Julio Medem: “España tiene un trauma con la Guerra Civil y los traumas, si los tapas, pueden volver a ocurrir”

El director de ‘Los amantes del círculo polar’ y ‘Lucía y el sexo’ ha presentado, fuera de concurso en el Festival de Málaga, su nueva película ‘8’

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Ocho momentos de España. Ocho planos secuencias. Ocho instantes de una historia de amor atravesada por la herida de la Guerra Civil. Una idea que solo puede partir de la mente de un creador como Julio Medem, en cuyas películas todo tiene cabida. Su romanticismo desbordado, sus personajes que habitan un mundo que solo puede ser suyo pero que todos reconocemos. El universo donde viven Otto y Anna, donde Lucía descubría el sexo y donde ahora, dos enamorados descubren que a nuestro país le queda mucho por hacer con la Memoria Histórica si no queremos repetir los mismos errores. 

Todo ello está en 8, su nueva película que ha presentado fuera de concurso en el Festival de Málaga donde la hija de un maestro republicano acaba enamorada del hijo de un franquista. ¿Pueden superar todo lo ocurrido? Con todo ello, Medem repasa la historia de España y se lanza a la piscina confiando en el amor y el perdón como la única solución posible en un mundo polarizado y a la gresca.

¿Cuál es el inicio de 8?, ¿es un origen político, una voluntad de hablar de la historia de España?

El origen no es político en absoluto. El origen es emocional. Me dio por pensar qué conexión invisible puede haber entre dos personas que nacen en la misma madrugada en dos pueblecitos muy cercanos. Cómo dos personas pueden tener sus destinos entrelazados de alguna manera. Como creador me atrae esa idea. Me puse a escribir y me di cuenta de que había generado una especie de bucle, un ocho, y ahí ya supe que tenía que ser todo un plano secuencia y me puse a crear la historia de estos personajes que pensé que podía ser en ocho capítulos. 

Pero a mí me gusta empezar a escribir así, de una forma salvaje, tirando del subconsciente, dejo siempre la razón aparte. No quiero pensarla, simplemente sentirla y dejarme llevar por el instinto, pero el capítulo dos es en la Guerra Civil, cuando tienen ocho años, y ahí está la tragedia que luego generará un trauma. La tragedia de la pérdida del padre, y del niño. Ella lo pierde todo en el capítulo tres, en la posguerra. De pronto estos dos chavales eran víctimas silenciosas del cainismo. 

Es una película que habla de la herida de un país. La historia de amor de ellos, como la historia de España, siempre va a estar atravesada por la Guerra. 

Claro. Es que luego fui aplicando un poco más la razón, que la dejo para el final, y entonces ahí es cuando me apareció el poema de Antonio Machado de “Españolito, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Y pensé que esto era una reflexión sobre el cainismo español. Poco a poco fui generando la historia. Son 90 años tras ellos y detrás transcurre la historia de España. Siempre detrás está, evidentemente, la política. Pero yo siempre prefiero decir, y así la siento yo, que está detrás de ellos. No me importa mucho lo que piensen de política. Sus vidas son lo que me parece interesante. El hecho de que tienen dos traumas cada uno. Un trauma muy fuerte. Y España tiene un trauma con la Guerra Civil. Tenemos un trauma en la memoria colectiva española. Ese trauma de que nos hemos matado entre hermanos, aunque no se quiera verbalizar. Pero es que ese trauma es profundo y está ahí. 

Yo planteo aquí que con los traumas hay que hacer terapia, ponerlos a la vista, evidenciarlos, no taparlos, porque si no corremos el peligro de que puedan volver a ocurrir. Yo juego con eso en la historia. Yo genero un clima del cainismo. Y hay un segundo clima del cainismo que es esta pelea. Ahora estamos en un estado de preguerra psicológico e ideológico muy feo. También generado un poco por todos los inputs de fuera. En mi historia yo estoy con mis personajes. Les quiero muchísimo y no estoy ni con uno ni con los dos, y ahí se me ocurrió, muy instintivamente que esto fuera una ceremonia del perdón. 

