Nuria Terán, médica: «Los suicidios tienen que ser investigados como cualquier muerte»

La asociación Paisaje que dirige ha puesto en marcha el primer grupo de ayuda de Cantabria para los supervivientes: familiares y amigos de personas que se han quitado la vida

Antecedentes – El suicidio como accidente laboral: «Mi marido lo hizo después de que su empresa lo utilizara de cabeza de turco»

Papageno es un personaje de la ópera de Mozart ‘La flauta mágica’ que tiene planificado su suicidio, pero tres niños le disuaden de ello. El joven Werther no tiene la misma suerte que el hombre pájaro. Sufre por amor y acaba por quitarse la vida. Ahora, ambos personajes dan nombre a dos efectos diferentes: Papageno simboliza el triunfo de la vida y Werther nos alerta del efecto contagio de la conducta suicida. La médica especialista en anatomía patológica Nuria Terán recibió una llamada de teléfono que lo cambió todo. Lloró, luchó –consiguió que el suicidio de su marido fuese reconocido como accidente laboral– y empezó a hablar de ello sin estigmas ni silencios.

También fundó la asociación Paisaje para prevenir, atender e investigar el suicidio y ahora, este sábado 1 de marzo en la Biblioteca Central de Cantabria, estrena el primer grupo de ayuda a personas que han vivido una situación de duelo como la suya. Una experiencia, el suicidio, que en ocasiones deja un sentimiento de culpa entre familiares y amigos. El psicólogo y fundador de Papageno, Daniel López Vega, resolverá todas las dudas e inquietudes de los asistentes. Pero más allá de eso, la principal reivindicación de Nuria Terán es que los suicidios se investiguen, como se hace con todas las muertes, porque a veces hay circunstancias y responsabilidades que deben salir a la luz.

Va a poner en marcha en Cantabria el primer grupo de ayuda mutua para supervivientes del suicidio, que son los familiares que atraviesan el duelo. ¿Tiene algo de diferente perder a una persona querida de este modo?

La diferencia es precisamente el concepto que hay del suicidio en nuestra sociedad. El suicidio existe desde siempre, no es una cosa nueva, siempre ha sido un problema de gran envergadura pero nunca se ha abordado de una forma objetiva y terapéutica. Siempre ha sido un concepto de pecado, de delito, y en el último siglo de enfermedad, de locura. Ahora tenemos la suerte de que desde hace 30 años ha empezado a evolucionar el concepto de lo biopsicosocial. Cualquier cosa que le pase a una persona siempre tiene influencia biológica, psicológica, está relacionado con el contexto social en el que se encuentre, y ahora el concepto de suicidio se está analizando desde un punto de vista más personal y social que de enfermedad. Lo que hay conseguir es eliminar el estigma. El suicidio es un fenómeno que se produce en el ser humano y hay que analizarlo, valorarlo y poner las medidas preventivas necesarias para reducirlo.

La invitación a la charla habla de supervivientes. ¿Por qué?

Aunque el puro significado de las palabras no es así, se ha determinado que el sobreviviente es la persona que tiene conducta suicida, ha hecho un intento de suicidio y no ha llegado a fallecer. Es un sobreviviente de un suicidio y un superviviente es la persona que queda en duelo por el suicidio de alguien cercano. Se denomina así en referencia a los supervivientes del holocausto y hace referencia al shock postraumático que muchas ocasiones arrastra un complejo de culpa. Porque la diferencia que hay entre una muerte por suicidio y otra muerte por accidente o por enfermedad es la concienciación social. Alguien fallece porque lo asesinan y la sociedad lo entiende y se solidariza con las personas cercanas a esa víctima. Sin embargo, cuando fallece alguien por suicidio, la sociedad no lo entiende, porque no tiene la alfabetización suficiente para comprender que esa muerte ha sido debida a un proceso que tiene unas causas y que deriva en ese acto de quitarse la vida. De todos modos, la divulgación es una de las indicaciones del Plan Nacional de Suicidio que acaba de ser aprobado, y la información va desde cómo atender a las personas que están en duelo a cómo enfrentarse a un caso de conducta suicida o como darle el pésame a una persona que ha perdido un ser querido.


Nuria Terán reivindica que se investiguen los suicidios.

¿Y cómo se hace eso, cómo dar el pésame?

Lo más importante es saber lo que no hay que decir. No se puede preguntar “¿cómo fue?”, “¿qué pasó?”, “¿en la familia no lo veíais?”. Estás cosas no aportan nada y producen mucho daño. Qué más da como fue. Es morbo y no tiene ningún sentido. De la misma manera que cuando ves a una persona en riesgo de suicidio lo que no puedes es decirle: “olvídate, si no es nada”, “tú en positivo”. Eso es alejarle, no le estás mostrando que quieres acompañarle, le estás apartando quitándole importancia a lo que siente. Por eso, la formación de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado es fundamental: saber cómo abordas a una persona que está a punto de tirarse desde algún sitio, por ejemplo. No se le puede decir: “Venga, hombre, que no es nada, ya verás cómo todo se arregla”.

