Con la visita a Kiev para reafirmar el apoyo a Ucrania el presidente busca hacer de la situación global que el PP esquiva por su dependencia de Vox el eje de la conversación pública durante una semana en la que la quita de la deuda a las comunidades evidenciará también la ausencia de una posición común en la derecha
Sánchez irá el lunes a Kiev para reafirmar el apoyo de España a Zelenski tras las críticas de Trump
La quita de la deuda autonómica amenaza la paz interna del PP
El mundo se derrumba y aquí, en España, nos miramos el ombligo. Los intentos de algunos medios por prefabricar cada mañana un supuesto interés público resultan ridículos a tenor del desafío al que nos enfrentamos con la diplomacia de la extorsión y la ley del más fuerte que ha inaugurado en su segundo mandato el presidente convicto de los EEUU. Lo que en el Gobierno unos llaman “mirada corta”, otros “miopía” y alguno, “casquería informativa”, se ha impuesto a la preocupación y el análisis sobre la amenaza a la que se enfrenta Europa con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Y es que con un presidente norteamericano cada día más imprevisible, la intimidación de Rusia y el auge de la extrema derecha, la Unión Europea vive el momento más crítico desde su fundación.
Pero no es solo la agenda mediática sino también la política la que en estos tiempos de incertidumbre gira en torno a asuntos domésticos y de trazo grueso. De hecho, en el Parlamento español se ha impuesto el zumbido de una oposición faltona e hiperbólica que ha fiado su futuro a la actuación de algunos jueces porque, ahora, como saben, la política ya se libra no en el Congreso sino en los tribunales y las redes sociales.
Mientras los líderes europeos, lentos y desunidos, tratan de buscar respuestas al deshielo que trata de lograr Trump con su decisión de rehabilitar a un criminal de guerra como Vladímir Putin, el líder del PP mantiene su escalada verbal contra el Gobierno por asuntos internos. “Siempre con las mismas mierdas” es una frase que Ayuso debería haber empleado “para definir la estrategia de su propio partido” y no para la insistencia de la izquierda en que la historia y los tribunales no sepulten los 7.291 fallecidos en las residencias de Madrid durante la pandemia, afirma irónico un ministro socialista.
El caso es que, después de semanas poniéndose de perfil ante la tormenta que cae sobre el tablero global y, especialmente, ante las decisiones de Trump respecto a un posible acuerdo de paz para Ucrania que deja fuera a Ucrania y la UE, el líder del PP por fin se ha decidido a fijar posición. Por primera vez se ha alineado con los europeístas ante el trascendental debate que afronta la Unión Europea.
“La guerra de Ucrania la empezó Rusia. Es una agresión contra el derecho internacional. La paz es bienvenida, pero no puede beneficiar al agresor. La causa de Ucrania es la causa de Europa”, afirmó esta semana Alberto Núñez Feijóo. Hacía días que desde el PSOE se le emplazaba a romper con quiénes quieren “hacer caer a Europa desde dentro”, en alusión a la extrema derecha de Abascal. “O se está con la UE o con quien quiere una UE más debilitada”, llegó a decir la portavoz de la dirección federal.
En el Gobierno saben que Feijóo no está ni se le espera en el tablero internacional y que, además, la situación actual le arrastra a un debate ideológico que le enfrenta con sus socios de Vox y con los halcones de su partido. Y es precisamente hasta ahí donde le quieren arrastrar para evidenciar su debilidad interna y su dependencia de la ultraderecha.
Feijóo, no obstante, ha querido dejar claro que el PP no está en la posición de su competidor de bloque, pero su objetivo sigue siendo apretar al Gobierno con los “escándalos judiciales” y escapar del debate exterior. Lo hizo tarde y pese a los esfuerzos de sus estrategas para que la conversación pública no discurra en torno a una agenda internacional que a su líder le obliga a posicionarse frente a las tropelías de Trump o Milei, principales referentes políticos de la ultraderecha, pero también de algunos dirigentes del PP como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. De ahí que el PP hubiera apostado hasta ahora la ambigüedad y la equidistancia ante la amenaza del presidente de los EEUU a Europa tras su entente con Putin y la mantenga aún en el escándalo de la criptoestafa que acorrala a Milei en Argentina.
