Durante ocho semanas, siete reclusos y una reclusa han disfrutado de una relativa libertad física, en un viaje que se podría calificar de “mínimo”, en el perímetro del (MACBA) y sus inmediatos aledaños. Sin embargo, para ellos esta libertad ha sido inmensa en el plano espiritual y el viaje les ha resultado mágico. Y todo gracias al desarrollo del arte, desarrollando mediante una actividad en la que ocho internos han aprendido a relacionarse con sus hijas e hijos a través del dibujo.