¿Podría ser Raffaela Petrini la primera mujer ‘cardenala’ en la historia de la Iglesia?

La monja se convierte este sábado en ‘alcaldesa’ de la Ciudad del Vaticano, un cargo que por estatutos solo puede desempeñar un cardenal; el Papa cambió la normativa para darle las mismas atribuciones que sus antecesores, entre ellas participar en el Consejo de cardenales que asesora al Pontífice

El Papa insiste en su revolución femenina en la Iglesia católica: una monja será la nueva ‘alcaldesa’ del Vaticano

Cuando este sábado, 1 de marzo, Sor Raffaella Petrini tome posesión de su cargo como presidenta del Governatorato de la Ciudad del Vaticano, en sustitución del cardenal español Fernando Vérgez (que al cumplir 80 años ha de cesar en su puesto), muchas cosas habrán cambiado en la Iglesia católica. Por primera vez en la historia, una mujer se convertirá en alcaldesa del Vaticano. Y lo hará con plenos poderes, después de que esta semana, desde su habitación en la plata décima del Policlínico Gemelli, el Papa Francisco cambiara la legislación interna de la ciudad-estado para otorgarle los mismos poderes que los que tendría un cardenal. ¿También habrá nombramiento?

En teoría, el Derecho Canónico no debería impedir a una mujer ser cardenal, toda vez que existen tres tipos de órdenes cardenalicias (obispos, presbíteros y diáconos) y el último de ellos no exige la consagración sacramental, que es un terreno vedado –por el momento– a las mujeres en la Iglesia. Desde hace años, con motivo del Sínodo, el Papa abrió la puerta a una comisión de estudio sobre el papel de las mujeres diaconisas durante los primeros siglos de la historia de la Iglesia, que serviría para poder volver a nombrar mujeres para este orden, tal y como ha reclamado una mayoría de fieles durante el proceso sinodal. Siendo diaconisa, no habría impedimento para que una mujer pudiera ser nombrada cardenal, que “no es un cargo sacramental, sino una dignidad concedida por el Papa a aquellos que estén dispuestos a ‘derramar la sangre’ por él, de ahí el color púrpura de sus vestimentas”, apunta a elDiario.es un experto canonista.

¿Podría Raffaela Petrini romper ese techo de cristal? “Seguramente no, no creo que Francisco se atreva a tanto, pero nada es descartable, y menos en estos momentos”, señala el experto, abundando en la tesis de que el Papa, una vez recuperado, volverá “con fuerza” al Vaticano. El pontífice cree, como aclararon fuentes directas a este medio, que le queda “mucho por hacer” y decisiones importantes que tomar. De hecho, desde el Gemelli, Bergoglio ya cambió la normativa para otorgar a la nueva alcaldesa del Vaticano “la potestad de disponer y conferir (…) competencias específicas o tareas particulares” a los trabajadores de la ciudad-estado, lo que le da exactamente el mismo status de poder que el que tenía su predecesor, el cardenal Vérgez. Tal vez la púrpura jamás llegue, pero sí una decisión que, en la práctica, la equipara a los máximos colaboradores de Francisco: la presencia de Petrini como miembro nato del Consejo de cardenales que asesora al Pontífice en el Gobierno de la Iglesia, el C9.

Un grupo del que forman parte los cardenales Pietro Parolin, Secretario de Estado; Fridolin Ambongo, Arzobispo de Kinshasa; Oswald Gracias, Arzobispo de Bombay; Seán Patrick O’Malley, arzobispo de Boston; Juan José Omella, arzobispo de Barcelona; Gérald Lacroix, arzobispo de Québec; Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo; Sérgio da Rocha, arzobispo de San Salvador de Bahía. El secretario de la comisión es monseñor Marco Mellino. Y junto a ellos, como miembro nato, el Presidente del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, que desde este sábado ya no será Fernando Vérgez, sino Raffaela Petrini.

A sus 59 años, Petrini (monja franciscana) se convierte en la mujer con mayor poder temporal en el Vaticano. En la gestión administrativa del día a día, incluso, podría mandar sobre el Papa. No es la primera mujer que rompe un prejuicio recientemente. Simona Brambilla fue designada por Francisco prefecta (ministra) del dicasterio para la vida consagrada el pasado 6 de enero. Es la máxima responsable de monjes, monjas, frailes y sociedades de vida apóstolica, y ya ha empezado a demostrar capacidad de mando con la intervención del Instituto de Vida Encarnado y acompañando el proceso de disolución del Sodalicio.

Desde su nueva ocupación, sor Raffaela habrá de gestionar la organización de servicios públicos, el mantenimiento de infraestructuras y la supervisión de actividades diarias de la ciudad estado. A su cargo están los bomberos, los Museos Vaticanos, la gasolinera o la famosa Farmacia Vaticana. En total Petrini gestionará el día a día de los 600 habitantes y 2.000 empleados del Vaticano. Se trata de una mujer pluriempleada, porque también es la primera mujer en formar parte del Dicasterio de los Obispos, el órgano encargado de nombrar futuros obispos en todo el mundo, del que forman parte, entre otros, los cardenales Cobo y Omella. Su presencia en la fábrica de obispos causó un gran revuelo en su día. Algunos razonan que, si una mujer puede elegir a los obispos, ¿por qué no puede formar parte del colegio cardenalicio? Petrini también es parte del APSA, la institución vaticana que toma las decisiones sobre el dinero de la Iglesia.

Petrini y Brambilla son las últimas abanderadas de las mujeres en puestos de responsabilidad en la Iglesia. Junto a ellas también destacan la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, la secretaria de la Comisión Pontificia para América Latina, Emilce Cuda, la directora adjunta de prensa de la Santa Sede, Cristiane Murray, o la subsecretaria del Sínodo, Nathelie Becquart.

Una presencia significativa, y cada vez más numerosa que, sin embargo, sigue poniendo negro sobre blanco la existencia de una profunda discriminación hacia la mujer, mayoría absoluta en los templos y minoría excepcional en los despachos de la Iglesia católica. En este sentido, la asunción de la alcaldesa del Vaticano, su presencia en el C9 y la posibilidad de alcanzar el cardenalato provocan una ilusión contenida. Y, también, accesos de urticaria entre los más tradicionalistas. ¿Se atreverá Francisco a dar un paso más?

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