Javier Ibáñez, oficial del Parque de Tarazona de la Diputación Provincial de Zaragoza, explica cómo fue la intervención por el accidente en el que fallecieron tres personas
Mueren tres excursionistas en el Moncayo tras caer al vacío en la zona de la Escupidera
El accidente del Moncayo, en el que tres excursionistas perdieron este sábado la vida, se produjo en un contexto meteorológico extremo. Así lo explica Javier Ibáñez, oficial de Bomberos del Parque de Tarazona de la Diputación Provincial de Zaragoza, y que fue el primer rescatador en llegar a la zona del suceso. “Las condiciones eran pésimas, con mucho aire, visibilidad casi nula y frío, y encima una zona de hielo”, destaca.
Ibáñez cuenta que recibieron el primer aviso del Centro de Emergencias del 112 Aragón sobre las 14.00 horas. “Nos comentaron que había un grupo de ocho personas, que había dos desaparecidos y que nos los encontraban. Que se habían acercado a una vertiente y se habían caído”, relata, en unos primeros momentos que fueron de confusión. “Entonces -continúa- empecé a mover el operativo”.
Se desplazaron dos bomberos de Tarazona, Ibáñez y un compañero, y en camino había otros tres del Parque de la DPZ en Ejea más otros dos bomberos de la instalación turiasonense. “Llegamos hasta la zona del Santuario y el 112 nos comunicó que se movilizaba también el GREIM de la Guardia Civil en Jaca. Entonces ya vimos que en helicóptero iba a ser imposible el rescate”. En ese contexto, empezaron a subir los dos bomberos de Tarazona.
La dirección que tomaron, a partir de las coordenadas que habían transmitido al 112 las personas que habían llamado, fue la Escupidera. “Suponíamos que estarían ahí, porque con el hielo y la nieve era lo más probable”, cuenta Ibáñez. A mitad de camino se cruzaron con varias personas, que ya les avisaron de que habían visto caer a dos de los integrantes del grupo y que no contestaban. “Les dirigimos hacia el Santuario. Nosotros continuamos hacia el lugar”. Después supieron que se trataba de un colectivo proveniente de Madrid, de unas cuarenta personas y que ese día se habían dividido en distintas rutas, de ahí que no fueran dos sino tres los fallecidos.
En su trayecto les llegaron nuevos testimonios de la tragedia que se avecinaba: “Nos cruzamos con otros dos montañeros, bien equipados, y nos comentaron que habían oído gritos y que habían visto algún bulto, que podían ser las víctimas”. Poco después localizaron a la primera de ellas, que presentaba un golpe fuerte en la cabeza y que estaba ya fallecida.
En ese momento llegaron los bomberos de Ejea y localizaron a dos personas heridas: “Aún respiraban y permanecimos cada uno con uno de ellos. Habían resbalado y caído. Los pusimos en una camilla y fuimos bajando por la pared de hielo”. Durante esa complicada se encontraron con los agentes del GREIM de Jaca, junto con atención sanitaria. “Cuando eran atendidos por el médico, fallecieron los dos”, recuerda con pesar.
Pese a que la fatalidad ya se había consumado, al operativo aún les quedaba un duro trabajo para trasladar los cuerpos. “Las condiciones eran muy malas, con nieve blanda. Hicimos tres grupos. El último llegó pasadas las ocho, de noche ya”, dice.
“No era un día para hacer una excursión”
Transcurridas unas horas de complicado rescate, Ibáñez se para a analizar las circunstancias del suceso. “No era un día para hacer una excursión. Nos encontramos con gente experimentada que había decidido volverse a cien metros de la cima porque te jugabas la vida”, incide. Y es que, como apunta, las tres víctimas mortales iban bien equipadas, con crampones y piolet.
Pero a las malas condiciones meteorológicas su sumaba la peligrosidad que encierra en sí la Escupidera: “Es una zona muy peligrosa; el 90% de los fallecidos en el Moncayo se producen ahí. Un área muy escarpada, con una pared de veinte o treinta metros. Los accidentados caen a una zona de cuchara, que te lleva por un caos de piedra. El que no se mata en la caída lo hace rodando sobre las piedras. Ayer, con nieve y hielo, llegaron hasta abajo”, relata.
Ibáñez tiene claro que no había vivido una situación así en los 22 años que lleva como bombero de la Diputación de Zaragoza en el Parque de Tarazona: “Es el peor accidente en el Moncayo. Es una barbaridad”, concluye.