Los sindicatos estiman que la mitad de la plantilla se jubilará en apenas cinco años y el Ayuntamiento ha propuesta cubrir las vacantes con exmilitares de tropa y marinería y no con una oferta pública de empleo. Los trabajadores alertan del deterioro del servicio público
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La paulatina merma de profesionales en el Cuerpo de Jardinería del Ayuntamiento de Madrid tras la privatización iniciada hace unas dos décadas ha hecho que los Jardines Históricos de la capital cuenten con menos conservadores que nunca. La plantilla exige abrir una oferta pública de empleo para fortalecer el servicio mientras que la Administración ha propuesto a los sindicatos cubrir las vacantes mediante personal procedente de las Fuerzas Armadas, concretamente de tropa y marinería. “Es probable que en cinco años se haya jubilado la mitad de la plantilla actual”, adelanta el secretario general de UGT en los Servicios Generales del Consistorio madrileño, David Batista.
Este sindicalista recuerda que el Ayuntamiento, con el paso de los años, ha ido reduciendo los lugares en los que los jardineros municipales pueden desarrollar sus funciones. En estos momentos, los trabajadores públicos tan solo prestan servicio en los denominados Jardines Históricos de la capital, entre los que se incluyen espacios tan reconocidos como los Jardines del Buen Retiro, la Dehesa de la Villa, la Quinta de los Molinos, la Plaza de Oriente y los Jardines de Sabatini.
La idea de cubrir esas plazas vacantes con militares de tropa y marinería encuentra su razón de ser en que, de esa forma, no se consumiría la tasa de reposición del Ayuntamiento, explica Batista. “Crearían una especie de bolsa de trabajo para que pudieran entrar los exmilitares que lo desearan”, vaticina el miembro de UGT. El Ayuntamiento no ha respondido a las cuestiones planteadas por elDiario.es.
En cambio, UGT apoya la creación de una oferta pública de empleo: “Ahora no existe un conflicto como tal, pero si no se toman algunas medidas ya sí que lo habrá dentro de unos años, por eso queremos que en las próximas ofertas de empleo salgan más plazas de jardinero para mantener en buen estado los jardines históricos”, añade el representante sindical. Si no es así, este servicio podría acabar muriendo y siendo privatizado, como ya ha ocurrido con anterioridad en todos los demás dedicados a la conservación de parques en Madrid, alarma el ugetista.
Desde hace años, el Ayuntamiento ha apostado por contratas antes que por el empleo público. “Lo camuflan como una colaboración entre el sector público y el privado pero en realidad significa una pérdida de empleo público en favor del rédito económico privado”, desarrolla el mismo Batista.
Solo 200 trabajadores jardineros
Ante esta pérdida de puestos laborales directamente gestionados por la Administración, una de las medidas que se adoptó fue crear un cuerpo de supervisores que analicen el desempeño de estas empresas privadas formado, precisamente, por trabajadores públicos procedentes de los jardines. “Se crearon los verificadores para controlar a las empresas privadas que entraban al servicio. Es una forma de no destruir empleo, porque retrotraer la privatización es prácticamente imposible. En el Ayuntamiento no hay nada que se haya remunicipalizado”, relata el miembro de UGT.
La jubilación progresiva de los miembros del Cuerpo de Jardinería de Madrid y su nula reposición ha llegado al punto de estar integrado únicamente por unos 200 trabajadores, cifra Batista. “El retroceso de las últimas décadas ha sido muy rápido e imparable. El Ayuntamiento nos dice que no privatizará los Jardines Históricos, pero eso puede cambiar en cualquier momento”, apuntilla.
Una privatización innecesaria en Torre Arias
Daniel Liébana trabaja como oficial jardinero desde 2005. Aunque comenzó en los viveros de la Casa de Campo, actualmente cumple su jornada laboral en la Quinta de Torre Arias desde 2014, cuando Manuela Carmena como alcaldesa puso a disposición del disfrute del pueblo este enclave de Madrid respondiendo así a una demanda vecinal histórica. “En un primero momento solo éramos trabajadores municipales aquí, pero cuando los contratos integrales en los demás parques van cumpliendo su vigencia y negocian unos nuevos, incluyen a Torre Arias”, introduce. Los jardineros plantearon que era “una privatización innecesaria” porque las funciones requeridas de mantenimiento del parque ya estaban cubiertas por la plantilla municipal.
Denuncias judiciales mediante, ni el movimiento vecinal ni los propios trabajadores pudieron parar el afán privatizador del Consistorio. “Actualmente somos el doble de empleados en la finca haciendo las mismas funciones que antes, pero los trabajadores públicos hemos perdido zonas y labores que ya no hacemos”, se queja Líebana. Desde su punto de vista, se trata de “ir arrinconando al empleado municipal para que pidamos otros destinos o la plantilla muera por envejecimiento”.
Este jardinero con dos décadas de experiencia a sus espaldas sostiene que a sus 46 años es uno de los más jóvenes. “La media de edad es tan alta que la plantilla pública está condenada a desaparecer en pocos años”, reitera. También defiende que “toda privatización es una pérdida de calidad en el servicio porque esos trabajadores no han superado una prueba abierta que acredite su capacidad, y hablamos de personas precarizadas en cuanto a temporalidad, sueldo y beneficios sociales”.
Liébana reivindica que la sociedad debería tener algo más presente esta lucha por la conservación de calidad del medio ambiente y de los espacios verdes. “Aquí hace falta evolucionar hacia una jardinería más sostenible, menos depredadora de los recursos y más integrada con la naturaleza. Eso solo puede venir determinado por técnicos que se arriesguen a innovar y probar nuevas técnicas de mantenimiento o por plantillas fuertes que así lo demanden”, desarrolla.
La formación de los trabajadores externos, en entredicho
Loreto Nebreda es jardinera del Ayuntamiento de Madrid desde 1999 y trabaja en el Vivero de Estufas del Retiro: “Hemos pasado de ser totalmente autónomos hace décadas a estar básicamente privatizados, con menos zonas en las que poder trabajar y más empleados de compañías externas”, repite. En estos momentos, las labores más especializadas en estos jardines históricos las realiza todavía la plantilla municipal, tal y como añade esta trabajadora, que critica la gestión de las empresas privadas.
“El jardinero hace lo que le manda su jefe, que muchas veces no conoce las necesidades de conservación de estos espacios. Y también necesitamos administradores públicos que sepan lo que hacen, no que se vanaglorien de comprar 400 sopladoras cuando en jardinería debería ser un elemento circunscrito a muy determinadas ocasiones”, ejemplifica Nebreda, que también pertenece a la Plataforma por la Remunicipalización de los Servicios Públicos.
Esta empleada en contra de la privatización del servicio recalca que no siempre los trabajadores externos tienen la formación necesaria para el desempeño de sus funciones. Según ilustra, muchas veces recogen las hojas para mantener el parque “limpio” cuando esas hojas son un aporte de materia orgánica que debería aprovecharse, “y lo hacen así porque aparece como tal en los objetivos de los pliegos de condiciones a los que optan estas empresas”.
En otras ocasiones, utilizan herramientas que destruyen la capa superficial del suelo y eliminan fauna beneficiosa para la conservación del parque. “Lo que quieren es que trabajemos por objetivos: hacer las cosas sin importar el cómo”, concluye esta integrante del Cuerpo de Jardinería del Ayuntamiento de Madrid.