Los exportadores de vino, aceite o calzado ven en peligro contratos por los aranceles: «Se han paralizado pedidos y proyectos»

Empresas de diferentes sectores asumen que hay acuerdos comerciales paralizados por la incertidumbre y los productores vinícolas y olivareros reclaman no ser moneda de cambio para que se rebajen los aranceles a la industria

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La situación abierta por los aranceles impuestos por el Gobierno de Donald Trump ha derivado en un periodo de muchas dudas e incertidumbre para los sectores y empresas que exportan a Estados Unidos. Desde las compañías aceiteras, pasando por las vinícolas, hasta los fabricantes de calzado o de cerámica reconocen que se están viviendo semanas marcadas por la falta de certezas y por los interrogantes que genera una negociación entre bloques económicos de la que no se tiene claro ni el calendario ni los posibles resultados.

“Vivimos un momento de Incertidumbre total. Se han paralizado pedidos y proyectos. No se recuerda una situación igual”, explica Salvador Caravaca, secretario general de la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE). Un sector que fía buena parte de su negocio a las exportaciones, sobre todo a Estados Unidos, y que suma casi 500 empresas con un volumen de negocio de unos 210 millones de euros. “La actividad que tienen, en este momento, las fábricas corresponde a los contratos que se cerraron en agosto y septiembre. Ahora, para pedidos que ya están en marcha o que están en los barcos camino de Estados Unidos, se está pidiendo a los fabricantes que se hagan cargo de los aranceles”, añade. Es decir, los importadores estadounidenses reclaman que sean los productores españoles los que soporten los nuevos aranceles sobre sus cuentas de resultados. “Eso está por encima del margen de beneficio, pero las empresas lo pueden hacer para no perder el cliente o ver que se rechaza el pedido”.

Una situación que depende del contrato que se haya cerrado con la contraparte norteamericana. “Hay empresas españolas que venden a gran distribución y ahí el trámite de aduanas corre a cargo del importador estadounidense, pero intentan un descuento y no tener que hacerse cargo” del importe del arancel. Sin embargo, también hay otros tipos de contratos que son una especie de ‘todo incluido’ donde “está todo pagado hasta el destino” y donde el arancel, directamente, corre a cargo del proveedor. 

El sector del calzado, además, es relevante por el peso que tiene en determinadas zonas geográficas, con fuerte presencia en localidades de Alicante, La Rioja, Menorca, Murcia o Toledo, pero no es el único que vive con inquietud la pelea arancelaria. Lo mismo ocurre con el sector de la cerámica. La Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (Ascer) explica a elDiario.es que hay empresas a las que sus clientes estadounidenses “están dejando en pausa la confirmación de los pedidos, a la espera de despejar incertidumbres con los aranceles y su aplicación”. 

Se trata de una industria que tiene en el mercado norteamericano el primer destino de baldosas cerámicas fabricadas en España, con un volumen de ventas a ese país de más de 470 millones de euros en el conjunto de 2024. Además, EEUU es el principal importador de cerámica del mundo, porque el 70% de todo lo que consume procede de otros países, donde España es el segundo país por peso, por detrás de Italia y por delante de México, India, Turquía y Brasil.

Aceite de oliva y vino, productos clave

El sector agroalimentario está mirando con lupa no solo el impacto de los aranceles, también las negociaciones que se están manteniendo, ante el temor de que pueda convertirse en la moneda de cambio para favorecer a la industria en este tira y afloja entre Bruselas y Washington. Y ahí hay dos sectores que copan gran parte de lo que el sector primario vende a Estados Unidos: el aceite de oliva y el vino. El primero supuso casi un tercio de todas las exportaciones agroalimentarias a ese país durante 2024. En total, más de 1.013 millones de euros de ventas de aceite –en un año marcado por unos precios disparados– a los que se suman casi 335 millones de euros de vino y mosto, entre todas las denominaciones de origen y territorios españoles, según los datos que publica el Ministerio de Agricultura.

Productores de ambos sectores reconocen que hay contratos que están a la espera “de tener más certezas de lo que pueda pasar”, pero también hacen un llamamiento a mantener la tranquilidad porque “los contratos no se cierran, ni se rompen de un día para otro”, señalan fuentes del sector bodeguero. Además, recuerdan que al aplicarse los aranceles sobre todos los productos europeos, los principales países competidores están en la misma situación. Otra cosa es en el sector del aceite, donde sí se ve con mucha cautela que el Gobierno italiano de Giorgia Meloni acuda a Washington y negocie un trato de favor, saltándose la negociación en bloque de la Unión Europea, más aún cuando hay productores de ese país que siguen mezclando aceite local con producto español para luego venderlo a EEUU.

