La refriega nacional impide una mirada estratégica común sobre el rearme de la UE entre el Gobierno, sus socios y la oposición

Feijóo antepone la política doméstica a la urgencia geopolítica ante las cámaras, pero en privado comparte idéntico análisis, inquietud y objetivos que Sánchez. Sólo el PNV se compromete a no hacer partidismo y todos coinciden en que el presidente evitará llevar al Congreso el aumento del gasto militar

Sánchez promete no recortar “ni un céntimo” en políticas sociales para gastar en Defensa: “Es invertir mejor y hacerlo juntos”

Feijóo reclama a Sánchez una negociación “seria y limpia” sobre el gasto en defensa para apoyar al Gobierno

En política, una cosa es lo que se dice ante las cámaras y otra muy distinta lo que se expone cuando se apagan los focos y los micrófonos. Así quedó demostrado este jueves después de la ronda de conversaciones que el presidente del Gobierno mantuvo con todos los líderes políticos, menos el de Vox, en busca de una mirada estratégica compartida sobre el rearme de la UE ante la amenaza de Trump de retirar el escudo militar de EEUU que ha protegido Europa desde la Segunda Guerra Mundial. 

El análisis de la situación es casi idéntico y hay coincidencia en que la amenaza es más real que nunca, pero la refriega nacional y los intereses partidistas impiden que, de momento, haya una estrategia común del Gobierno, sus socios y la oposición. Aun así desde La Moncloa se muestran satisfechos con la coincidencia en el diagnóstico, el tono y los objetivos que percibieron en todos los líderes políticos, incluso en Alberto Núñez Feijóo que, una vez fuera del recinto presidencial, redobló su ofensiva contra el Gobierno, acusó a Sánchez de transitar hacia una autocracia e incluso le negó legitimidad para tomar decisiones.

La oposición más frontal al rearme y al aumento del gasto militar la encontró el presidente en la líder de Podemos, Ione Belarra, que acudió al encuentro con una camiseta con el lema “No a la guerra” y calificó de “error catastrófico” que España se comprometa a un aumento del gasto en defensa que supone llegar al 2%. “Es imposible duplicar la inversión militar en los próximos tres años sin hacer recortes sociales ahora o en el futuro”, afirmó sobre la versión contraria que sostiene Sánchez. Parecida posición defendió el líder del BNG, Néstor Rego, que rechazó “la vía del rearme” y la dotación de 800.000 millones de euros que propone Von der Layen y calificó de “fondo de guerra”. 


El presidente del PP, en el Congreso tras su entrevista con Pedro Sánchez

Partido de Estado vs estado de un partido

En todo caso, para distinguir entre un partido de Estado y el estado de un partido nada como escuchar las explicaciones de Alberto Núñez Feijóo al término de su entrevista con Sánchez. Y es que cuando ante la amenaza real que vive Europa con el anuncio de Trump de retirar el escudo militar de EEUU, el mensaje que domina es la brevedad de la reunión, la idoneidad del lugar o el tratamiento que merece el primer partido del Parlamento, no hay duda de que el PP no está por la labor de activar, al menos de puertas hacia afuera, las luces largas. 

Todo lo contrario al nacionalismo vasco. Porque la diferencia entre la responsabilidad y la política con minúsculas que representó Feijóo la marcó este jueves el presidente del PNV, Aitor Esteban con su categórica sentencia: “No vamos a jugar a hacer política interna. Este es un tema grave que puede decidir el futuro de todos nosotros y que se juega en un marco que trasciende al Estado español”. Antes, el líder del PP dijo salir del encuentro con Sánchez igual que entró: sin información, sin respuestas y convencido de que el presidente del Gobierno le oculta la verdad por intereses partidistas. Una conclusión que rápidamente lo llevó a deslizar la idea de que España transita hacia una autocracia y, por supuesto, a hurgar en la herida de la falta de apoyos del Gobierno para aumentar hasta un 2% del PIB el gasto en defensa ya comprometido por Pedro Sánchez. “Si aumentar el gasto en defensa es una necesidad estratégica, Sánchez deberá poner fin a sus alianzas”, sentenció un Feijóo que llegó a afirmar que la situación global “es incompatible con el Gobierno de Pedro Sánchez”, a quien negó legitimidad para tomar decisiones que afecten al futuro de España e hipotequen a próximos gobiernos.

