Hace exactamente un siglo, España perdía algunos de sus tesoros medievales más preciados. , el comerciante italiano Leon Levi obtenía el aval del Tribunal Supremo español para arrancar las pinturas de la ermita de San Baudelio de Berlanga, lienzos que se esparcirían por diversos museos de Norteamérica, antes de regresar —en una minúscula proporción— al Museo del Prado.