El problema de la creación implica el problema del público y, cuando los medios y el sistema educativo lo forman para que desee y valore más un ladrillo que un buen poemario —dejemos los malos al margen— la catástrofe está asegurada
Pasolini, el profeta comunista
Meses después de que Pier Paolo Pasolini estrenara su versión parcial del de Boccaccio, que ganó un premio especial del jurado en la 21ª edición del Festival de Berlín (1971), el periodista y escritor Enzo Biagi lo entrevistó en su programa de la RAI 1, . En determinado momento, Pasolini afirmó que en la televisión no se puede decir la verdad y, cuando Biagi se lo discutió, replicó esto: «No, no, porque me acusarían de difamación, de denostar el fascista código italiano». Tras cuarenta minutos de grabación, la RAI detuvo el programa, lo sustituyó por una repetición de un combate de Mohamed Alí y Jimmy Ellis y lo dejó en el limbo de la censura hasta el asesinato del gran poeta y cineasta. El propio Biagi descubriría más tarde que Pasolini estaba en lo cierto, aunque en su caso no se usaran excusas tan rimbombantes y esclarecedoras como el de una denuncia por «instigación a la desobediencia y propaganda antinacional».