¿Está invisibilizado el suicidio? ¿Tenemos que hablar más de ello?

Claro que está invisibilizado y hay que hablar de ello con naturalidad porque bloquear un tema como este lo único que hacer es mantener aislada a la gente que se ve afectada. No pueden hablarlo porque su hermana o su vecina rechazan hablar de ese tema. Hace 20 o 30 años el cáncer era un tema tabú que la familia ocultaba. Ahora ya no se oculta, se cuenta y la gente que está alrededor acompaña a la persona que tiene esa enfermedad. Pues esto es lo mismo: hay que verlo con naturalidad para poder abordar el problema.

Los medios de comunicación no deberían hablar del suicidio como un suceso

Tradicionalmente se ha dicho que los suicidios no son noticia, que no se debe informar porque animan a otras personas a imitar esas conductas. ¿Esto debe seguir vigente?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hablar del suicidio con responsabilidad, con unas normas que ellos mismos establecen. Se sabe que cuando se trasmite determinada información sobre suicidio se produce un efecto Werther, que es el efecto contagio. Sin embargo si se habla de forma constructiva, dando información, eso tiene un efecto protector, un efecto Papageno. Hay que hablar del suicidio pero con responsabilidad. No se puede hablar de métodos porque se sabe que cuando se hace público cómo se ha suicidado una persona, otras que están en riesgo lo copian. No hay que publicar la identidad de la persona. Ni hablar desde un punto de vista sensacionalista del tema, ni del lugar en donde se produjo. Lo que hay que hacer es acompañar siempre una noticia de información positiva, información que instruya a la población e información de ayuda, igual que se hace en los casos de violencia de género.

Y en este sentido, ¿cómo valora el tratamiento del suicidio que hacen los medios de comunicación?

Los medios de comunicación no deberían hablar del suicidio como un suceso. Hay que huir de eso. Salvo que, como dice la OMS en su escrito sobre la prevención del suicidio, el suicidio tenga interés para la sociedad. Te pongo mi propio ejemplo. Cuando el suicidio tiene un reconocimiento como accidente laboral, como ocurrió con mi marido, eso tiene interés público. La noticia es que ha sido reconocido como accidente laboral, pero por supuesto no hay que poner dónde sucedió ni cómo.

¿Se detectan muchas imprudencias en los medios de comunicación?

Muchas, sin duda. Continuamente. Nosotros tenemos un grupo de WhatsApp de la asociación Papageno y rara es la semana en la que alguien no comparte alguna noticia imprudente. Hay una persona, Guillermo Córdoba, que se encarga de contactar con el periódico en concreto, les informa y les pasa una guía. Algunos lo corrigen y otros no.

Usted propone más divulgación para detectar señales en las personas de nuestro entorno que puedan tener la tentación de quitarse la vida. ¿Y en el ámbito sanitario se están atendiendo a esas conductas o señales previas?

Puede haber grupos aislados en determinados puntos de España que tengan una especialización en suicidio y trabajan fenomenal. Pero en general, en todos los centros de salud, hospitales y unidades de Psiquiatría hace falta una atención integral en el tratamiento de la conducta suicida.


La asociación pone en marcha en Cantabria el primer grupo de ayuda a los supervivientes del suicidio.

El Hospital Valdecilla tiene en Santander el programa CARS de atención a la conducta suicida. ¿Cree que está funcionando?

Consideramos que en el programa CARS hay un déficit de personal, un déficit de formación y un déficit de atención en tiempo y forma al paciente con conducta suicida. Nosotros desde la asociación lo vemos así: necesitan más personal y agilizar las citas con un seguimiento más continuado.

¿Hay otras experiencias en otros puntos de España?

No conozco en detalle los programas de otras comunidades autónomas, pero he tenido que utilizar el que está implantado en Galicia y tengo constancia de que hay profesionales que se dedican exclusivamente a la conducta suicida y que lo gestionan muy bien: atención inmediata, diagnóstico y seguimiento.

Existe la creencia de que el suicidio va unido a problemas de salud mental, enfermedades que derivan en ello, personas que no toman su medicación… ¿qué situaciones conducen a un suicidio?

