Monstruos y nazis saqueadores de tumbas en un festival friki para celebrar a Lovecraft

El cine MK2 Palacio de Hielo en Madrid acoge la segunda edición de la Cthulhuton, festival que festeja la obra de un escritor cuya obra es también fruto de revisiones críticas

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No es casualidad el subtítulo que el escritor Michel Houellebecq puso a su ensayo sobre el escritor H. P. Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida. En los relatos fantásticos del autor de En las montañas de la locura se puede ver un substrato de rechazo al presente, al cosmopolitismo, quizá rechazo a la vida misma. La correspondencia del autor, parcialmente publicada en castellano a través de las editoriales Aristas Martínez y Aurora Dorada, ha dado más claves. Aunque mostró una evolución posterior en algunos puntos, Lovecraft expresó ideas racistas, un elitismo cultural y social un tanto confuso, una especie de reaccionarismo romántico y, en el mejor de los casos, un androcentrismo subido. 

La obra de Lovecraft ocupa un lugar relevante en la historia de la literatura fantástica, aunque su prosa tan distintiva (y, quizá por eso mismo, tan parodiable) haya generado acalorados debates. De la misma manera, su figura y pensamiento ocupan un lugar central en la historia de la cultura freak (solo hay que ver el flujo constante de narrativas derivadas, juegos y videojuegos que se generan alrededor de los mitos de Cthulhu). También forma parte de un lado oscuro de lo friki que puede (¿y debe?) pensarse y cuestionarse. Ese lado oscuro en el que una aparente aversión al cambio (del color de piel de la protagonista de La sirenita, del género de los héroes de Cazafantasmas) acaba siendo una puerta abierta al machismo, el racismo, la homofobia y otros horrores. 

Una película maldita y una joya ‘indie’

Desde el cuestionamiento posible sobre algunas inercias de la cultura y sus memes hay que entender la Cthulhuton 2 que se ha celebrado este sábado 29 de marzo en el cine MK2 Palacio de Hielo (Madrid) como una fiesta pop(ular) y una posibilidad de disfrute. Un festival con Lovecraft como centro y que ha incluido tres adaptaciones directas, más o menos libres, de obras del escritor, además de acoger la proyección de un verso un poco suelto: The keep

Película de monstruos, de nazis saqueadores de tumbas y de casas encantadas tamaño XXL, The keep ha sido, es y será la película maldita de Michael Mann (Hunter, Heat). Fue finalizada de manera agitada debido a la cicatería de los productores y a la muerte de un responsable principal de los efectos especiales, remontada y recortada… La novedad es que recientemente ha sido digitalizada con una notable calidad de imagen. La película sigue siendo la propuesta fallida y llena de problemas técnicos que siempre ha sido, pero ahora lucen los momentos de grandeza estética (por el ojo de Mann y por la música ochenterísima de Tangerine Dream) de esta mezcla peculiar de cuento ‘pulp’ con ecos religiosos y de gran espectáculo que no fue. 

La Cthulhuton también ha tenido una sesión de cine lovecraftiano de base, producciones más o menos amateur que intentan respetar de manera más escrupulosa la letra de los relatos. La llamada de Cthulhu es un más que simpático mediometraje producido por la H. P. Lovecraft Historical Society, repleto de guiños a través de los cuales imaginar cómo podría haber sido una adaptación cinematográfica de los cuentos lovecraftianos cuando estos eran publicados en revistas como Amazing Stories hace un siglo. El modesto y rabiosamente indie cortometraje Cool air complementa el programa doble.

El enfoque de otra de las películas que se ha proyectado, Re-animator, es mucho más libre y, desde ciertos puntos de vista, transgresor. El realizador Stuart Gordon firmó una trepidante comedia de terror y humor negro inspirado en un serial escrito por Lovecraft (Herbert West, reanimador) y no demasiado apreciado por este. Quizá el nini de Providence (una expresión empleada por la crítica cinematográfica y ensayista Elisa McCausland) hubiese sentido perplejidad ante esta revisión revoltosa y cachonda de su historia de un científico loco y su colaborador. 

Re-animator dio origen a una trilogía continuada por el productor del filme original y pope del body horror fallero Brian Yuzna (Society). Con ocasión del 40 aniversario del filme, se pudo ver la correspondiente digitalización a resolución 4K del montaje sin censura de la película con un coloquio posterior a cargo de los divulgadores Ángel Codón y Paco Fox que sirvió de final de fiesta.

Las llamadas a la intervención de Cthulhu

Lovecraft también ha acabado siendo un lugar más o menos común dentro de la cultura friki y de internet: ahí está la broma más o menos sarcástica de apelar a los dioses indiferentes del autor de La llamada de Cthulhu para que acaben con todo lo que nos parece insoportable e indignante. Es una broma que encaja esa especie de nihilismo en versión pop, infantil y sensacionalista, que a menudo emana del fandom y de algunos de sus autores preferidos (véase el nada progresista Zack Snyder). Y que se llega a solidificar en visiones profundamente inquietantes del mundo real. 


La proyección de ‘Re animator’ será el final de fiesta de la Cthulhuton 2

El filósofo Nick Land es un ejemplo de ello. Autor de teoría-ficción interesado en la literatura de Lovecraft o la narrativa ciberpunk, se ha convertido en una especie de pequeño gurú de la ultraderecha a través de libros como La ilustración oscura. Fascinado por la tecnología y defensor del aceleracionismo, Land acaba defendiendo fantasías explícitamente elitistas y antidemocráticas desde un antihumanismo que parece observar la realidad, sus vidas y muertes y sufrimientos, con el mismo distanciamiento con el que se observan las aventuras ficticias del protagonista de un relato de terror.

En todo caso, el legado de Lovecraft es una tradición cultural en disputa. Un árbol del que puede nacer ramas diversas. Desde EEUU el novelista P. Djèlí Clark resignificó el racismo de Lovecraft y del clásico del cine mudo El nacimiento de una nación mediante el wéstern fantástico Ring shout, que ha sido publicado en versión castellana (por Obscura Editorial) y catalana (por Mai Més).

En clave de proximidad, el periodista y activista catalán Jordi Martí Font publicó la curiosa novela Secondina, crònica d’una putrefacció, donde cruzaba la memoria personal y periodística sobre las cloacas de la corrupción en Tarragona con la aparición de monstruos tremendos. Martí Font no se alineaba con la misantropía desatada de otros seguidores del autor de Dagon, sino que remitía más bien a las catarsis igualitarias del carnaval o de las danzas de la muerte. Inspirándose en el mismo autor, cada uno puede encontrar su fiesta.