División en Ripoll por la continuidad de su alcaldesa ultra: “La cohesión del pueblo será cada vez más difícil”

El fracaso de la moción de censura contra Sílvia Orriols desconcierta a los vecinos de un municipio polarizado entre los defensores y los detractores de la edil islamófoba

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Hay tres tipos de vecinos en Ripoll ahora mismo: el que le da igual todo, el que está contento, y el que está de luto y se abraza con sus amigos por la calle, como si se les hubiera muerto un familiar. 

“Un sector del pueblo está pasando un duelo”, afirma Carme Brugarola, vecina del municipio e impulsora de Teixim Ripoll, una plataforma que pretende aglutinar la oposición ciudadana a Sílvia Orriols, la alcaldesa de ultraderecha independentista que gobierna el pueblo.

Todo estaba listo para que hubiese un cambio de calado en esta localidad de 10.700 habitantes situada en la falda de los Pirineos. PSC, ERC y Junts habían articulado un acuerdo para desbancar a Orriols y formar una coalición que gestionaría el municipio hasta las siguientes elecciones municipales. 

Una llamada de la dirección nacional de Junts, sin embargo, hizo descarrilar la moción de censura. Y Orriols, que había perdido una cuestión de confianza a la que se sometió para aprobar los Presupuestos, vio cómo su jugada obtenía premio: las cuentas saldrán adelante el próximo lunes de manera automática, allanando lo que queda de legislatura.

“Junts nos tiene mucho miedo”, sostenía satisfecha Orriols el pasado jueves mientras subía las escaleras del Ayuntamiento. “Creo que, al paso que vamos, lograremos robarles muchos votos en las próximas municipales”.


Sílvia Orriols, el pasado jueves en el salón de plenos del Ayuntamiento de Ripoll.

Lo que podría parecer un simple culebrón de política local en la Catalunya rural tiene ecos que van más allá. Muestra la incomodidad de Junts ante el auge de una fuerza xenófoba que, según todos los sondeos, le está robando votantes. Y, a su vez, supone la ruptura por primera vez del cordón sanitario que todas las fuerzas, menos PP y Vox, acordaron imponer a Aliança Catalana, el partido comandado por Orriols.

“Todas las soluciones eran malas”, opina una persona que ha formado parte de Junts en Ripoll durante años. “O la avalábamos o la convertíamos en una mártir, hay que reconocer que [Orriols] ha sido hábil”, resume.

La decisión por parte de la dirección de Junts de salvar a Orriols, tomada tras realizar una encuesta a los vecinos de Ripoll, ha supuesto una nueva crisis en la formación local, otrora partido Alfa en el municipio y ahora carente de liderazgo desde que Jordi Munell, alcalde entre 2011 y 2023, abandonara su cargo. 

La que fue candidata en 2023, Manoli Vega, dejó su acta el pasado septiembre y no quiere saber nada de la política. Su sucesora, Maria Soldevila, ni siquiera compareció en la rueda de prensa para defender la decisión de mantener a Orriols. En el partido nadie da por hecha su continuidad. 

Lo cierto es que, a día de hoy, no hay en Ripoll ningún candidato que le haga sombra a Orriols, crecida en las encuestas autonómicas y confiada en su municipio tras el fracaso de la moción.

Un pueblo harto y dividido

La polarización en torno a Orriols y el hastío por ser noticia son los dos sentimientos que definen el estado de ánimo de los vecinos. “Esto es demasiado pequeño para aguantar tanto”, responde una señora mayor que sólo accede a que se la identifique como Maria Teresa. “Tenéis que entender que aquí nos conocemos todos”.

Ripoll ha pasado de ser un tranquilo municipio a los pies de la montaña a estar en la picota. Primero porque aquí nacieron y se radicalizaron los chavales que perpetraron los atentados de Las Ramblas en 2017. Segundo porque, tras las heridas del terrorismo, el pueblo se convirtió en el primer laboratorio de la ultraderecha independentista catalana.

A los vecinos se les ve cansados hasta el punto de que muchos aseguran no ser de Ripoll para no responder preguntas. Al menos media docena de fuentes —antiguos cargos políticos, trabajadores sociales, representantes de asociaciones culturales y vecinales…— han rechazado participar en este reportaje.

“Se ha instalado el miedo”, opina Brugarola, que en el pasado fue edil de ICV. “Y la cohesión del pueblo será cada vez más difícil”. Hay vecinos que explican que incluso algunos locales de restauración se conocen como “pro Orriols” o “anti Orriols”, en una fractura que otros entrevistados no consideran que sea grave.


