El insoportable olor a muerto de Mazón

‘Política para supervivientes’ es una carta semanal de Iñigo Sáenz de Ugarte exclusiva para socios y socias de elDiario.es con historias sobre política nacional. Si tú también lo quieres leer y recibir cada domingo en tu buzón, hazte socio, hazte socia de elDiario.es

Mientras estaba escuchando a Carlos Mazón el pasado lunes en su conferencia en el hotel Ritz, me preguntaba hasta qué punto llegaría con tal de ignorar su responsabilidad ante la catástrofe de la DANA. Su Gobierno, como todos los autonómicos, cuenta con las competencias en relación a una emergencia, sin que eso le impida solicitar ayuda al Gobierno central en lo que sea necesario. A los pocos minutos, me quedó claro que íbamos a ser testigos de una de las actuaciones más vergonzosas que se le hayan visto a un responsable político en España. Fue inaudito. De no creer.

Después de ofrecer un listado de los daños sufridos en forma de números, pronunció la frase que hizo que saltaran todas las alarmas. “Quiero contar la verdad. No mi versión, la verdad”, dijo. Cuando escuchas a un político colocarse como supremo estandarte de la verdad, sabes que va a empezar a mentir como si no hubiera un mañana. Lo malo es que siempre hay un día después y otro y otro. Esta ha sido la semana en que Mazón ha confirmado que está muerto, que es un zombi político y que su partido lo sabe. Los que hasta ahora le habían defendido ya no están dispuestos a empeñar su credibilidad en mantener una ficción. 

En el Partido Popular, no entendían por qué Mazón quería venir a Madrid para dar otra vez su versión de los hechos. Alberto Núñez Feijóo le había dicho de todas las formas posibles que debía centrarse en la reconstrucción, lo que quiere decir hablar lo menos posible de sus decisiones del 29 de octubre. Esto último hay que entenderlo. El PP sabe que su presidente en Valencia está sentenciado. Nadie puede borrar de la memoria de la gente que en el día en que Valencia sufrió la mayor tragedia de su historia reciente su presidente pasó toda la mañana en citas prescindibles, que consumió tres horas de ese día en una comida con una periodista con el fin de asegurarse el control de la televisión autonómica y que se negó a asumir el control directo de la respuesta a la emergencia hasta que era de noche. Para entonces, había muerto la mayoría de las 227 víctimas de la tragedia. Lo único de lo que podía presumir Mazón era de haber hecho llamadas telefónicas.

En el plano político, su osadía no tiene límites. Hasta consiguió dejar a Feijóo como un mentiroso. En su visita a Valencia el 31 de octubre, el líder del PP presumió de haber estado en contacto permanente con Mazón (como si eso hubiera servido de algo): “El president de la Generalitat, desde el pasado lunes (28 de octubre), me ha venido informando en tiempo real”. En la conferencia del Ritz, Mazón ofreció el listado de las llamadas que hizo el martes 29 con la hora y el destinatario. En ninguna de ellas aparecía Feijóo.

Todo el entramado levantado por el PP para defender a Mazón se ha venido abajo con las primeras noticias ofrecidas por la investigación de la jueza de Catarroja. Era cuestión de tiempo que un juzgado pusiera la lupa sobre las medidas tomadas por el Cecopi, el comité de emergencia, o la ausencia de ellas. Sobre por qué no se envió la alerta masiva a los móviles hasta pasadas las ocho de la tarde. Sobre por qué la reunión del Cecopi se suspendió durante más de 50 minutos desde las seis de la tarde y las pantallas de la videoconferencia se fueron a negro. Como si no hubiera ninguna urgencia. Sobre la hora a la que llegó Mazón a la sede del Cecopi. 

La jueza ha solicitado a la Generalitat que expliqué por qué se produjo ese parón que sabemos que existió cuando la situación era angustiosa en varias zonas al sur de Valencia, es decir, cuando ya estaba muriendo gente. Lo explicó este viernes el jefe de Climatología de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Valencia, José Ángel Núñez, en la SER, que estaba presente en la reunión. Es “insoportable ver cómo la gente se estaba ahogando a las seis, a las seis y media, a las siete, y a continuación las declaraciones del presidente de la Generalitat”. Se refería a su conferencia de este lunes.

Mazón intentó echar la culpa a la Aemet con el argumento de que había pronosticado lluvias de 180 litros cuando finalmente cayeron 800. “Lo que pronosticó la Aemet es un día de tormentas como tenemos cada año”. Eso es lo que define su respuesta a la crisis que comenzó a primera hora de la mañana del día 29. Para él, era un día normal, como los que se dan cuando hay una gota fría. De todas formas, siempre que hay estos fenómenos se producen destrozos incalculables y a veces también pérdida de vidas humanas. Para Mazón, nada que fuera lo bastante importante como para alterar su agenda diaria.

