partir de un poema de Uxío Novoneyra.

Su militancia coincide con su traslado a Madrid para hacer el servicio militar, ciudad en la que se instala. Reside con su primera compañera y con su hijo pequeño en una chabola de Vallecas, en un ambiente de curas obreros y tensa clandestinidad. Allí forma parte de acciones arriesgadas, como imprimir clandestinamente en el cuartel el periódico Vallecas Obrero y sacar los ejemplares en varias mochilas para repartirlo en el barrio.


Bibiano, en 1977, en su etapa como cantautor

El soldador songwriter

Entra a trabajar como soldador en la factoría de Pegaso a la vez que desarrolla su labor como sindicalista y comienza a tocar en grandes festivales por ciudades europeas como Ginebra, París –donde actúa con Benedicto y Zeca Afonso– o Venecia. En esta ciudad italiana comparte escenario con grupos y artistas que hoy suenan con un aura de leyenda: Quilapayún, Inti Illimani, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez o el mismísimo Pete Seeger, referencia de la canción protesta americana.

“Bibiano seguramente fuese el más reconocido de los cantantes gallegos fuera de Galicia. Actuó en muchas ciudades europeas, primero en la órbita del circuito del PCE, pero después hizo su propio camino”, explica Carlos Rego, que lo define como “un songwriter, con unos textos muy cuidados pero no panfletarios, porque venía del pop y tenía otro bagaje diferente a los cantautores al uso”.

De Madrid regresa a Galicia y comienza su trabajo como soldador, y su lucha como sindicalista en los astilleros de Vigo, al tiempo que llamaba a la puerta de compañías discográficas intentando salir adelante. Su oportunidad llega a partir de una carta que le responde Alain Milhaud, en aquel momento un dios de la producción en España, que venía de producir un macroéxito internacional como el Black is Black de Los Bravos. Milhaud produce Estamos chegando ó Mar (1976), su primer disco en solitario que lleva en la portada una foto difuminada de Bibiano en blanco y negro, realizada por el legendario fotógrafo y productor Mario Pacheco, autor de la icónica foto de Camarón en el álbum La leyenda del tiempo.

Sus canciones sobre marineros, compañeros soldadores de los astilleros o reivindicación del medio ambiente convierten el disco en un éxito que agota su primera tirada de 5.000 copias. A este primer disco seguirán Alcabre (1977), que busca un punto más eléctrico y su último trabajo Aluminio (1979), disco que el crítico Juan Puchades, fundador de la revista Efe Eme, calificó de “experimental y avanzado” e incluyó en un listado de los 100 mejores discos del rock español publicados en los 60 y los 70. La arriesgada versión de Negra Sombra de Rosalía de Castro que graba en este disco, introduciendo sintetizadores, es considerada en aquel momento casi un sacrilegio, pero hoy suena como un tema atrevido y avanzado.

Bibiano decide aquí poner punto y final a su carrera artística en solitario y como declaró a la periodista Estela Pazos, “decidí no aceptar la propuesta de cambiarme al español para seguir grabando discos”. Pero a Bibiano todavía le quedaban unas cuantas reinvenciones y “el paso de la pana a la arruga es bella”, como define Carlos Rego. En ese momento ya bebía de influencias de grupos de rock progresivo como Genesis o Jethro Tull y monta con otros músicos más jóvenes el grupo Trenvigo, del que forman parte Teo Cardalda o Pablo Novoa, después fundadores de Golpes Bajos. “Tenía siempre la antena muy bien puesta. Era curioso y conecta con la generación posterior de Rompente, Antón Reixa, Julián Hernández o el compositor Enrique Macías”, rememora Rego.


Réplica del cartel del ‘Nadal Rock’ -concierto organizado por el Sindicato Galego da Música- incluida en la caja conmemorativa del 40 aniversario de Siniestro Total

Del PC al PSOE, del rock al techno

En 1981, a través del Sindicato Galego da Música, Bibiano organiza el considerado concierto seminal de la Movida Viguesa, con la actuación en el Teatro Salesianos de Siniestro Total y Nacha Pop, y dos años después abre el Kremlin. Con su estética de realismo soviético y la hoz y el martillo presidiendo el escenario, la sala se convierte en un templo de referencia de la modernidad, “un contenedor de ideas donde hay música, moda o cine”, como le gustaba definirlo a su creador. Por allí, entre crestas, pelos de colores y divertidas pintas estrafalarias, pasan Radio Futura, Alaska y los Pegamoides o Aviador Dro.

Pero en esa época, Bibiano ya está auscultando el siguiente eslabón. En 1982 confiesa en una entrevista a Méndez Ferrín recogida en el libro: “El tecno es un horizonte poco explorado por ahora y deberíamos estar en esa vanguardia del mundo en gallego”, anticipa citando como referentes en ese momento a Kraftwerk y Depeche Mode.

Bibiano soñaba Vigo como una mezcla de la Bauhaus de Walter Gropius, el Studio 54 de Nueva York y el Manchester de Joy Division. Tendía puentes hacia la electrónica que veía venir. En esa altura ya había rebasado su militancia comunista, se había instalado en la órbita del PSOE y se había hecho inseparable de Manoel Soto, primer alcalde socialista de Vigo.

Con el apoyo incondicional de Soto, impulsa el Aula de Música Moderna y Electrónica de la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, un espacio insólito de inspiración berlinesa, con aparatos para experimentar nuevas músicas y salas de grabación, inaugurada por el entonces ministro de Educación José María Maravall.


Bibiano, promotor: con Caetano Veloso

El gran promotor tumbado por la crisis inmobiliaria

Con el respaldo institucional, Bibiano inicia entonces una nueva aventura como promotor de macroconciertos. Y comienza a lo grande, abriendo en 1990 la era de los conciertos internacionales en Galicia con la parada de la gira Ambición Rubia de Madonna en el estadio de Balaídos. Al mismo tiempo se posiciona estratégicamente para la Galicia fraguista de los años Xacobeos, en la que se moverá con gran habilidad.

En su enésima reinvención, Bibiano Morón se convierte en el capo de la promoción musical en Galicia. De su mano llegan de Leonard Cohen a Motörhead, Elvis Costello o Lou Reed y Laurie Anderson. Crea el festival Para Vigo Me Voy, y lo convierte en su buque insignia, por donde pasan gigantes de la música brasileira: Caetano Veloso, Gal Costa, Gilberto Gil o Milton Nascimento. Todo va viento en popa hasta que aparece un imprevisto: la crisis del ladrillo. “Mi padre se dejó aconsejar mal. Diversificó e hizo inversiones inmobiliarias que no salieron bien. Él caía bien y tenía capacidad de negociar, pero no era buen gestor”, rememora en el libro su hijo Xavier Morón.

En sus últimos años, Bibiano se dedicó a artistas de circuitos más reducidos, como su amigo Luis Emilio Batallán y, sobre todo, a cultivar pequeñas pasiones como las setas. Mientras, siguió mostrando su apoyo a causas políticas que creía interesantes, como el manifiesto de apoyo a las Mareas. Como dice el título del libro de Carlos Rego, Bibiano estuvo toda la vida cambiando y reinventándose para tratar de ser él mismo.

Hay unos versos de su canción “O noso día segredo”, del disco Alcabre, que quizá resuma bien lo que podría ser un corolario de su vida: “Negámonos a estar sempre ollando para onte, precisamos beber auga de novas fontes, queremos construir novos vieiros e pontes” (Nos negamos a estar siempre mirando hacia el ayer, precisamos beber agua de nuevas fuentes, queremos construir nuevos caminos y puentes).