La trampa de la igualdad en las ONG: cuanto más presupuesto tienen, menos probable es que las presida una mujer

Ellas están a la cabeza tan solo del 24% de las organizaciones más grandes, a pesar de que se trata de un sector marcadamente feminizado, en el que suponen el 75% de la plantilla

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Las mujeres son mayoría absoluta en el Tercer Sector. Suponen el 75% de la plantilla en asociaciones, fundaciones, ONGs, y alcanzan la paridad en los puestos de dirección. Pero hay letra pequeña en este retrato de uno de los ámbitos más feminizados del tejido productivo y social: ellas pueden tener el poder, pero no siempre el dinero. Gestionan, en promedio, un 41% menos de presupuesto que los hombres. Aunque llevan las riendas de las organizaciones –en el 51% de las ONG acreditadas la directora es una mujer– solo alcanzan la presidencia en el 43% de los casos. Y cuanto más grandes son las entidades, menos posibilidades hay de que tengan una mujer al frente.

Esta es una de las conclusiones del informe Las mujeres en el Tercer Sector: liderazgo y brecha presupuestaria, de la Fundación Lealtad, entidad sin ánimo de lucro que evalúa la transparencia y buenas prácticas de las ONG.

María José Gimeno, presidenta de la ONG Mamás en Acción, prefiere quedarse con la primera parte de la ecuación. Las mujeres han llegado lejos en el sector, mucho más de lo que generaciones anteriores hubieran imaginado. “No solo que lideremos, sino que tengamos unos resultados tan brillantes como los que tenemos, me parece increíble”, destaca. Y reivindica el salto generacional. “Mi hija ya ni siquiera se plantea si puede o no ser buena en algo solo por el hecho de ser mujer. Me hace comentarios como ‘Mi amiga y yo queremos emprender. Vamos a aprovechar los descansos del campamento para hablarlo’. Eso a mí no se me ocurría de pequeña. Imagínate a mi madre”, comenta Gimeno.

A mayor tamaño, menos posibilidades

El análisis de la Fundación Lealtad, que abarca 284 organizaciones que cumplen principios de transparencia y buenas prácticas de gestión, destaca que las mujeres no llegan al 50% en los órganos de gobierno. No son malos datos comparándolos con otros sectores, como por ejemplo el de las empresas cotizadas, donde representan menos del 35% de los consejos de administración. Sin embargo, no son suficientes, explican. Sobre todo, teniendo en cuenta que a ellas les atraviesa una notable brecha presupuestaria.

A ellas les atraviesa una notable brecha presupuestaria. Las ONG presididas por mujeres gestionan, en promedio, un 41% menos de presupuesto que aquellas lideradas por hombres.

Alcanzan la paridad en las presidencias solo en aquellas con un presupuesto menor a 300.000 euros. A partir de ahí, representan alrededor del 45,7% en esas otras cuya horquilla presupuestaria oscila entre los 300.000 euros y los 5 millones, y el porcentaje se desploma a tan solo el 24% de las presidencias en las ONG más grandes, que manejan presupuestos de entre 5 y 25 millones de euros.

Los posibles sesgos de la filantropía

“No es suficiente que las mujeres lleguen a puestos de liderazgo, sino que necesitan un acceso real a la financiación, redes de influencia y espacios estratégicos, y eso va ocurriendo, pero poco a poco”, señala la socióloga Rosa Siles, que trabaja como consejera y mentora para empresas como experta en emprendimiento. “Existe una cultura organizativa que, en muchos casos, sigue favoreciendo modelos tradicionales de liderazgo”, remacha.

Siles sostiene que en el sector del emprendimiento las redes de financiación siguen siendo más accesibles para los hombres. “Esto ocurre por dos factores fundamentales: uno, que la mujer a veces es muy autoexigente a la hora de presentar proyectos. Hasta que no está segura de que tienen una alta calidad, no los presenta”, explica.

Hay todavía un imaginario colectivo que apoya más el emprendimiento masculino porque les genera más confianza, más sensación de solidez, de solvencia, pese a que no existe esta diferencia

Rosa Siles
Socióloga y experta en emprendimiento

“Y luego, que para algunos aún sigue generando más confianza el liderazgo masculino a la hora de presentar propuestas de financiación. Los bancos, las entidades… Hay todavía un imaginario colectivo que apoya más el emprendimiento masculino porque les genera más confianza, más sensación de solidez, de solvencia, pese a que no existe esta diferencia. Las mujeres han demostrado una gran capacidad de gestión y transformación social”.

Ana Benavides, presidenta de la Fundación Lealtad, destaca la conciliación como otra de las causas principales. “El peso de la familia continúa recayendo de forma desproporcionada sobre las mujeres”, un hecho que impacta directamente en su disponibilidad para asumir roles de alta dirección.

“Estoy segura y confío en que esas cifras en 20 años habrán cambiado. Es simplemente que hay que dejar que la historia continúe, que las mujeres se consoliden en los puestos a los que hasta ahora no tenían opción”, proclama María José Gimeno.

Cambiar las “reglas del juego”

“Tenemos que trabajar en darle voz a las mujeres que están liderando estos proyectos, en situarlas, no solamente en foros evidentemente femeninos, sino en foros plurales, porque creo que la cuestión aquí está en que esa visibilidad y reconocimiento muchas veces lo hacemos en modo ‘cápsula’, y tiene que llegar a todos los lugares”, insiste Siles. También alienta a crear mecanismos que faciliten la llegada de fondos a proyectos liderados por mujeres.

Cuando las mujeres tienen acceso a más recursos y están en posiciones de dirección, generan un impacto social y económico de alto valor. Cerrar esa brecha significa fortalecer el Tercer Sector

Rosa Siles
Socióloga y experta en emprendimiento

Recuerda, además, que no se trata solo de una cuestión de igualdad, sino también de eficacia e impacto. “Cuando las mujeres tienen acceso a más recursos y están en posiciones de dirección, generan un impacto social y económico de alto valor. Hay que cerrar esa brecha. Cerrarla significa fortalecer el Tercer Sector”.

“Y luego, hay algo fundamental, que es que se necesita un cambio en la cultura organizativa y en la toma de decisiones”, propone la socióloga. Silvia Flórez, fundadora y presidenta de la Fundación Vipeika, asegura haber tenido una experiencia diferente. En su carrera ha ejercido como directora en empresas como UPS United Parcel Service, Blackberry u Orange. “Yo tenía muy claro lo que quería y cómo lo quería”, zanja.

Benavides, desde la Fundación Lealtad, aboga por la visibilidad de estos desafíos, la promoción de modelos de trabajo flexibles que permitan una mayor conciliación, la búsqueda activa de referentes, y la implementación de sistemas de mentoría para futuras líderes. “No se trata solo de ocupar espacios, sino también de transformar las reglas del juego”, concluye Siles.

Gráficos de Yuly Jara.