La Universidad de California y The Packard Humanities Institute han digitalizado 288 películas grabadas por las cámaras del empresario de la prensa norteamericana durante la contienda epañola que dan cuenta de la destrucción, la actividad de las tropas, el miedo, el exilio o la vida cotidiana en los frentes
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Son 288 grabaciones en blanco y negro. Nueve mil metros de película filmada en España entre 1936 y 1939 para retratar la Guerra Civil en el exterior, en concreto en Estados Unidos. Son los vídeos que la Corporación Hearst, del magnate de la prensa norteamericana William Randolph Hearst, grabó durante la contienda y emitió en las salas de cine de todo el país, adonde en aquel tiempo acudía la ciudadanía a informarse de lo que ocurría en el mundo. Muchas de las filmaciones son inéditas, nunca llegaron a montarse para los noticiarios, pero ahora cualquiera puede consultarlas.
Es el resultado del proceso de digitalización que han llevado a cabo conjuntamente la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA) y The Packard Humanities Institute, una fundación de la multinacional tecnológica HP dedicada a proyectos de conservación cultural e histórica. Las cintas con las filmaciones fueron donadas por los herederos de Hearst a la universidad californiana en 1981. Estuvieron guardadas hasta que en 2016 ambas instituciones llegaron a un acuerdo para recuperarlas y ponerlas a disposición del público de forma gratuita y libre en newsreels.net, donde se pueden ver.
“Es una joya, algo muy relevante tanto para el público en general como para las y los investigadores”, esgrime la historiadora Silvia Ribelles, que está trabajando en el proyecto para The Packard Humanities Institute. Los noticiarios tratan sobre actualidad nacional e internacional dirigida a público estadounidense, que los vio en los cines de la Metro-Goldwyn-Mayer hasta 1969, cuando la televisión irrumpió en las casas: los hay que cuentan la Segunda Guerra Mundial, las sucesivas elecciones presidenciales, los conflictos en Oriente Medio o aquellos que versan sobre asuntos más cotidianos y sucesos como las últimas tendencias de moda, accidentes o incendios en diferentes partes del país.
Sin embargo, el proceso de digitalización empezó por las grabaciones de la Guerra Civil española y la idea es crear un espacio específico dentro de la página web para que pueda hacerse una búsqueda por años, territorios o personajes históricos. Los vídeos van desde los 50 segundos de duración el más corto a los 26 minutos el más largo, porque no todos son noticiarios. De hecho, buena parte de ellos nunca se proyectó en los cines porque eran los llamados “descartes”, es decir, grabaciones de recurso que no se llegaron a utilizar para montar las piezas y, por lo tanto, no están locutadas.
Aunque la actividad informativa de la Corporación Hearst se intensificó en la Guerra Civil, algunos vídeos cuentan la proclamación de la Segunda República. “España celebra su nueva libertad mientras Alfonso huye”, se titula uno de los noticiarios con imágenes de las calles de Madrid abarrotadas de “hombres y mujeres” que con “pancartas y banderas republicanas” festejan el nuevo régimen. Otros filman a Alfonso XIII en el exilio o muestran a políticos como el presidente Niceto Alcalá Zamora, Largo Caballero o Gil Robles votando en las elecciones de febrero de 1936, pocos meses antes del golpe de Estado.
El primero de los vídeos que trata sobre la contienda es del 27 de julio de 1936, una vez ya los militares se habían sublevado. “España cierra la frontera mientras se desarrolla la revuelta”, se titula el noticiario, que muestra imágenes de personas saliendo a Francia por Irún. Otro, de agosto, graba escenas de Madrid en las que se ve a milicianos y milicianas formando en la capital e intentando defender el frente de Guadarrama. “Incluso las mujeres deciden sumarse al conflicto”, narra el locutor. Otro, ya de diciembre, da cuenta de los estragos producidos por los bombardeos franquistas en la capital y el miedo de los civiles, que intentan refugiarse en el metro. “Madrid ha sido una ciudad de terror día y noche. La muerte, repentina y aterradora, acecha la capital española”, dice la voz en off.
