El día después de que Pamplona entone el ‘pobre de mí’, el sonido de la pelota golpeando la pared del Labrit desaparecerá por una temporada. El emblemático frontón cerrará sus puertas durante unos meses para someterse a una reforma que representará un paso esencial en la apuesta de la ciudad por convertirse en la Capital Mundial de la Pelota Vasca. Entre la nostalgia por la historia del deporte en la ciudad y la ilusión por lo que viene, el Labrit se prepara para seguir siendo el corazón de la pelota vasca en la capital navarra.