En efecto, como sugirió Esteban y pone de manifiesto la convulsión que se vive en Bruselas, Europa está para pocas bromas y demanda con urgencia que los que creen en la Unión encuentren un punto común para el rearme y las decisiones futuras que se deban adoptar ante una situación cambiante. Nadie sabe, de momento, hasta dónde habrá que llegar en materia de defensa y seguridad. Y, como dicen, en La Moncloa, la opinión pública y la conversación política nacional van muy por delante de las decisiones acordadas en la UE. Aún está, de hecho, en el aire cómo los países miembros harán frente a los 800.000 millones de euros que propone Ursula Von de Leyen, algo que empezará a discutirse en el Consejo Europeo del próximo jueves, donde Sánchez acude dispuesto a liderar una posición que apueste por un fondo europeo que asuma todo el gasto de los estados y que amplíe a la seguridad el concepto de gasto militar.

 “La paz en Ucrania y la prosperidad en Europa son dos caras de la misma moneda”, defendió el presidente tras afirmar que lo que los 27 se juegan “no es un conflicto regional, sino el orden multilateral y las reglas con las que conviven las naciones”. Quiso también disipar toda duda sobre hipotéticos recortes en gasto social: “Habrá quien considere que si se ponen recursos en la seguridad y la defensa se sacarán de otras partidas. No vamos a recortar ni un céntimo de euro en política social para hacer frente a nuestro compromiso con Europa”. Y preguntado sobre cuánto implica ese 2% del PIB, dijo que todavía no se conoce la cifra definitiva del PIB de 2024, un dato necesario para “saber el esfuerzo que va a implicar a los ciudadanos” el aumento del gasto en defensa. 


El presidente del gobierno recibe al portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban

Lo cierto es que la intención del presidente en su ronda de entrevistas con los portavoces parlamentarios no era ocultar información porque en realidad carece de ella, sino exponer el estado de la situación. Un hecho que corroboraron tanto el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, como el del PNV, Aitor Esteban, quien reconoció: “No hay plan porque no hay tampoco plan europeo. Hay ideas, pero no te puedes adelantar sin saber cuáles son los instrumentos que se van a proyectar desde Europa”.

Lo que sí esgrimen desde el Gobierno es que la ofensiva de Trump, el último mejor amigo de Putin, “exige lealtad, sacrificios y puntos de encuentro”, algo que requiere de una mirada estratégica de Estado que no se percibió en la exposición pública que hizo el líder de la oposición cuando salió de La Moncloa, pero que sí tuvo “durante la entrevista con el presidente”.  Fueron 40 minutos de análisis compartido de la situación, de lo que está en juego y de cómo hay que afrontar el desafío. “Todos los portavoces han compartido la gravedad del momento, otra cosa es que luego desciendan a la realidad de sus electorados, y marquen diferencias”, sostienen los mismos interlocutores.

A la espera de las decisiones de la UE

Feijóo, sin embargo, entiende que la decisión de aumentar el gasto en defensa “trasciende a Sánchez y a este Gobierno”, y que, por ese motivo, el presidente no puede asumirlo sin recibir el aval del Parlamento. Algo que al parecer, según coincidieron varios de los portavoces que visitaron La Moncloa, Sánchez pretende esquivar con un fondo de contingencia o con la aprobación de créditos extraordinarios que no requieren en ningún caso del aval del Congreso de los Diputados. En realidad, la decisión aún está por determinar y dependerá de si la apuesta presupuestaria de la UE contará o no con un fondo global europeo. 

El ambiente entre Gobierno y PP, más que desconfianza, es de abierta confrontación, a pesar de que los dos grandes partidos defienden las líneas estratégicas de sus familias políticas europeas, que están de acuerdo en la necesidad del rearme, más allá de que mantengan diferencias en los tiempos o los instrumentos.  Quizá por ello, Feijóo no se cerró en banda al acuerdo, aunque pusiera condiciones como que el “fondo y la forma del diálogo sean serios y limpios”. Eso sí, de momento, el líder de la oposición se mantiene en una ofensiva doméstica que busca subrayar la falta de un criterio común entre los socios del gobierno y la ausencia de apoyo entre sus aliados parlamentarios Y el presidente del Gobierno, dispuesto a no pasar por las Cortes ninguna decisión que no sea estrictamente necesaria, como sería el caso de un eventual envío de tropas a Ucrania en misión de paz, que sí precisaría autorización del Congreso según establece la Ley de Seguridad. De momento, ni una más de todas cuanto puedan evidenciar la fragilidad de su mayoría parlamentaria o precisar de los votos de la derecha para salir adelante.