La junta militar impide a los periodistas entrar en Myanmar mientras las víctimas oficiales superan ya las 2.000

La guerra no se detiene tras la catástrofe y dificulta la asistencia humanitaria

Asciende a más de 1.600 el número de muertos por el terremoto de Myanmar

La tragedia del terremoto no ha rebajado el hermetismo de la junta militar que ostenta el poder en buena parte de Myanmar, que ha negado acceso al país a la prensa extranjera para cubrir la catástrofe. El jefe de la junta, Min Aung Hlaing, justificó el domingo la decisión con el argumento de que hay dificultades para encontrar alojamiento, además de los cortes eléctricos y del suministro de agua, según recoge EFE. Mientras tanto, la cifra oficial de muertos sigue aumentando. Ya son 2.000, según los datos de la junta y de la oposición.

“Ya antes del terremoto había en Myanmar casi 20 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria”, ha indicado hoy en un comunicado el coordinador humanitario de la ONU para Myanmar, Marcoluigi Corsi. La ONU destaca que la magnitud del desastre “sigue sin estar clara”, pero que el daño es “vasto”. Los hospitales de las regiones afectadas están desbordados, y las rutas de comuicación y transporte se han visto gravemente afectadas, señala Naciones Unidas.

Al menos tres puentes importantes colapsaron el viernes y decenas de carreteras quedaron prácticamente intransitables por el terremoto, lo que ha cortado vías de comunicación clave para trasladar ayuda. Esto retrasó la llegada de rescatistas durante la noche del viernes y el fin de semana.

A esto se suma el cierre de al menos dos aeropuertos, entre ellos el de la capital, Naipyidó, que ha clausurado las operaciones comerciales y mantiene ahora un estricto control de las llegadas bajo expresa autorización de la junta militar, y el de Mandalay, la segunda mayor ciudad del país.

Cualquier despliegue dentro de Birmania se ve afectado por problemas anteriores que se recrudecieron en las últimas 72 horas, como los fallos eléctricos, la inestable conexión a internet y la escasez de combustible.

El contexto de guerra no ayuda a que la asistencia llegue a donde se necesite rápidamente. La junta militar, que dio un golpe de Estado en 2021 para poner fin al paréntesis democrático en el país, controla solo una parte del territorio —un estudio de la BBC de finales de 2024 calculaba que apenas el 21%—, mientras que el resto se lo disputan distintas facciones en las que la vocación prodemocrática y la de afirmación étnica tienen pesos variables. El Gobierno de Unidad Nacional (NUG), que reúne a varias de los grupos opositores, señala, en ese sentido, que los bombardeos militares continúan pese a la tragedia natural.

Abundando en la doble condición de país en guerra y vapuleado por la catástrofe de Myanmar, la coordinadora general de Médicos sin Fronteras (MSF) en el país, Federica Franco, ha calificado la situación de “tragedia dentro de una tragedia”, en declaraciones remitidas a la prensa por la ONG. “La emergencia inmediata es sin duda la necesidad urgente de asistir a las personas con lesiones traumáticas, con fracturas y heridas por aplastamiento causadas por el derrumbe de los edificios”, ha dicho.

“Es esencial intervenir en las primeras 72 horas con atención quirúrgica y traumatológica para poder salvar vidas y también limitar el riesgo de complicaciones posteriores […] En los próximos días, tememos que la situación sanitaria empeore aún más debido a la destrucción de instalaciones médicas, la escasez de agua potable y también las precarias condiciones higiénicas en muchas ciudades. Esto podría provocar epidemias de enfermedades transmitidas por el agua, como diarrea o cólera, pero también malaria y dengue”, ha alertado.

El temblor de magnitud 7,7 se produjo el viernes a las 12.50 h en el noroeste de Myanmar, —las 7.20 h en España—, a 10 kilómetros de profundidad y con el epicentro entre las ciudades de Sagaing y Mandalay, a unos 17 kilómetros de esa última urbe, la segunda mayor ciudad del país. Apenas 11 minutos después del primer terremoto se produjo una réplica de magnitud 6,4 en la misma zona, seguida por otras durante el fin de semana. El sismo también afectó a Tailandia, donde fallecieron al menos 18 personas.

Un modelo estadístico elaborado por el servicio geológico de EEUU, citado por el New York Times, ya anticipaba el viernes que era muy probable que las víctimas totales superasen las 1.000 personas, o ser incluso muy superiores.