Núñez contó lo que Mazón debería saber. “Cuando el meteorólogo prevé que se van a superar o igualar 180 litros por metro cuadrado, se establece el nivel rojo de aviso”. Esa cifra de 180 es el mínimo a partir del cual ya se puede hablar de “riesgo extremo”. No hay un umbral superior de otro color. “Aemet no trabaja con predicciones de van a caer 300, 400, sino que trabaja con umbrales”, fijados hace 17 años con el Plan MeteoAlerta y que conocen todas las comunidades autónomas.


Manifestación para exigir la dimisión de Mazón el sábado en Valencia.

Este jueves, Mazón volvió a dejar perplejos a todos. Empezaba a sentir la presión por la investigación judicial e intentó quitarse de en medio. Afirmó que había llegado al Cecopi a las 20.28, diecisiete minutos después del lanzamiento de la alerta. Toda la historia montada por el PP que contaba que el presidente valenciano había dirigido la respuesta a la emergencia se hizo pedazos. Con la intención de evadirse de la responsabilidad penal, la Generalitat sostenía que Mazón no había estado presente cuando se tomó la decisión que dependía de las autoridades autonómicas. Además de incompetente, cobarde.

A pesar de la importancia de la hora de llegada al Cecopi, Mazón no dio esta información al comparecer en el Parlamento valenciano. Tampoco en las muchas declaraciones realizadas a los medios hasta ahora ni en la conferencia del Ritz. Deja a los pies de los caballos a su entonces consejera de Emergencias, Salomé Pradas, que dirigía el Cecopi. Ese mismo jueves, dio un aviso en un breve comentario a eldiario.es: “Ya se sabrá la verdad. Yo me mantengo en no decir nada por ahora, aunque algunas informaciones me perjudican, pero tengo claro lo que pasó”. Si Mazón cree que Pradas, a la que destituyó semanas después, va a ir sola al matadero, está muy equivocado. 

En la derecha, no se hacen ilusiones. Se acabó cualquier amago de defensa de Mazón. Veamos lo que publicó el jueves por la mañana el director de ABC, Julián Quirós: “Su equipo está tan desorientado como él, Génova no se atreve a decirle la verdad porque la sucesión supone un lío descomunal y los líderes sociales simulan su verdadera opinión cuando lo tienen delante. Está desnudo y nadie se lo dice, salvo el relato terrorífico de tantísimos muertos antes de que sonara la funesta alerta”.

En La Razón, no se cortan a la hora de titular: “Mazón hunde al PP en la Comunidad Valenciana”. Afirman que las encuestas internas que maneja el PP revelan un hundimiento completo y colocan al partido por detrás del PSOE y de Vox. Si en el PP no te defiende ni Marhuenda es porque apestas a cadáver. A Mazón ya sólo le queda OK Diario y suponemos a cambio de qué. 

Otros medios citan fuentes anónimas del PP que dan a Mazón por “políticamente muerto” y temen que sea “un lastre que puede arrastrar a Feijóo”. De momento, Génova niega rotundamente que esté a punto de exigir su dimisión. 

El PSOE, a través de Diana Morant, ha cambiado de opinión y dice ahora que no descarta presentar una moción de censura, que ya había reclamado Compromís. Quizá sea un error, porque todo el mundo está convencido de que  Vox no la apoyará. Al igual que le pasa al PP en el Congreso contra Sánchez, presentar una moción de censura sólo sirve para acaparar los titulares durante tres días, pero si se pierde, termina reforzando al presidente. A menos que haya un cálculo maquiavélico por el que algunos creen que la moción obligará al PP a mantener a Mazón en el puesto hasta las elecciones para no dar la razón a la izquierda y eso hará que no pueda parar la hemorragia de votos.

A Vox le interesa mantener a Mazón en el puesto, debilitado y vulnerable. Siempre podrá decir que ahora lo importante es la reconstrucción. Sólo puede beneficiarse en las encuestas de que Mazón siga agonizando. De hecho, está negociando con él los presupuestos. El PP no puede dar por hecho que Vox vaya a apoyar a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, en un debate de investidura, y eso es lo que retiene a Feijóo, un político no muy propenso a las decisiones audaces.

En la reunión de la Junta Directiva Nacional del PP el 12 de enero, todos los dirigentes del partido aplaudieron a rabiar a Mazón. Lo mismo hicieron Tellado, Gamarra, Álvarez de Toledo, Fabra y otros diputados en la conferencia del Ritz. No les quedaba otra. Algunos ya sabían que estaban ovacionando a un cadáver y sólo les quedaba irse luego a casa y pegarse una ducha con la que quitarse de encima esa peste. Podéis estar seguros de que el olor era insoportable.

La despedida de Aitor Esteban


Sánchez despide a un emocionado Esteban en la sesión de control del 26 de febrero.

