La falta de conciliación, principal barrera para las mujeres en la alta cocina: «Ser madre supone una piedra en el camino»

«En alta cocina nos movemos en un mundo masculino. Hay una rudeza implícita en el desempeño de nuestra actividad que no todas las mujeres están dispuestas a atravesar», reconoce Lara Martín, propietaria del Mina tras participar en el estudio ‘¿Por qué hay tan pocas cocineras en la alta cocina?’

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Cuando le piden una recomendación para contratar a un profesional de la cocina a la presidenta de la Academia Vasca de Gastronomía, María del Mar Churruca Barrie, y esta les recomienda una mujer, en ocasiones le preguntan cuál es “su situación persional”. “Si les digo que está recién casada, me dicen que ni hablar, porque se va a quedar embarazada o va a tener meses de baja. Eso generalmente es una dificultad. A pesar de que ellas estén muy preparadas, ser madre hoy en día supone una piedra en el camino. Así de claro”. Churruca Barrie se muestra tajante al responder durante la presentación del estudio ‘¿Por qué hay tan pocas cocineras en la alta cocina?’ realizado por el departamento foral de Empleo, Cohesión Social e Igualdad de la Diputación Foral de Bizkaia en colaboración con la Academia Vasca de Gastronomía y desarrollado por la Universidad de Deusto.

Según confirma la investigación, para la que han contado con ocho entrevistas a profesionales de la alta cocina y han realizado una encuesta a 100 estudiantes de cocina, la invisibilización y la falta de oportunidades siguen lastrando a las mujeres en la alta cocina. El estudio recoge que el 50% de las estudiantes y el 62,5% de las profesionales opinan que las mujeres tienen menos posibilidades de destacar en la alta cocina, lo que refleja un entorno laboral que aún impone barreras implícitas al crecimiento profesional de las mujeres. “Uno de los factores que perpetúa estas desigualdades es la influencia de los estereotipos de género. Tradicionalmente, la cocina ha sido un espacio doméstico asociado a la mujer, pero en la esfera profesional, el reconocimiento y el prestigio han recaído sobre los hombres. Esta dicotomía refuerza la imagen de la mujer como trabajadora incansable, pero sin visibilidad, mientras que el liderazgo y la innovación se asocian a los hombres. Esta dinámica no solo limita las oportunidades de las mujeres, sino que perpetúa un modelo en el que la cocina profesional sigue dominada por estructuras jerárquicas masculinas”, apunta el estudio.

Otro factor clave en esta desigualdad es la maternidad, que sigue percibiéndose como una barrera estructural. Aunque solo el 35,7% de los estudiantes hombres cree que la maternidad es un impedimento, un 64,3% de las estudiantes mujeres considera que esta es la razón principal por la que hay más hombres que mujeres en la alta cocina. Esta percepción es aún más acentuada entre las cocineras profesionales, donde el 87,5% señala la maternidad como un freno en sus carreras. Estos datos evidencian cómo la conciliación entre la vida personal y profesional sigue siendo un reto exclusivo para las mujeres en el sector.

Lara Martín, propietaria del restaurante Mina en Bilbao, es una de las cocineras profesionales que han participado en la investigación. “En mi situación personal he encontrado un equilibrio, pero es verdad que cuando inicié mi andadura en el mundo de la cocina hay una escasísima presencia de las mujeres en la alta gastronomía. Creo que es un panorama que está cambiando y cada vez podemos encontrar más mujeres que quieren y desean estar en este tipo de restaurantes”, explica Martín.

¿Cuál es la dificultad añadida en el mundo de la cocina? Que en los restaurantes se trabaja por la noche y los fines de semana, cuando no hay colegio

Según reconoce, la solución para que más mujeres se dediquen a las altas esferas de la cocina pasa por, como en su caso, crear “su propio reino”. “La mayoría de los restaurantes son pequeñas o medianas empresas. No podemos olvidar que podemos crear nuestro pequeño reino. Respetando las reglas del juego, hay muchas decisiones que puedes tomar y favorecer ese cambio”, indica Martín, que reconoce que hay un “verdadero problema con el tema de la conciliación”. “La maternidad no es un problema, es una circunstancia que muchas mujeres tienen que resolver en sus trabajos. ¿Cuál es la dificultad añadida en el mundo de la cocina? Que en los restaurantes se trabaja por la noche y los fines de semana, cuando no hay colegio. Ese soporte que tiene la mayoría de las mujeres en sus trabajos que son las horas de escolarización, no las tienes. No es una situación temporal, de un par de años en los que puedes buscar a alguien para que cuide a tus hijos, es una situación casi definitiva a no ser que crees tu propio reino y decidas que tu negocio no abra noches ni fines de semana. ¿Es rentable? Es un reto hacer rentable tu negocio con las condiciones que se adaptan a tus necesidades”, explica.

