La federación internacional de atletismo introduce una prueba genética obligatoria para competir en la categoría femenina

La nueva norma supone un endurecimiento de los criterios para la participación de las mujeres trans y las nacidas con «diferencias en el desarrollo sexual» como Caster Semenya

De “hay que proteger a las mujeres” a “tenemos que verlo”: el reto de las atletas trans de la nueva presidenta olímpica

La Federación Internacional de Atletismo, la World Athletics, ha acordado la introducción de una prueba genética obligatoria para poder participar en las categorías femeninas. El organismo ha aprobado las recomendaciones del grupo de expertos después de haber abierto una consulta el pasado frebrero sobre las nuevas directrices, que en la práctica suponen cerrar la puerta a las mujeres trans y a muchas mujeres que nacieron con alguna diferencia en el desarrollo sexual (DSD, como las llama la federación).

“Protegeremos tenazmente la categoría femenina y haremos todo lo que haga falta para conseguirlo”, señaló a la prensa el presidente de World Athletics, el británico Sebastian Coe, al término de la reunión del Consejo celebrada en Nankín (China). La decisión se alcanza en un momento en el que precisamente este tema vuelve a ponerse sobre la mesa del Comité Olímpico Internacional tras la elección de su nueva presidenta, Kristy Coventry, que apuesta por asumir un mayor liderazgo en la materia.

En el atletismo, que en los últimos años ha endurecido su política de elegibilidad, ya hay una decisión tomada y a partir de ahora, solo podrán competir en la categoría femenina las mujeres con “sexo biológico femenino” y aquellas con cromosomas XY pero que tienen insensibilidad a los andrógenos (es decir, su cuerpo no reconoce las hormonas masculinas como la testosterona). Por eso las atletas, para ser autorizadas, deberán someterse como condición previa a un test genético de saliva para determinar la presencia o no del gen SRY (responsable del desarrollo de las características sexuales masculinas).

Hasta ahora, World Athletics (WA), presidida por Sebastian Coe, solo permitía correr en competiciones internacionales a las mujeres trans en caso de que hubieran comenzado su transición antes de la pubertad o a los 12 años y de que mantuvieran un nivel de testosterona por debajo de los 2,5 nanomoles por litro en sangre. Por su parte, las atletas DSD –un término que hace referencia a quienes han nacido con un nivel cromosómico, hormonal o de anatomía sexual que no se ajusta a los cánones médicos y sociales para los cuerpos femeninos y masculinos– podían competir si reducían su testosterona.

Conocido es el caso de la atleta sudafricana Caster Semenya, que batalla en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos porque se niega a tratarse para bajar la cantidad de testosterona que produce su cuerpo naturalmente. No es la única y tampoco el atletismo en el único deporte en el que se debaten este tipo de reglas desde hace años: durante los Juegos Olímpicos de París levantó polvareda el caso de la boxeadora argelina Imane Khelif, sobre la que se desató una campaña de bulos azuzada por la extrema derecha a nivel mundial y a la que se le acusaba de “ser un hombre” por tener cromosomas XY. 

World Athlelics considera ahora que las reglas deben ser las mismas para mujeres trans y para mujeres DSD. “Es importante hacer esto porque mantiene todo aquello que hemos estado hablando de no limitarnos a hablar de la integridad en el deporte femenino, sino de garantizarla realmente”, añadió Coe este martes.