Ahora que el Congreso de los Diputados es una batalla campal permanente donde los discursos sin insultos y otras formas de desprecio por el rival son una rara excentricidad, se va Aitor Esteban, el portavoz parlamentario del PNV. El miércoles tuvo su última sesión de control, aunque no dejará su escaño hasta dentro de unas semanas. Después de veinte años en el Congreso, se vuelve a Euskadi a presidir el partido después de que Andoni Ortuzar fracasara en su intento de reelección.

No es una exageración decir que Esteban daba altura a los debates en que intervenía. Era capaz de dejar claras sus posiciones sin ir al cuello del adversario. Se ocupaba de advertir al Gobierno de las consecuencias de algunas de sus decisiones incluso si iba a votar a favor de ellas. Nada de histrionismos y sí un poco de humor socarrón de vez en cuando. Y no olvidaba la política internacional en las jornadas en que era necesario hablar de ella, una costumbre no muy extendida en la Cámara. En general, los periodistas apreciaban su estilo y le premiaron como mejor orador en dos ocasiones.

En su última réplica, recordó “por enésima vez” a Pedro Sánchez que aún no se ha reformado la ley de secretos oficiales, a pesar de sus varios intentos. “No es de recibo que continuemos con una ley franquista”, dijo. Esteban tiene razón, pero sus esperanzas de una reforma real de esa ley no son muy grandes si depende del PSOE o del PP. Lo han demostrado durante décadas. 

Después de su intervención en la que anunciaba su despedida, los diputados de los partidos que apoyan al Gobierno comenzaron a aplaudir, menos los de Bildu. Algunos del PP no ocultaron su desdén y una diputada se burló haciendo gestos para que se levantaran. Eso es lo que hicieron y se pusieron en pie. Un diputado del PP no daba crédito y se le oyó decir: “¡Qué barbaridad!”. Así entienden algunos la política. Todo lo que no sea volarle la cabeza al rival les parece intolerable. 

Todo puede ocurrir en una entrevista con Feijóo

Cómo será lo de Feijóo en las entrevistas que esta semana fue Ana Rosa Quintana la que le dejó en evidencia, casi sin querer. Sí, es difícil de creer, pero aquí está el diálogo.

Feijóo: “Nuestra política de inmigración es muy clara, sellar las fronteras a la inmigración ilegal, expulsar a los inmigrantes ilegales que entran en España”.

Ana Rosa: “Es lo que hace Trump”.

Feijóo: “Lo que hace Trump es otra cosa”.

Pues claro que eso es lo que ha dicho Trump que hará en incontables ocasiones. Cuando no lo tiene escrito delante, lo de Feijóo es un poema. Uno muy dramático.

Matones ultras campan a sus anchas en el Congreso


Los periodistas parlamentarios se concentran ante el Congreso contra las amenazas de los ultras.

Después de otro incidente lamentable, los periodistas que cubren la información del Congreso decidieron que están hartos de las amenazas e intimidaciones de algunos agitadores ultras que están acreditados en la Cámara para trabajar como periodistas. La historia viene desde hace bastante tiempo sin que la Mesa del Congreso haya intervenido. El miércoles, la Asociación de Periodistas Parlamentarios emitió un comunicado para denunciar estos hechos y un grupo numeroso de reporteros se concentró ante el Congreso. 

Insultos, amenazas y ataques machistas es lo que periodistas de varios medios tanto conservadores como progresistas han recibido del reducido grupo de representantes de Javier Negre. “Incluso nos amenazan con dar a conocer nuestros domicilios”, dice el comunicado de la APP. Este comportamiento propio de matones ha sido tolerado por el Congreso durante mucho tiempo.

Ahora parece que los grupos parlamentarios están negociando la elaboración de un código de conducta dentro del reglamento del Congreso que impida este tipo de situaciones. El PP y Vox estaban en contra de que la Mesa del Congreso tomara una decisión al respecto. 

Para que no se diga que esto es una cosa de rojos que siempre andan quejándose de la extrema derecha, así describió la situación el ABC hace unos días:

“Los problemas de convivencia, en un espacio donde han coincidido sin problema medios desde ‘Libertad Digital’ hasta ‘Público’, comenzaron cuando irrumpió en la Cámara Baja la plataforma EDATV (que dirige Negre). Varios de sus trabajadores, desde el principio, sembraron la discordia acusando a profesionales con años y décadas de experiencia de ser ‘palmeros’ de los políticos, pero los ataques han ido a más en los últimos meses, con acoso en redes sociales, menciones expresas a periodistas para lanzar contra ellos a sus seguidores e incluso publicación de noticias sobre ellos manipuladas cuando no directamente falsas, siempre poniéndoles en el disparadero”.

La verdad es que los que peor se tratan en el Congreso son los políticos entre ellos. Periodistas, políticos y funcionarios de la Cámara se tratan en general mutuamente con el respeto que uno espera del lugar que representa la soberanía nacional. Todos los problemas relatados se deben a unas personas muy concretas que gozan de una impunidad que es inexplicable que haya permitido el Congreso.