El laureado arquitecto inglés asegura que la oposición a la macrocelulosa «no solo expresan su preocupación por los efectos sobre el entorno natural sino también por cómo esta encaja dentro de una visión más amplia de desarrollo económico y protección del territorio»
Chipperfield, el multipremiado arquitecto que deslumbró a Feijóo, contra Altri: “No es el futuro de Galicia”
La puerta de entrada a Galicia de David Chipperfield (Londres, 1953) fue Corrubedo, un bonito pueblo marinero en O Barbanza. Allí llegó a veranear hace casi 30 años y allí construyó, a los pocos años, su propia vivienda. Pero la relación del laureado arquitecto inglés, premio Pritzker en 2023, con la comunidad fue más allá del veraneo. Distintos proyectos lo condujeron, en 2017, a la constitución de la Fundación Ría, con sede en Santiago de Compostela, cuya “ambición” –explica en su página web– es “desarrollar un entendimiento más profundo de los factores que contribuyen a mejorar la calidad de vida más allá de evaluaciones económicas como el PIB”. Su preocupación por los efectos del cambio climático lo llevó a terciar en el debate generado por el polémico plan de Altri –apoyado por el Gobierno de Alfonso Rueda– para instalar una macrocelulosa en Palas de Rei (A Ulloa, Lugo). Lo hizo en un artículo crítico con el proyecto publicado en La Voz de Galicia, que el propio Rueda despreció. Ahora Chipperfield ahonda en sus razones en esta entrevista con elDiario.es, respondida vía correo electrónico. “Quienes se oponen al proyecto no solo expresan su preocupación por los efectos sobre el entorno natural y, en particular, por la calidad del agua en la ría de Arousa y su producción marisquera”, explica, “sino también por cómo este encaja dentro de una visión más amplia de desarrollo económico y protección del territorio”. A su juicio, la Xunta de Galicia “no ha logrado demostrar cómo encaja el proyecto de Altri en su visión del desarrollo de Galicia en relación con su riqueza ambiental y su capital natural y social”.
¿Por qué ha tomado posición públicamente en contra del proyecto de Altri?
Como agencia independiente preocupada por el entorno construido y natural, cada vez resultaba más difícil no expresar nuestra postura. Desgraciadamente, el tema se ha polarizado, marcando una línea de batalla innecesaria entre el crecimiento económico y la inversión, por un lado, y la protección del medio ambiente, por otro. Como consecuencia, cualquier contribución se interpreta como una toma de partido. Este no es el enfoque para abordar temas tan importantes.
¿Cuál sería ese enfoque?
Necesitamos mejores métodos y foros para debatir cuestiones que afectan al medio ambiente. La próxima generación pagará las consecuencias de los errores que la mía ha cometido en los últimos 30 o 40 años, decisiones tomadas en su mayoría con buenas intenciones. Teniendo en cuenta las lecciones del pasado, debemos darnos cuenta de que tenemos que ser más cuidadosos, lo que quizá requiera más diálogo, más deliberación y más paciencia.
El actual presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, le ha replicado que “usted no tiene toda la información” y que no le constaba que la hubiese pedido. ¿Qué opina de este tipo de reacciones?
Es una declaración razonable por parte del presidente que no puedo rebatir con total seguridad. La información y los datos sobre un tema tan complejo no son fáciles de entender para nadie. Sin embargo, la información por sí sola no basta, debe transformarse en argumentos. Creo que los argumentos no se han comunicado con la claridad necesaria y eso nos lleva al fondo de la cuestión. Si una parte tan importante de la comunidad está tan firmemente posicionada en contra del proyecto, esto representa un problema, sea cual sea la «verdad». El apoyo o no a Altri está bastante contaminado por el ambiente que se ha generado.
¿A qué se refiere?
Podría interpretarse como una postura partidista en oposición al Gobierno, pero no considero que esa sea una visión justa, aunque haya quienes la sostengan. Del mismo modo, me incomodan las acusaciones generalizadas contra la Administración. Desde mi experiencia trabajando con esta Administración, tengo la confianza de que las decisiones e iniciativas se toman con las mejores intenciones y con la mirada puesta en el futuro de la comunidad.
El proyecto de Altri surgió durante la presidencia de Alberto Núñez Feijóo, con el que usted mantenía una relación personal. ¿Le habló alguna vez del mismo?
No hablamos de ello. Mi relación personal con el presidente Feijoo no se basaba en una alineación política sino en un mutuo respeto y en la confianza de saber compartida la preocupación por el bien de Galicia. Del mismo modo, estoy igualmente seguro de que el presidente Rueda tiene como prioridad el bienestar de la comunidad. No me interesan demasiado los juegos políticos, pero tampoco subestimo los desafíos y dificultades que conlleva la responsabilidad de gobernar.
¿En qué consiste el proyecto de la Fundación RIA, con financiación de una fundación ligada a Inditex, de aldea modelo en Carballeda de Avia?
