A toda esa ilusión que depositamos al guardar un de un nuevo restaurante prometedor con platos apetecibles, le sigue el (inmediatamente) posterior descubrimiento de otro restaurante prometedor y (no tan) secreto que derivará en algún otro vídeo parecido y el consecuente empacho de oferta gastronómica. Son tantos los posibles lugares en los que comer, y tan parecidos entre sí, que justamente por eso los acabas olvidando. Es cierto que así es como hoy en día descubrimos aquellos bares de gildas virales, los rellenos del tan poco visto pistacho o la“más auténtica” de Chamberí. Sin embargo, la paradoja que surge en las redes sociales sobre la amplia gama de locales de comida ‘únicos’ es que, al explotar precisamente esa unicidad, terminan perdiéndola.