Del mito del Alcázar a la toma de Gijón
Escenas bélicas, toma de posiciones en los frentes, desfiles de tropas, grupos que intentan manejar artillería pesada, imágenes de cadáveres y escenas de la vida cotidiana de la población y de los frentes aparecen en los vídeos de diferentes ciudades españolas: está grabada la caída de Gijón en manos de los franquistas y también en 1939, ya al final de la guerra, la de Barcelona, donde uno de los noticiarios muestra a mujeres “movilizándose” y trabajando como mecánicas. Hay reproducciones de Bilbao y Donosti, también imágenes impactantes de la destrucción de Oviedo o de la entrada de las tropas sublevadas en Toledo en 1936.
Adultos y niños llegan a Le Perthus, en la frontera con Francia, huyendo de Barcelona cuando estaba a punto de caer en manos franquistas.
De gran valor documental son los vídeos que exhiben uno de los mitos por excelencia del franquismo: el del asedio del Alcázar. En uno de ellos se pueden ver primeros planos de algunas de las personas que se habían encerrado con el golpista José Moscardó y de las tropas del Ejército de África dirigidas por José Enrique Varela. También fue filmado Franco y la arenga que hizo al entrar a la fortaleza en ruinas junto a Millán Astray.
Las grabaciones muestran algunos de los rostros conocidos de la Guerra Civil. Queipo de Llano aparece en una de agosto de 1936 en la que salen grupos de carlistas patrullando Sevilla. Ribelles rescata las figuras de algunos militares leales a la República: Rafael López-Tienda, que dirigió una de las columnas de milicias y murió en combate, aparece en uno de los vídeos junto a Juan Modesto. “De López-Tienda ni siquiera había prácticamente fotografías”, cuenta la historiadora. También aparece Augusto Pérez Garmendia, cuya intervención fue “clave” al inicio de la contienda para “parar la sublevación en Donosti” y que después sería capturado por los franquistas.
Buena parte de estas películas son los “descartes” que no fueron utilizados para los noticiarios y nunca hasta ahora se habían visto. Son, para Ribelles, lo más interesante de la colección y suelen ser más largos: varios minutos de grabaciones sin voz ni música pero que no están editados. Y es que las piezas que se proyectaban en los cines de Estados Unidos están comentadas por locutores, en algunos casos se entremezclan escenas de diferentes ciudades sin hacer referencia a ello o hay errores en las fechas o lugares con los que fueron etiquetados.
Dónde, cuándo y por qué
Por eso Ribelles se está encargando de visualizar todas las filmaciones e intentar describir y contextualizar a qué se refiere lo que en ellas aparece, en qué momento exacto ocurrió y por qué. “Los cámaras escribían en unas tarjetas algunos datos y en Nueva York se recibía todo y se cortaban las escenas que más interesaban para hacer el noticiero”, explica la experta, que hace referencia al “sensacionalismo” como una de las características de los vídeos, en línea con las coberturas periódisticas que dirigía Hearst, retratado como ‘Ciudadano Kane’ por Orson Welles. El magnate ya se había llevado entonces parte del patrimonio artístico español a EEUU, llegó a ser acusado de simpatizar con el nazismo y sus tentáculos influyeron enormemente en la política estadounidense hasta que fue elegido congresista por el Partido Democráta.
Para llegar hasta aquí, las cintas han pasado más de 80 años conservadas en “condiciones óptimas”, en espacios a una temperatura un poco por encima de los 0 grados, explica Ribelles. Después han pasado por un proceso progresivo de aclimatación a temperatura ambiente y en el laboratorio se han limpiado para pasarlas posteriormente a versión digital.
La última de las películas que hay en la web fechada antes de que terminara la Guerra Civil es del 29 de marzo de 1939. Se trata de un conjunto de escenas de recurso sin sonido, en silencio, tal y como quedó una parte de España tras la victoria franquista: completamente enmudecida. Los perdedores de la guerra se van, huyen a Francia en un auténtico éxodo que se refleja en sus ojos, sus rostros y sus cuerpos cargados de pertenencias, que levantan el puño cuando les enfoca la cámara como un pequeño acto de resistencia. Contrastan estas con las escenas de júbilo, alegría y saludos fascistas que hacen en las calles abarrotadas quienes reciben a los sublevados, preparados para implantar en el país una larga y oscura dictadura de casi 40 años.