¿Y los padres? Sobre esta cuestión, Martín detalla que aunque los hombres también son padres, la decisión de decidir dejar el trabajo de cocinera para cuidar a sus hijos es de la mujer. “Va a ser ella la que va a decidir si va a prescindir de esos cuidados para sus hijos todas las noches o cinco noches a la semana y todos los fines de semana. Es una decisión personal”, sostiene.


La teniente de Diputada General y responsable del Departamento Foral de Empleo, Cohesión Social e Igualdad, Teresa Laespada junto a la presidenta de la Academia Vasca de Gastronomía, María del Mar Churruca Barrie

En el caso de Mina, Martín favorece que la toma de decisiones se tengan en cuenta las cuestiones que ella valora, por lo que en muchas temporadas la presencia de las mujeres en la cocina de su restaurante ha sido mayoritaria. “Tú decides quién ocupa cada puesto de trabajo en función de lo que tú consideres que necesita la empresa en ese momento. Es verdad que las mujeres que estamos acostumbradas a trabajar en alta cocina nos movemos en un mundo masculino. Hay una rudeza implícita en el desempeño de nuestra actividad que no todas las mujeres están dispuestas a atravesar”, aclara.

El estudio recoge que las dificultades en la gestión del liderazgo femenino también suponen una barrera. “En estos casos, las cocineras entrevistadas sostienen que cuando una mujer toma las riendas de un negocio, especialmente en entornos más tradicionales o machistas, se enfrenta a la resistencia de hombres mayores y con una mentalidad más cerrada. Estos hombres, acostumbrados a ser dirigidos por hombres, pueden tener dificultades para aceptar que una mujer, y más aún una más joven, les dé órdenes, lo que crea una barrera adicional para las mujeres en puestos de liderazgo en la cocina o en cualquier otro campo”, señala la investigación.

Las redes de apoyo y conexiones profesionales dentro de la alta cocina suelen estar dominadas por hombres, lo que limita las oportunidades para las mujeres

En este sentido, el estudio habla de “las redes de contactos masculinas”. “Las redes de apoyo y conexiones profesionales dentro de la alta cocina suelen estar dominadas por hombres, lo que limita las oportunidades para las mujeres de acceder a recursos y promociones. La falta de ”padrinos“ o apoyo institucional refuerza esta desigualdad”, indica.

“En todos los sectores ocurre. Cuando se forma un consejo de administración son todos hombres porque cuando necesitan miembros solo se les ocurre pensar en varones, cuando las mujeres están igual de preparadas que ellos. Hay una cuestión que es que busco a mi alrededor lo que conozco. Como no buscan entre las mujeres, no hay mujeres. Pasa lo mismo con la cocina. Si no busco entre las mujeres que sean buenas profesionales, desaparecen, porque la cultura también lleva a que sean hombres los que son estrellas y líderes”, detalla la teniente de diputada general y responsable del Departamento Foral de Empleo, Cohesión Social e Igualdad, Teresa Laespada.

Sobre la competitividad, la investigación recoge el testimonio de una entrevistada que señala que la alta cocina sigue siendo un mundo muy competitivo, donde la presión, el trabajo duro y la perseverancia son fundamentales para ascender. La cocinera manifiesta que las mujeres enfrentan una competencia aún mayor, ya que deben demostrar constantemente que son tan capaces como sus colegas masculinos, lo que puede generar desventajas adicionales. Otra entrevistada menciona que, aunque más chicas se están incorporando a la formación en cocina, las mujeres tienden a abandonar más que los hombres, y las que se quedan en la profesión suelen enfrentarse a más obstáculos para llegar a puestos de responsabilidad. “La alta cocina se percibe como un campo muy competitivo y físicamente demandante, lo cual es una barrera adicional que actúa para excluir a las mujeres. Algunas mujeres pueden ser relegadas a roles de menor responsabilidad (como en pastelería, a pesar de que su interés estaba en otros campos) y cómo esto puede desincentivar a muchas a seguir en la alta cocina”, concluye el estudio.