“Bienvenido sea el aterrizaje, en todo caso”, ironizan en la Moncloa, al tiempo que recogen el guante lanzado por el jefe de la oposición para que el presidente del Gobierno comparezca en el Parlamento para hablar sobre la crisis europea. Será, con seguridad, la última semana de marzo cuando Sánchez dé detalles de las negociaciones y de la posición de España en el marco de la UE. Lo que no está previsto en el horizonte es mantener una reunión con el líder de la oposición para tratar estos asuntos “salvo que la gravedad de la situación obligase a adoptar decisiones de Estado”, aclaran desde su gabinete.
Si la semana pasada el presidente viajó a París para participar en la reunión informal convocada por Macron para analizar la situación en Ucrania y los desafíos de la seguridad en Europa, la que entra se desplazará a Kiev para reafirmar el apoyo a Volodímir Zelenski tras las críticas de Trump y Putin. Pretende así legitimar al gobierno ucraniano justo cuando se cumplen tres años desde que las tropas de Putin invadieran el país vecino.
La visita es un claro respaldo de España a la resistencia ucraniana frente al expansionismo de Rusia en un momento crítico para esta, después de que Donald Trump haya virado la posición de EEUU hacia el entendimiento con el Kremlin para una paz impuesta que prescinde de los invadidos, orilla a Europa y pasa por encima de la OTAN.
Después de varias semanas de parón en su agenda internacional como consecuencia primero de las vacaciones de Navidad y, después, de los congresos regionales del PSOE, Sánchez reactivará su presencia en el exterior “consciente de la gravedad de la situación global y convencido de haber potenciado su papel internacional en los últimos años”, asegura uno de sus asesores.
Con la más que segura derrota del alemán Olaf Scholz en las elecciones del próximo domingo, los de Sánchez ven al presidente del Gobierno como “referente indiscutible” de la socialdemocracia en el mundo, junto al brasileño Lula da Silva. “La realidad le sitúa en ese escenario y tiene, además de vocación, la responsabilidad de jugar un papel destacado en una batalla, la del ascenso de la ultraderecha y los populismos, que no se vivía desde hace 70 años”. No obstante, el presidente francés, Emmanuel Macron, le ha tomado la delantera con la cita informal de varios líderes europeos que convocó esta semana en París y con su próximo viaje a Washington junto al primer ministro británico, Keir Starmer, para entrevistarse con Trump.
Mientras la derecha se encuentra más a gusto en el debate sobre asuntos nacionales, como la debilidad del Gobierno, los casos de corrupción o las diferencias entre los socios de la coalición, el PSOE tratará de hacer de la situación internacional y del avance de la ultraderecha en el mundo los ejes de la conversación pública. Un marco que la mirada corta de algunos populares cree que no interesa a los españoles, pero que en la semana que entra volverá a estar en la conversación pública al menos hasta que el próximo miércoles se celebre el Consejo de Política Fiscal y Financiera, cuando la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda tiene previsto llevar, además de otros asuntos, la quita de la deuda a las comunidades autónomas. Y este es otro asunto sobre el que el PP no tiene tampoco una única posición.
Ayuso fue la primera en rechazar la condonación porque era un acuerdo entre ERC y el PSOE para Catalunya a cambio de la investidura de Sánchez. Y aunque el gobierno la extendió al resto de comunidades, la baronesa mantuvo el mismo rechazo en contra de algunas voces del PP, como las del valenciano Carlos Mazón, la extremeña María Guardiola o el murciano Fernando López Miras, que no descartaron sumarse al acuerdo dentro de la reforma del sistema de financiación autonómica y siempre que no fuera una medida al margen.
La división es profunda a este respecto y aunque Feijóo ha tratado de aunar posiciones le ha resultado imposible lograrlo. Y los socialistas no perderán ocasión de sacar rédito también de ello para abundar en la falta de liderazgo del jefe de la oposición.