Los refugiados ya no son ‘willkommen’ en Alemania

Solo diez años después de que Alemania acogiese solidariamente a más de un millón de refugiados de Siria, Irak o Afganistán, ¿cómo es posible que la entonces insignificante ultraderecha alemana (con su plan de “remigración”) se convierta en segunda fuerza, y la cuestión migratoria sea la prioridad para el resto de partidos?

Tú no te acuerdas porque eres muy joven, pero hace diez años (un siglo), los alemanes recibían con los brazos abiertos a centenares de miles de refugiados de Siria, Irak o Afganistán. Al grito de “Refugees welcome!”, vimos imágenes de alemanes acudiendo con ropa y comida a las estaciones de tren para acoger a los huidos, alemanes abriendo sus casas para darles alojamiento provisional, alemanes manifestándose a favor de la apertura de puertas, alemanes llevando con orgullo pegatinas de “Refugees Welcome”.

Y no solo los ciudadanos: también los gobernantes, con la canciller Angela Merkel encabezando la política de acogida y asumiendo personalmente el compromiso mientras otros gobernantes europeos se mostraban cicateros. Merkel, líder de la CDU, la derecha alemana. Elegida por la revista Time “persona del año” en 2015, bajo el título de “Canciller del Mundo Libre”. Eran los tiempos en que las guerras y derrumbes en el mediterráneo oriental empujaron a millones de personas por tierra y mar. Eran los tiempos en que nos horrorizaban los barcos hundidos con cientos de muertos, los campos de refugiados, los niños ahogados en las playas.

¿Qué ha pasado en diez años (un siglo) para que los europeos, y en particular los alemanes, hayan virado de la acogida al rechazo hacia los extranjeros? ¿Por qué diez años (un siglo) después los mismos alemanes solidarios votan hoy a partidos que prometen endurecer la política migratoria y deportar a miles de personas? ¿Cómo es posible que al cabo de diez años (un siglo) la entonces insignificante ultraderecha alemana (con su plan de “remigración”) se convierta hoy en segunda fuerza, mientras la CDU asume el discurso xenófobo, y hasta el SPD y parte de la izquierda alternativa ponen la cuestión migratoria como prioridad?

Hay quien estos días culpa a la propia Merkel de lo sucedido: su decisión generosa de abrir las puertas del país a más de un millón de refugiados sería el origen del malestar alemán y del rechazo creciente a los extranjeros, debido a problemas de convivencia por una migración masiva y mal integrada. El vencedor de las elecciones, Merz, es presentado como “anti-Merkel”, muy crítico con el legado de la canciller, sobre todo en materia migratoria.

No seré yo quien defienda a Merkel, pero puestos a repartir culpas, hay que ser justos: no fue ella, que hizo bien en acoger a quienes estaban en situación desesperada, sino el resto de líderes europeos que se pusieron de perfil e incumplieron compromisos para el reparto de refugiados, a diferencia de lo que años después hicieron con los ucranianos, bien repartidos por toda Europa, acogidos, ayudados e integrados.

Yo a Merkel le pediría cuentas y la responsabilizaría en buena medida del giro ultraderechista europeo, pero no por su política migratoria sino por su política económica. La misma Merkel solidaria que abrió los brazos a los refugiados era también la líder inflexible que impuso en Europa una dura política de austeridad contra la crisis. De aquel “austericidio” que provocó recortes sociales, dañó el Estado de Bienestar y dejó una enorme desigualdad, viene mucho del malestar que hoy recorre Europa, caldo de cultivo para la ultraderecha. No son los migrantes, es la desigualdad, la precariedad y la falta de futuro, que también golpean a la que una vez fue “locomotora europea”. Pero es más fácil culpar a los refugiados de entonces y decirles que no, que ya no son “willkommen”.