¿Por qué no recordamos la infancia? Un estudio muestra que los bebés sí procesan recuerdos y abre la puerta a recuperarlos

Un equipo de investigadores ha escaneado el cerebro de 26 bebés mientras realizaban tareas de memoria y, para su sorpresa, descubren que los recuerdos sí se registran en el hipocampo, aunque su bloqueo posterior sigue siendo un misterio

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Ninguna persona puede recordar eventos sucedidos en los primeros tres años de su vida, y si cree recordarlos seguramente han sido inducidos por el relato posterior de un adulto. Hasta ahora, este fenómeno conocido como amnesia infantil se atribuía a que el hipocampo, la región cerebral responsable de la memoria episódica, no está completamente desarrollado en esta etapa, de modo que, aparentemente, los recuerdos de los bebés se pierden en el sumidero del olvido.

Un equipo de investigadores liderado por la neurocientífica Tristan Yates, de la Universidad de Columbia, acaba de poner patas arriba estas ideas sobre la amnesia infantil con una serie de pruebas de memoria con 26 niños de entre 4 y 25 meses. Los investigadores registraron su actividad cerebral con resonancia magnética funcional (fMRI) y observaron que su hipocampo sí codificaba recuerdos episódicos individuales y los recuperaba, algo que contradice lo que se pensaba. 

En busca de la memoria episódica

Los detalles se ofrecen este jueves en un trabajo publicado en la revista Science, en que el equipo de Yates describe las pruebas realizadas con los menores. La tarea de memoria consistía en enseñar a los pequeños fotografías de rostros, escenas y objetos, seguidas de una prueba de memoria basada en la mirada preferencial, todo ello mientras se sometían a pruebas de neuroimagen mediante resonancia magnética.


Tristan Yates (izquierda) y Cameron Ellis (derecha) realizan un estudio de resonancia magnética infantil con tareas de memoria.

Lo que vieron los investigadores fue que cuando el hipocampo de un niño estaba más activo al ver una imagen por primera vez, era más probable que la reconociera posteriormente. “Les mostramos una imagen a los bebés, luego varias imágenes seguidas, y un minuto después les mostramos la primera imagen de nuevo, solo que esta vez junto a otra imagen que no han visto”, resume Yates a elDiario.es. “Y lo que descubrimos es que si miran más tiempo a esa primera imagen, la resonancia de la primera vez que vieron la cascada muestra más actividad en el hipocampo”. 

El resultado se refuerza, según los autores, porque la parte posterior del hipocampo, donde la actividad de codificación era más intensa, es la misma área que se asocia principalmente con la memoria episódica en adultos. “La memoria episódica es nuestra capacidad de recordar detalles específicos y recordar una experiencia previa”, explica Yates. “Creemos que diseñamos una tarea que realmente la detecta”. Esto significa, a su juicio, que el cerebro de los bebés tiene la capacidad de codificar recuerdos de experiencias, lo que demuestra que la capacidad de formar recuerdos individuales se desarrolla mucho antes de lo que se creía. 

Acceso denegado

Si el hipocampo puede codificar los recuerdos episódicos, la pregunta que surge a continuación es evidente: ¿por qué no podemos recordar nada de esa etapa de nuestras vidas? “Existen varias posibilidades”, afirma Nick Turk-Browne, profesor de psicología de la Universidad de Yale y autor senior del estudio. “Una es que los recuerdos no se almacenen a largo plazo y, por lo tanto, simplemente no duren mucho. Otra es que los recuerdos persistan mucho después de la codificación y simplemente no podamos acceder a ellos”.  

Parece que los recuerdos llegan al hipocampo, pero luego, ¿qué sucede? Creemos que quizás algo esté fallando en la fase de almacenamiento

Tristan Yates
Neurocientífica de la Universidad de Columbia y primera firmante del estudio

“Este tipo de amnesia infantil no es específica de los humanos, sabemos por los experimentos que los roedores y otros animales tampoco recuerdan su infancia”, apunta Yates. “Parece que los recuerdos llegan al hipocampo, pero luego, ¿qué sucede? Creemos que quizás algo esté fallando en la fase de almacenamiento. La clave podría estar en la llamada consolidación, que consiste en que el hipocampo le enseña a la corteza cerebral diferentes recuerdos. Quizás esa conexión sea lo que falla”.

El cajón de los recuerdos

En un trabajo en curso, el equipo de Turk-Browne está probando si los niños de distintas edades pueden recordar vídeos caseros tomados desde su perspectiva y los resultados piloto muestran que estos recuerdos podrían persistir hasta la edad preescolar antes de desvanecerse. “Estamos trabajando para rastrear la persistencia de los recuerdos hipocampales a lo largo de la infancia e incluso estamos empezando a considerar la posibilidad radical, casi de ciencia ficción, de que puedan perdurar de alguna forma en la edad adulta, a pesar de ser inaccesibles”, asegura.