Entiendo perfectamente la figura de los coordinadores de intimidad. Es necesaria y tiene todo el sentido. Pero no podemos coartar poder contar la intimidad máxima entre dos personajes

Julio Medem
Cineasta

La película llega hasta el presente, y ese capítulo final es la crispación absoluta. La política estará detrás, pero hasta el último momento están atravesados por ella. 

Claro, yo no la estoy contando como un perdón que es impensable ahora. Ese perdón es un deseo. Yo lo propongo en forma de deseo para hacer reflexionar. Y luego hay que saber pedir perdón y saber perdonar, que son dos cosas que tienen que ir unidas. Entonces ocurre el amor. La historia de amor tardía entre los dos. ¿Pero qué ocurre? Que en la realidad, en su familia, cuando están celebrando sus 90 años, después de estar brindando, pasamos por la bisnieta y vemos que está ocurriendo otra vez esa pelea, con esas miradas de odio. Y ella les dice, ¿pero os queréis o no os queréis? Evidentemente, no estoy planteando ninguna solución a nada, simplemente es un deseo.

¿La película propone que en estos momentos el amor es un acto casi revolucionario?

Sí, totalmente. Y esto no es naíf. De hecho me voy a quedar con esa palabra, revolucionario.

En los créditos se ve que ha usado coordinadora de intimidad. Es uno de los directores que ha trabajado en su cine con el erotismo, ¿cómo ha cambiado todo en esos términos?

Muchísimo, pero yo entiendo perfectamente que esa figura es necesaria y tiene todo el sentido. Pero es verdad que lo que no podemos hacer ahora es coartar el poder contar la intimidad máxima, que puede ser la sexual, entre dos personajes. Contarla y contarla bien, explícitamente, me parece que es lo que tiene que haber. Evidentemente, contarlo con un respeto absoluto en cada momento a los dos actores. Yo sé perfectamente que mis actores y mis actrices nunca se han sentido violentados, porque yo he ensayado mucho y se me ha entendido perfectamente. Ahora hay que usar coordinadores y yo lo entiendo, me parece perfecto, lógico y estoy a favor totalmente.


Julio Medem da indicaciones en el rodaje de ‘8’

Aborda la Guerra Civil en la película, ¿da miedo hablar de ella, teme que le acusen de equidistante?

Yo con eso de la equidistancia… es que yo hablo de dos personajes. Son víctimas, son niños en la guerra y estoy con cada uno. Es que me da igual. Me lo estáis diciendo mucho eso. También se me acusó en La pelota vasca de equidistancia cuando lo que yo hice fue una polifonía, y si hago una polifonía, mi opinión da igual. Yo respeto al máximo la opinión de cada uno, sea quien sea y diga lo que diga. Yo no juzgo y me lo propuse así. Puedo hacer una película en la que sí que juzgue, pero tengo un respeto grandísimo a mis personajes Octavio y Adela y a las vidas que les tocó vivir a cada uno, que es algo muy duro, muy fuerte. Yo no tenía ni siquiera posibilidad de posicionarme ideológicamente, eran niños de ocho años en aquel tiempo. Luego ella sí que se posiciona.

¿Quizás con ella se nota más el posicionamiento suyo, como director?

Hay un momento en que seguramente sí, porque también venía un poco dado, porque ella es hija de un maestro republicano, más culto y luego está incómodamente casada con un republicano que ahora entiende que piensa que estamos en esa paz franquista. Ella crece muy bien, es más sabia.

Tiene una película pendiente de estrenar, Minotauro, Picasso y las mujeres del Guernica, pero hacía siete años que no estrenaba una película, ¿le cuesta más producir ahora?

Minotauro saldrá dentro de un año. Pero sí, cuesta muchísimo. Me ha costado mucho. Yo he llamado a muchos productores y siempre me dicen que les gusta muchísimo, pero que es una propuesta muy arriesgada. Yo he montado mi propia productora, y luego fui a Morena Films, que Álvaro Longoria es como un hermano y he podido hacerla, pero me ha costado muchísimo.