El exministro Jorge Fernández Díaz pide al Vaticano que verifique las presuntas apariciones marianas en el pueblo cántabro donde unas monjas sin acreditación oficial impulsan la construcción de una iglesia
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Mientras otros pueblos del ámbito rural en Cantabria han sucumbido al silencio y al olvido, en San Sebastián de Garabandal todavía viven un centenar de vecinos y se mantiene abierto el bar del pueblo, un hotel, tres posadas y otras tantas tiendas de recuerdos. El peculiar antídoto contra la despoblación de este rincón de montaña es que se ha convertido en un lugar de peregrinaje religioso desde que en los años sesenta cuatro niñas dijeron que se les apareció la Virgen. El presunto milagro no está siquiera reconocido oficialmente por la Iglesia católica, pero eso no ha sido obstáculo para que lleguen autobuses repletos de peregrinos procedentes en su mayoría de países como Estados Unidos, México o Filipinas.
Curiosamente todo esto sucede ante la indiferencia de los propios cántabros. En el pueblo hay un centro de atención al peregrino que el año pasado recibió a 9.000 personas en su mayoría extranjeros de los cinco continentes. Llegan muchos más, pero esta oficina solo contabiliza los que entran para pedir información. Una intensa afluencia de turistas religiosos y muchas excursiones organizadas que visitan además otros santuarios como Santo Toribio de Liébana provoca a diario atascos y problemas de aparcamiento.
Otras localidades cercanas del propio municipio de Rionansa en el que se encuentra la localidad de San Sebastián de Garabandal acusan la falta de habitantes y se van quedando vacíos mientras, en este pequeño pueblo, hay turistas durante todo el año suficientes para sostener los hoteles y restaurantes de la zona. De hecho, la hostelería del pueblo solo sirve comidas a los peregrinos de las excursiones, no están abiertos al público. En Garabandal toda la vida gira -como ellos dicen- alrededor de la Virgen. No les importa si el milagro fue real o no: es una mina de ingresos y un modo de supervivencia.
Los peregrinos tienen que dejar los coches y los autobuses a la entrada del pueblo. No hay más remedio que subir a pie la cuesta pedregosa y empinada hasta el pinar, hoy convertido en santuario, donde supuestamente se apareció la Virgen. Alrededor de los troncos de los árboles hay velas, estampitas y cartas con peticiones. Porque hasta aquí, a pesar de sus nulas condiciones de accesibilidad, llegan muchas personas con discapacidad con la esperanza de que un “milagro” les libre de ella.
Al lado, un pequeño santuario abierto cobija un pequeño altar con una imagen de la Virgen. En el pueblo les esperan tres comercios que venden libros religiosos y souvenirs: desde pulseras e imanes de nevera hasta medallitas o viseras de Garabandal para llevarse de recuerdo a sus países.
Cartel que anuncia el camino hacia los pinos, el lugar donde se produjeron las presuntas apariciones.
El pueblo necesita mucha paz y menos tonterías. Mucha fe, no folklore barato
Misas por ‘streaming’
A la vez, mientras en otros pueblos la escasez de sacerdotes apenas da para hacer una misa a la semana, en Garabandal el padre José Rolando celebra a diario eucaristías que se retransmiten por streaming, aunque matiza que entre semana no hay avalancha de peregrinos. Todos los días hay rosario, misa y dos proyecciones, matinal y vespertina, de un documental sobre las apariciones en el centro del peregrino.
El párroco se muestra escéptico con el fenómeno y considera que detrás hay un negocio. “El pueblo necesita mucha paz y menos tonterías. Mucha fe, no folklore barato”, sostiene. “Están mareando a la pobre señora [en alusión a la Virgen]”, remacha.
Vista del pueblo desde el camino a ‘Los pinos’.
El constante flujo sobre todo de extranjeros desde los años sesenta ha mantenido el pulso de este pequeño pueblo, que se ha convertido en un punto de referencia. “Balconada con orientación sur con vistas a los pinos, lugar santo de devoción”, describe el anuncio de venta de una casa en un portal inmobiliario. La demanda de vivienda es mucho más alta que en los pueblos de alrededor.
“La gente del pueblo no puede comprar una casa, es imposible porque valen casi lo mismo que en Santander”, asegura una vecina. Así que, en parte, los pueblos cercanos también salen beneficiados. “¿Me vendería este prao?”, pregunta una mujer a un vecino del cercano pueblo de Cabrojo. “Es que desde aquí se ve el lugar santo de Garabandal”. “Depende de cuánto me de”, responde el aludido. 60.000 euros, ofreció ella. Cerraron el trato de inmediato.
Anuncios de venta de viviendas en una casa del pueblo.
Un exministro, destacado ‘garabandalista’
El pretendido milagro de Garabandal ha vuelto a resucitar en los últimos tiempos de la mano del exministro de Interior durante el Gobierno de Mariano Rajoy. Jorge Fernández Díaz, célebre inspirador de la denominada ‘policía patriótica’, se ha implicado de manera decidida para pedir a El Vaticano que revise las apariciones de la Virgen a cuatro niñas del pueblo en 1960 para verificar la “autenticidad” del milagro.
De hecho, ha protagonizado algunas intervenciones en este sentido en el Ateneo de Santander y participa en los encuentros divulgativos que se hacen por toda España. Hace tiempo, Fernández Díaz dijo que tiene un ángel de la guarda llamado Marcelo que funciona como asistente personal para ofrecerle ayuda en algunas cuestiones cotidianas y está volcado de lleno en la promoción de esta localidad por sus creencias religiosas.