Como arquitectos, planificadores y urbanistas, nuestra perspectiva parte del entorno construido. Sin embargo, al igual que muchos otros, creemos que el futuro de Galicia también depende del impulso y la innovación en las zonas rurales y de economías relacionadas con la producción de alimentos, la energía y la gestión forestal. En este sentido, Galicia puede alinearse mejor que casi cualquier otro lugar de Europa con las preocupaciones ambientales actuales sobre sostenibilidad y los modos de producción alimentaria.
¿Es compatible con el tipo de políticas ambientales que permite un proyecto como Altri?
Es fundamental respetar y proteger aquellos aspectos de la economía gallega que son fundamentales para la cultura y la calidad de vida de Galicia. Es en este contexto donde debe enmarcarse el debate sobre el proyecto de Altri. Quienes se oponen al proyecto no solo expresan su preocupación por los efectos sobre el entorno natural y, en particular, por la calidad del agua en la ría de Arousa y su producción marisquera, sino también por cómo este encaja dentro de una visión más amplia de desarrollo económico y protección del territorio. Creo que la Administración no ha logrado demostrar cómo encaja el proyecto de Altri en su visión del desarrollo de Galicia en relación con su riqueza ambiental y su capital natural y social.
Su mirada sobre Galicia cuenta con la ventaja de ser, de alguna forma, externa pero ¿no teme que usen esa posición para desacreditar algunas de sus consideraciones?
Mi punto de vista puede ser fácilmente desacreditado. Soy muy consciente de mi precaria posición como foráneo y de que he sido tratado con un respeto exagerado que sospecho no merezco y en el que no puedo apoyarme. Sin embargo, creo que el hecho de estar tan implicado en cuestiones de protección del medio ambiente también supondría una renuncia de mi privilegiada posición no hacer uso de mi voz. Intento asegurarme de que mis opiniones se refieren a cuestiones e ideas, no a política ni a culpar a nadie. La cuestión que deberíamos debatir conjuntamente es si el apoyo de las administraciones a la inversión y la innovación está debidamente representado y justificado por este proyecto.
¿Lo está?
Llevo trabajando en los ámbitos de la planificación y el urbanismo el tiempo suficiente para entender que se toman decisiones, buenas y malas, algunas con consecuencias significativas, pero en pocas ocasiones se toman malas decisiones a propósito. No hay villanos pero sí malas decisiones. ¿Cómo mejoramos el sistema y encontramos un mejor equilibrio en un lugar como Galicia que, en mi opinión, está en una posición única para encontrar este equilibrio?
EFE/Xoán Rey
¿Cuáles son los proyectos inmediatos de la Fundación RIA?
La fundación se dedica a trabajar en aquellos ámbitos que consideramos clave para lograr un mejor equilibrio entre desarrollo y protección, entendiendo que la calidad del entorno —tanto construido como rural— es fundamental para la calidad de vida de la comunidad gallega.
¿Hasta qué punto decisiones como la aprobación de Altri pueden afectarlos, si es que pueden?
Como arquitectos hemos llegado a comprender mejor cómo la toma de decisiones aisladas no ayuda a responder a los desafíos que ha puesto de manifiesto la crisis climática. Este es un reto en toda Europa y requiere una planificación coordinada, que considere los problemas y se anticipe a las consecuencias, que anteponga los intereses a largo plazo a las soluciones inmediatas. Para aplicar nuestra formación y perspectiva profesional, buscamos replantear nuestra labor como arquitectos y urbanistas, no solo al servicio de clientes o empresas individuales, sino en beneficio del interés público.
Hace ya décadas que visita y trabaja en Galicia: ¿en qué ha cambiado el país –urbanística, ambientalmente– durante este tiempo?
Sin duda, los peores daños se produjeron en las últimas décadas del siglo pasado. Fue una combinación de problemas: crecimiento descontrolado, falta de protección urbanística, exceso de entusiasmo en la planificación del tráfico, falta de consideración por las condiciones edificadas y naturales existentes… Creo que ahora hay más consideración que antes. La cuestión ahora es como asegurar las cualidades que todavía existen, cómo protegerlas para la próxima generación. Galicia tiene la suerte de poseer muchas virtudes, que se dan por sentadas y se infravaloran, sobre todo una calidad de vida asegurada por su naturaleza y su sentido de comunidad.
¿Cuál es la importancia de la sostenibilidad en su idea actual de la arquitectura?
Estamos, como tantos otros en nuestra profesión, tratando desesperadamente de responder a un nuevo sistema de prioridades, buscando respuestas a una doble crisis, el cambio climático y la desigualdad social. En la construcción aún no tenemos información clara o medidas que nos orienten, pero sí sabemos algo con claridad: que debemos fomentar la rehabilitación frente a la nueva construcción siempre que sea posible y que debemos considerar cuidadosamente el uso de los recursos, promoviendo los materiales reutilizables y locales.
¿Cómo afecta al caso de Galicia?
En el caso de Galicia creemos que la excesiva cantidad de edificios vacíos, no sólo en aldeas remotas sino también en pueblos y ciudades, debería considerarse urgentemente en lugar de seguir construyendo en espacios naturales.