Carme Brugarola ha impulsado la Plataforma Teixim Ripoll para aglutinar a la sociedad civil contraria a la alcaldesa ultra.

Lin Xiaoxue, una dependienta de 43 años nacida en China, señala que ella evita hablar de política, pero admite que los vecinos están divididos entre los que apoyan a Orriols y los que no la pueden ni ver. “Todo el mundo habla de ella para bien o para mal”, resume.

“No pienso hablarte de la alcaldesa, es que ni siquiera se lo merece”, responde Alí Yassine, expresidente de la mezquita Annour de Ripoll, donde se radicalizaron los terroristas del 17-A. “Seguimos con nuestra vida, todo sigue igual, no quiero darle más protagonismo”.

Jordi Hostench, que en mayo se convertirá en edil de la CUP, explica que la discordia también alcanza a los jóvenes. “Si tienes al Ayuntamiento legitimando ciertas actitudes, al final lo llevan a la calle”, expone. “Unos se sienten señalados y criminalizados y otros compran el discurso de Orriols contra la inmigración”.

La presencia de migrantes es una realidad en Ripoll y resulta sencillo cruzarse con vecinos de origen extranjero, pero los foráneos representan al 14% de los vecinos cuando la media de Catalunya es del 21%.

No todos los vecinos interpelados, en todo caso, participan en el enfrentamiento. Anas (no quiere revelar su apellido), un trabajador municipal marroquí de 27 años que llegó en patera cuando solo tenía 12, es el máximo exponente del sector que vive la trifulca con cierta apatía.

“Mi vida no ha cambiado, lo único que hago es trabajar como siempre”, señala. “Si cierran la mezquita pues rezo en mi casa, me da igual todo, esto es un pueblo muy pequeño y estoy un poco cansado de tanta división”.

A quien no parece importarle la controversia es a la propia Orriols. “Yo estoy encantada de haber puesto Ripoll en el mapa y de que vengan los periodistas”, apuntaba el jueves en conversación con este periódico. “Así conocen Ripoll, duermen y comen aquí, gastan dinero”.

Dos años de promesas incumplidas

La gestión de Orriols durante sus primeros dos años ha estado marcada por la imposibilidad de llevar a cabo sus promesas. También por unos plenos cargados de tensión en los que era habitual escucharle reproches o descalificaciones a los miembros de la oposición. 

La alcaldesa aseguró que impediría a los migrantes empadronarse en el municipio, pero lo único que ha logrado ha sido imponer trabas que demoran el proceso. Prometió también que cerraría todas las mezquitas del pueblo, pero las dos que había en Ripoll permanecen abiertas a día de hoy. 

“Hemos visto que no puede hacer todo lo que dice”, celebra Yassine, expresidente de la comunidad islámica. “Por suerte hay leyes que se lo impiden”.


Anas, trabajador municipal marroquí de 27 años, es uno de los vecinos hartos de la polémica alrededor de la alcaldesa.

Orriols también defendió en el pasado la desobediencia a las instituciones españolas, pero cuando la Junta Electoral se lo requirió retiró las esteladas tanto del Ayuntamiento como de la entrada del municipio. En este último caso, fue ella misma la que acudió de noche junto a otro miembro de Aliança Catalana a descolgarla con una escalera.

Algunos vecinos entrevistados como Rosa, 67 años, explican que el pueblo es más seguro desde que la alcaldesa ultra tomó la vara de mando y celebran la ampliación del espacio en el que se reúnen los jubilados.

Otros entrevistados, en cambio, le recriminan episodios como los apagones en el alumbrado, la dificultad de acceso a la vivienda o el intento de cerrar el principal punto de reunión de la izquierda independentista en el municipio.

Las Asociaciones de Familias de los centros educativos también se manifestaron el pasado octubre contra los recortes de Orriols, que se echó atrás y finalmente mantuvo las clases de música gratuitas para alumnos de i4 e i5. 

La alcaldesa ultra achaca todos estos reproches a la falta de presupuestos. “Ahora por fin podremos desplegar nuestro programa”, asegura, aliviada tras el fracaso de la moción de censura. “Iniciaremos proyectos que mejorarán la cotidianeidad de los vecinos”.

Brugarola, la vecina que intenta aglutinar la sociedad civil contraria a Orriols, explica que su plataforma pretende que la oposición a Orriols salga de su letargo y los vecinos activen su “sentido crítico”.

“Hay un 70% de votantes que no le dimos apoyo”, resume. “Todos los demócratas del municipio debemos unirnos en torno a los valores que compartimos para que el pueblo salga de esta parálisis”.