Estamos rastreando la persistencia de los recuerdos hipocampales a lo largo de la infancia y empezamos a considerar la posibilidad, casi de ciencia ficción, de que puedan perdurar de alguna forma en la edad adulta

Nick Turk-Browne
Profesor de psicología de la Universidad de Yale y autor senior del estudio

“Lo que dicen los estudios sobre roedores es que esa memoria infantil sigue ahí; de hecho, en la edad adulta, los recuerdos infantiles siguen ahí, simplemente no podemos acceder a ellos”, añade Yates. “Quizá, aunque el recuerdo esté en el hipocampo, no puede comunicarse con las otras regiones cerebrales necesarias para restablecerlo”. 


Tristan Yates manejando una máquina de resonancia magnética en la Universidad de Yale como las usadas en el estudio.

Aunque los científicos no pueden hacer experimentos para estimular el hipocampo en humanos y recuperar recuerdos infantiles, el estudio plantea una posibilidad inquietante: que esas memorias permanezcan en algún cajón recóndito y se puedan recuperar en un futuro. “Es un futuro de ciencia ficción”, reconoce Yates. “Pero sí, esa es la hipótesis que planteamos, que los recuerdos infantiles se almacenan, pero simplemente son inaccesibles para nosotros. Y quizás podamos acceder a ellos más adelante de alguna manera”.

Peligro de inferencia inversa

Bryan Strange, neurocientífico de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), lleva 20 años haciendo este tipo de resonancias en adultos y reconoce el mérito de haber podido usarlo con niños tan pequeños, que entraña mayor dificultad. “Lo que concluyen es que los procesos en el hipocampo de los niños alrededor de un año son muy parecidos a los que tienen lugar en los adultos”, resume. “Los procesos están ahí, pero otros motivos, como el cambio de grosor de la corteza a lo largo del desarrollo, podrían causar que los recuerdos que se forman en ese periodo no sean accesibles”.

Los procesos están ahí, pero otros motivos, como el cambio de grosor de la corteza a lo largo del desarrollo, podrían causar que los recuerdos que se forman en ese periodo no sean accesibles

Bryan Strange
Neurocientífico de la Universidad Politécnica de Madrid

Para Strange, una posible debilidad del estudio es que se basan en la actividad que detectan en una región del cerebro, con el peligro de caer en lo que se conoce como “inferencia inversa” (el hecho de que haya actividad no corresponde siempre a una tarea concreta), pero cree que abre un campo muy interesante a posibles investigaciones futuras. “En modelos animales sí se ha visto que la memoria infantil permanece y se pueden recuperar con técnicas de optogenética, aplicando luz a circuitos individuales”, asegura. “Podría ser que en los humanos pasara igual o que en toda la fase de modulación de la corteza que se da en torno a los dos años de edad se pierda la información y ya no se pueda recuperar”.

José Luis Trejo, neurocientífico del Instituto Cajal (CSIC), cree que la aproximación experimental de este trabajo se enmarca en un problema muy complejo que maneja muchas variables difíciles y por tanto habría que tomar con cautela los resultados. “Sin embargo, es un impactante trabajo y, si los resultados se confirman con futuros estudios, sería un enorme descubrimiento”, asegura.  

Para el neurocientífico francés Stanislas Dehaene, director de Neurospin, esta es una investigación importante. “Realizar resonancias magnéticas a niños de esta edad es todo un reto, y obtener imágenes fiables del hipocampo, una estructura cerebral relativamente pequeña, es aún más difícil”, explica a elDiario.es. “Los resultados confirman en gran medida lo que sugerían estudios previos, que alrededor del año de edad, los bebés ya forman algunos recuerdos, al menos durante un breve periodo, pero ahora proporcionan un mecanismo cerebral para esta capacidad”.

Antonio Lucas Manzanero, psicólogo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), se muestra crítico con el resultado y su interpretación, que considera errónea. “La amnesia infantil es la incapacidad para recordar episodios previamente experimentados, es decir, memoria autobiográfica, vinculada con la propia biografía”, asegura. “Para ello es necesario tener conciencia de uno mismo, y hasta ahora se mantiene que la memoria episódica se comienza a desarrollar en torno a los 3 años y no termina su maduración hasta los 6, aproximadamente”.  

Lucas Manzanero también cree que es un error citar trabajos con ratones, como hacen los autores del estudio, para hablar del desarrollo de la memoria episódica y critica que utilicen como estímulos caras, objetos y escenas. “Hace mucho tiempo que sabemos que procesar información facial implica procesos cognitivos distintos e incluso estructuras cerebrales diferentes a las implicadas en procesar escenas u objetos”, sentencia. “Mezclar todo dificulta la interpretación de los resultados”.