La Comisión Europea elabora una guía de preparación de los ciudadanos ante emergencias, entre las que cita incluso una «agresión armada»
El rearme de Europa ya no es sólo retórica
La pandemia, Filomena, la DANA… Europa se enfrenta a cada vez más desafíos climáticos y de seguridad que ha llevado a la Unión Europea a desarrollar el ‘modo guerra’. Hace meses, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, encargó al expresidente de Finlandia, Sauli Niinisto, que realizara un informe sobre la preparación que necesita la sociedad para hacer frente a amenazas a la seguridad. “La gente de Finlandia está preparada para todas las emergencias, incluidas militares, amenazas híbridas y desastres naturales”, dijo entonces la alemana, que no ocultó que esa estrategia pasa, en su caso, por tener “un vecino tan impredecible y agresivo” como Rusia. Ahora el gobierno comunitario ha elaborado un recetario para la preparación de los ciudadanos ante acontecimientos de ese tipo y, entre las recomendaciones, incluye el aprovisionamiento para sobrevivir 72 horas.
“La Comisión ayudará a los Estados miembros a alcanzar la autosuficiencia de la población durante al menos 72 horas en toda la UE. En caso de perturbaciones extremas, es posible que las autoridades públicas no puedan cubrir las necesidades básicas de todos en el periodo inicial de una crisis”, señala la Estrategia de Preparación de la Unión a la que la Comisión Europea dará el visto bueno este miércoles: “Las personas y los hogares deben poder mantenerse de forma independiente durante los tres primeros días, garantizando el acceso a necesidades esenciales como agua, alimentos, medicamentos y servicios básicos antes de que llegue la ayuda exterior”.
En cuanto a las instituciones, la Comisión Europea apunta a la necesidad de organizar campañas y actividades específicas para promover la preparación de la población, como el desarrollo de kits educativos para ayudar a los Estados miembros a integrar contenidos de preparación en los programas escolares o la organización de jornadas anuales de concienciación y preparación ante los riesgos en la UE, también en las empresas, que se organizarán en cooperación con los interlocutores sociales. “Una plataforma en línea de la UE proporcionará a los ciudadanos y viajeros información adaptada y accesible sobre los riesgos a los que se enfrentan y las medidas prácticas para mitigarlos”, señala el borrador que ha adelantado El País y al que ha tenido acceso elDiario.es.
“La Comisión elaborará directrices que cubran el almacenamiento de suministros esenciales, la planificación de crisis y las medidas para proteger a las personas, los animales y las propiedades en caso de crisis, y trabajará con los Estados miembros y la sociedad civil para garantizar su difusión. Estas directrices se integrarán en sesiones de formación, talleres e iniciativas comunitarias, garantizando una amplia difusión y compromiso a todos los niveles”, agrega el documento.
Pero el documento de la Comisión Europea no se circunscribe únicamente a emergencias de carácter natural y a la respuesta civil, sino que también apunta a la posibilidad de que se desencadene una guerra en el territorio comunitario en un momento en el que se ha pasado de la retórica belicista tras la invasión rusa de Ucrania al ‘modoguerra’.
“Debemos prepararnos para incidentes y crisis intersectoriales a gran escala, incluida la posibilidad de una agresión armada, que afecten a uno o varios Estados miembros”, expone la Comisión Europea, que recuerda que en la “mayoría de los escenarios de crisis, las autoridades civiles nacionales son las principales responsables”, pero que en “un número cada vez mayor de escenarios (por ejemplo, emergencias sanitarias, fenómenos meteorológicos extremos, amenazas híbridas que incluyen amenazas a infraestructuras críticas y sabotaje, ciberataques), las autoridades civiles necesitan apoyo militar”.
Y ahí es donde apunta a la posibilidad de que cambien las tornas: “En caso de agresión armada, las fuerzas armadas necesitarían apoyo civil. Por lo tanto, es necesario mejorar la interacción entre los actores civiles y militares, sin poner en entredicho sus respectivas competencias. Además, los ejercicios a gran escala suelen estar fragmentados e infrautilizados, y no implican sistemáticamente a todos los actores civiles y militares relevantes”.
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