Hace décadas se hizo un estudio muy superficial que determinaba si una persona que se había suicidado tenía o no tenía una enfermedad mental en base a si había consultas médicas previas o no. Concluían que el 90% de las personas que se suicidaban tenían una enfermedad mental. Sin embargo, hoy en día la propia OMS determina que el hecho de que una persona consulte a su médico de cabecera o incluso que esté en tratamiento psiquiátrico no quiere decir que de base tenga una enfermedad mental. Puede tener un trastorno mental reactivo a una situación social pero no metería ahí ese porcentaje como enfermedad mental, hablaría de trastorno psiquiátrico mayor. Personas que biológicamente, sin un entorno hostil, tienen una depresión, un trastorno bipolar o una esquizofrenia, por ejemplo. Para mí eso es una enfermedad mental de base y esas personas a veces se suicidan y a veces no.

No es lo mismo que una persona tenga a un hijo que se muere de una leucemia a que le acosen en su trabajo. En el primer caso nadie tiene responsabilidad y en el segundo si que existe

¿No hay mayor riesgo de suicidio entre personas con depresión?

La depresión tiene un mayor riesgo de suicidio que la población en general, pero es un pequeño porcentaje de los que se suicidan. La mayoría de los suicidas lo que tienen es un problema social o en su entorno laboral o familiar que les conduce a una situación de desesperanza, de desconexión, y si además coincide con que tienen capacidad suicida -que es la impulsividad- pues entonces se produce el fenómeno. Dentro de ese grupo, que es el mayor, hay situaciones que conducen a una persona a una visión de túnel que, además, implican responsabilidad. Por ejemplo, no es lo mismo que una persona tenga a un hijo que se muere de una leucemia a que le acosen en su trabajo. En el primer caso nadie tiene responsabilidad y en el segundo si que existe una responsabilidad. Por eso, lo que nosotros planteamos es que los suicidios tienen que ser estudiados, tienen que ser investigados igual que se investigan otras muertes. Se tendría que aplicar de forma sistemática una autopsia psicológica a cada suicidio y descartar los casos en los que pudiera haber responsabilidad judicial. Si un chico de 16 años sufre una situación de acoso en el instituto y se suicida, eso hay que investigarlo. Puede haber una responsabilidad del centro, si no hubiese hecho caso a una denuncia, o de los propios acosadores.

¿Existe un perfil de la persona suicida en España?

El grueso en cuanto a edades es muy amplio: entre los 25 y los 60 años. Se suicidan más del doble de hombres que de mujeres. ¿La razón? Es un tema muy candente. Hay quien dice que depende del tema cultural: las mujeres hablamos más, nos expresamos, compartimos más nuestros problemas y los hombres son más introspectivos. También está el papel que juegan hombre y mujer en la sociedad y cómo afecta la pérdida del trabajo, la pérdida del estatus, por ejemplo. Se producen muchos suicidios entre personas que pertenecen a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Es la profesión en la que más se producen. Tienen el acceso al medio, a un arma, que es uno de los factores más determinantes. El segundo colectivo son los médicos. Cuando se limita el acceso a los medios se reduce el número de suicidios. También se evitan localizando los puntos calientes como están haciendo en el País Vasco: poner barreras y anuncios o mensajes de tipo “piensa”, “no estás solo”, que hacen recapacitar. En Japón está muy instaurado y se ha demostrado que reduce los suicidios.

Uno de los mitos sobre el suicidio es que quien avisa y dice «me voy a suicidar» no lo hace. Eso es falso. El que avisa está pidiendo ayuda

¿Se suicidan ahora más jóvenes por la influencia de los casos de acoso en centros escolares o en las redes sociales?

Las estadísticas no detectan un incremento significativo del número de muertes en jóvenes. Pero ese rango de edad está más afectado desde el punto de vista de salud mental porque ha cambiado la sociedad, el sistema de educación y sobre todo se ha introducido una herramienta que es internet. La tendencia a la adición a las redes sociales y a las pantallas interviene en la salud mental de los jóvenes. Quizá lo que sí ha aumentado son, por ejemplo, las autolesiones, y la demanda de ayuda de los jóvenes. Es un tema sensible.

¿Existen algunas señales que deberíamos conocer para estar alerta?

Sí. Cambios de comportamiento significativos. Que la persona se aísle más, comparta menos información, haga referencia por ejemplo a “no sirvo para nada”, “estaríais mejor sin mí”, “me dan ganas de quitarme de en medio”. Son frases que a veces se escuchan y las personas que están enfrente no profundizan en el asunto. Uno de los mitos sobre el suicidio es que quien avisa y dice “me voy a suicidar” no lo hace. Eso es falso. El que avisa está pidiendo ayuda y lo que hay que hacer es preguntar abiertamente y de forma delicada si realmente lo está pensando, si ya lo tiene planeado, y acompañarle para que pida ayuda profesional.