Ahora, muy vinculado al movimiento ‘garabandalista’, insiste en que hay que reabrir el caso y pide una comisión de investigación, aunque hasta ahora los sucesivos obispos de Santander han insistido en que allí, en esta aldea de Peña Sagra del municipio de Rionansa, no consta “sobrenaturalidad de los hechos” acontecidos en un pinar como dice la leyenda.
Urna con peticiones de los peregrinos en la iglesia del pueblo.
Cuatro niñas hicieron célebre al pueblo
Un presunto éxtasis y una levitación obraron el milagro de la popularidad internacional de este rincón de Cantabria. Entre 1961 y 1965, cuatro niñas del pueblo de entre 11 y 12 años dijeron que se les aparecieron en varias ocasiones el Arcángel San Miguel y la Virgen María. El milagro era público, sucedía a la vista de todos, pero solo ellas podían verlos, aunque hay fotografías que retratan sus supuestos momentos de trance.
Jacinta, Conchita, Mariluz y Mariloli dijeron haber recibido algunos mensajes divinos. A una se le ‘apareció’ una sagrada forma en la boca, que otros le acusaron de haber robado del copón de la iglesia. Se decía que las niñas andaban hacia atrás a toda velocidad, que subían la empinada cuesta hacia el pinar donde se producían los éxtasis. Presuntos fenómenos paranormales de los que la propia iglesia siempre ha desconfiado.
El entonces obispo de la Diócesis de Santander, Juan Antonio del Val, no vio claro el supuesto milagro y, de hecho, El Vaticano nunca certificó las apariciones. Un sacerdote que se encargó de investigar el suceso en los años sesenta afirmó que una de las niñas, Conchita, le confesó que todo había sido un invento. Un juego en el que convenció a las otras para representar una función de teatro que se les fue de las manos y que tuvo un extraordinario efecto llamada. De hecho, otra de las muchachas explicó tiempo después que no era capaz de distinguir si aquello había pasado en realidad.
Peregrino accediendo a la iglesia de San Sebastián.
Pero aun así, Garabandal se convirtió en un pequeño Lourdes apócrifo. Los fieles decidieron creer a las niñas antes que a las autoridades religiosas y comenzó a propagarse y a desatarse una ferviente peregrinación que ha continuado a lo largo de más de cinco décadas y que tiene, sobre todo, mucho tirón y fama en América, donde el inexistente milagro de Garabandal es más conocido que en su propia comunidad autónoma.
La propagación del sentimiento ‘garabandalista’ internacional tiene mucho que ver con que tres de aquellas niñas se trasladaron a vivir a Estados Unidos. Loli, ya fallecida; Conchita que reside en Nueva York, y Jacinta, en Los Ángeles, desde donde volvió al año pasado a su pueblo con la reliquia que custodia: un crucifijo supuestamente bendecido por la Virgen en sus apariciones que ofrecía a besar a todo el mundo. Ese verano hasta la infanta Elena peregrinó a Garabandal y se hizo una foto con la vidente.
Unas monjas han solicitado permiso al Gobierno de Cantabria para construir una ermita en un terreno en las afueras del pueblo. Las Siervas del Hogar de la Madre, una congregación que, al igual que el milagro, tampoco están homologadas oficialmente por El Vaticano
Lo curioso es que en los últimos tiempos ha surgido una plataforma en Madrid bajo el nombre de Iniciativa de España con Garabandal con el impulso del exministro imputado por el caso Kitchen Jorge Fernández Díaz. A mediados de octubre del año pasado participó activamente en la organización de un congreso en el pueblo para intercambiar conocimientos, testimonios e información sobre los presuntos hechos sobrenaturales.
Allí, a las faldas de Peña Sagra, se reunieron cientos de personas procedentes de toda España y de otros países como México, Perú, Venezuela, Colombia, Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Puerto Rico y Alemania. Los congresistas acudieron a una misa multitudinaria celebrada por el párroco del pueblo, el padre Rolando, que en los días previos al cónclave declaró: “Si este congreso es para echar un pulso a Roma y a la Iglesia no van por buen camino”.
Santuario propiedad de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús.
Una iglesia para las monjas de Zurita
En paralelo al resurgimiento del ‘garabandalismo’, unas monjas han solicitado permiso al Gobierno de Cantabria para construir una ermita de unos 230 metros cuadrados en un terreno que han comprado uniendo tres parcelas de suelo rústico, que suman casi 8.000 metros cuadrados, en las afueras del pueblo. Son Las Siervas del Hogar de la Madre, una congregación que, al igual que el milagro, tampoco están homologadas oficialmente por El Vaticano y solo están reconocidas como una asociación pública internacional de fieles.
Son las monjas del monasterio cántabro de Zurita, que van todos los sábados al santuario y que operan a través de la Fundación Euk Mamie elaborando material audiovisual y gráfico con interés apostólico “para colaborar en la nueva evangelización”, según reza en su página web. A la espera del permiso urbanístico, el proyecto ya ha sido rechazado por las autoridades eclesiásticas. El Obispado de Santander ha negado la autorización que le solicitaron las monjas y ya ha advertido que será un lugar de “culto privado”.
Pero eso no importa mucho. Garabandal se ha convertido en una especie de parque temático religioso que es una mina para el pueblo y a los miles de peregrinos que llegan no les afecta que ni las apariciones, ni las monjas ni la futura iglesia tengan el sello de El Vaticano. La fe mueve montañas y ha colocado a esta aldea en la cumbre del éxito del turismo religioso como antídoto contra la despoblación.