La izquierda no puede aprobar un aumento del gasto en defensa dentro de la OTAN: solo se puede plantear hacer esa concesión en un marco de creación de un sistema integral de defensa europeo que implique la salida paulatina de la OTAN y la eliminación de las bases de EEUU en territorio español
El elefante en la habitación del debate sobre el aumento de la inversión en defensa está haciéndose enorme y nadie parece estar dispuesto a afrontarlo. Los partidos de Estado porque quedarían en evidencia ante la trampa de su mensaje y la izquierda porque prefiere el meme y el corto plazo a la gran oportunidad histórica para poner fin a la OTAN. En un tiempo histórico es necesaria una izquierda que hable para adultos. Los trágalas no pueden producirse sin que al menos se reaccione ante ellos. Es sencillo, la izquierda no puede aprobar un aumento del gasto en defensa dentro de la OTAN y solo se puede plantear hacer esa concesión en un marco de creación de un sistema integral y coordinado de defensa europeo que implique la salida paulatina de la OTAN y la eliminación de las bases de EEUU en territorio español.
Los hechos que están sucediendo y pocos quieren afrontar son los siguientes. Donald Trump se reúne en Washington con el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, le dice que es necesaria la anexión de Groenlandia a EEUU por seguridad nacional. Es decir, el máximo responsable de la OTAN y el líder de facto de la organización están hablando en prime time de la amenaza a la soberanía territorial de otro miembro de la OTAN. Es fácil deducir que aumentar la inversión en defensa en el marco de la OTAN es una amenaza para la seguridad nacional de los países que la integran. Nada nos garantiza que esa inversión no puede volverse en nuestra contra si a Donald Trump se le ocurre que es imprescindible para su seguridad nacional controlar el estrecho de Gibraltrar y que Marruecos ocupe Ceuta y Melilla para garantizarse un socio más manejable en su desempeño por destruir la integridad de la Unión Europea.
La amenaza existencial de Rusia pocos pueden negarla. Pero lo que estamos viviendo a su vez es que el mayor impulsor de la OTAN, el que más poder tiene y el único que ha pedido la activación del artículo 5 en la historia está amenazando la soberanía territorial de otro país de la OTAN, fundador desde 1949 como Dinamarca, de manera abierta y pidiendo al máximo dirigente de la OTAN que le apoye en sus ansias imperialistas. La amenaza para los países de la OTAN no solo viene de Rusia, está siendo televisada en directo y proviene de EEUU.
La necesidad de que Europa tenga soberanía estratégica integral, y eso incluye la defensa, pasa por incrementar el aumento del presupuesto en defensa, tecnología e inteligencia, pero no puede someterse a debate público ese aumento sin poner sobre la mesa los motivos por los que es imperativo hacer ese aumento. Europa se está planteando esa urgencia de soberanía militar porque ha concluido que EEUU ya no es un socio confiable, y no lo es al margen de que Donald Trump esté en el despacho oval. No se hace un cambio estructural e histórico si el análisis es que es una posición coyuntural que pasará en cuatro años porque no se puede cambiar el rumbo de los últimos 80 años y darle la vuelta en solo cuatro.
Aumentar el presupuesto en defensa sin que haya ningún tipo de decisión en lo que respecta a nuestra relación con EEUU no cambia el problema porque no nos hace independientes militarmente del imperio americano. Si alguien se cree que España llegando al 2% o al 3% del PIB en gasto de defensa cambia algo es que su posición voluntarista le opaca la capacidad de análisis. El aumento en inversión de defensa es imprescindible e irrenunciable si salimos de la OTAN y solo si salimos de la OTAN y nos armamos al margen de EEUU porque eso tampoco nos haría tener soberanía. En Alemania unos periodistas han puesto el dedo en la llaga al poner en cuestión la medida de comprar F35 a EEUU porque tendría la capacidad tecnológica para anular su funcionamiento o incluso controlarlos de manera remota. No es una hipótesis descabellada porque ya hemos visto que Donald Trump ha utilizado contra Ucrania el soporte en inteligencia al negárselo para plegar a Zelensky y obligarle a firmar el acuerdo de rendición con Rusia.
El mundo no es como quisiéramos que fuera, sino como es. Nadie quiere la guerra, pero al mando de los países con más poder del mundo están dirigentes como Donald Trump y Vladimir Putin, que con sus ansias imperialistas nos obligan a tomar decisiones incómodas que nunca nos hubiera gustado tomar. La izquierda española está ante una encrucijada histórica y la posibilidad real y viable de acabar con su pertenencia al órgano imperialista de la OTAN y la dependencia de EEUU por primera vez desde que se manipuló el referéndum de adhesión de entrada por Felipe González. Es tiempo para una política de izquierdas para adultos en el que se abandonen las proclamas y se demuestre que de verdad se está en contra de la OTAN, más allá de usarlo como palabras huecas que rellenen camisetas y pancartas. Empujar para conseguir ese anhelo histórico de la izquierda tiene que venir acompañado de propuestas valientes y reales que impliquen contradicciones a cambio de un interés mayor. Sí al aumento e inversión en defensa para lograr un sistema integral de defensa europeo y conseguir la soberanía estratégica y la independencia de EEUU, pero a cambio de un plan de salida de la OTAN y del cierre de las bases americanas en Rota y Morón. O también podemos ponernos camisetas.