Los nuevos aranceles llegan a los exportadores de aceite de oliva en un momento de despegue de la cosecha y de caída de precios. “La producción de este año va a llegar a 1,4 millones de toneladas y los costes han caído a menos de cuatro euros”, argumenta Rafael Pico, director de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (Asoliva). Ese es el motivo por el que los importadores estadounidenses no han adelantado compras para evitar los aranceles, como sí ha ocurrido en el vino. “En Estados Unidos, incluso con los aranceles, el aceite de oliva va a ser más barato que hace un año, porque la botella ha estado a 15 dólares el litro”. Sin embargo, el directivo de Asoliva no lo ve como una buena noticia para paliar el golpe arancelario. “La distorsión del mercado es Turquía, que tiene un arancel del 10% y un coste menor, va a vender a cinco dólares y yo a ocho”. Lo mismo, apunta Pico, ocurrirá con los aceites de Marruecos, Chile o Argentina. 

Desde Dcoop, la mayor cooperativa aceitera, apuntan otro miedo: que la subida de todos los productos básicos para las familias desplace el aceite de oliva de las prioridades de consumo. “Me preocupan los efectos indirectos, si suben los coches, la ropa, todo y hay una espiral, al tener menos poder adquisitivo, los estadounidenses pueden decir que les gusta mucho el aceite y el vino español, pero pueden sacrificarse y prescindir de ellos”, apunta un portavoz de Dcoop. “Eso lo vemos como peligroso”, añade. En su caso, no están viviendo incidencias con los envíos de aceite a EEUU.

En cuanto al vino, las bodegas de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja ya han apuntado su temor a perder peso en el mayor consumidor vinícola del mundo. Y este miércoles, la Federación Española del Vino (FEV) ha hablado de una sucesión de malas noticias. “Llevamos años en los que se han sucedido los problemas de forma inimaginable, empezando con el COVID, la inflación y ahora los aranceles, es una sucesión de plagas bíblicas”, señaló su presidente, Pedro Ferrer, durante la asamblea anual de la FEV. “A lo mejor los que inician la guerra son los que pierden más. Nos asusta que el problema de aranceles vaya a más y los efectos sean más devastadores”, reconoció.

Los aranceles también pesan para los envíos que tienen que llegar a la UE. En la Tonelería Gangutia, en La Rioja, están a la espera de un contenedor de madera que está llegando a España desde Estados Unidos y, aunque creen que no se verá afectado, su gerente Teresa Pérez reconoce “no tener fe en nada”. El roble americano, comprado exclusivamente en EEUU, es la principal materia prima en esta tonelería, que se encuentra actualmente con la incertidumbre de la respuesta arancelaria de la Unión Europea. Mientras la situación se estabiliza y se despejan las dudas, han parado la llegada de otros contenedores de madera. 

El caso de las tonelerías es paradigmático, ya que esta guerra arancelaria les afecta en una doble vertiente, la compra de madera a aserradores estadounidenses y la venta de barricas por las bodegas del país. Todo ello directamente relacionado con la afección que puedan suponer los aranceles a sus clientes en mitad de una crisis de consumo de vino que había encontrado en EEUU un mercado creciente. 

El mercado de EEUU de venta de barricas de Tonelería Gangutia es muy pequeño, aunque “indudablemente” afectará, pero la principal preocupación está en la madera, ya que el roble de EEUU es su principal materia prima actualmente. No obstante, Teresa Pérez no quiere ser negativa y confía en que “la situación se calme” y “salgamos de esta como de otras crisis que han afectado al vino”.

La importancia del “barco en el agua”

Otra duda, al margen de los contratos que se puedan perder, es qué pasa con las exportaciones que ya están viajando a Estados Unidos. Rafael Pico de Asoliva señala que el concepto clave es el de “barco en el agua”. “Significa que si el barco ha sido despachado y lo puedes acreditar en aduanas antes del 5 de abril, no pagas ese arancel” que anunció Trump el 2 de abril. “Y si acreditas que fue antes del 9 de abril, es del 10%”. En teoría, tenía que haber subido al 20% desde este miércoles, pero en un nuevo giro de guion, Trump ha decidido congelar el arancel a los mercados europeos y dejarlo durante 90 días en el 10%.

Estos vaivenes agitan aún más la incertidumbre entre los exportadores. “Tenemos dudas, sobre las fechas que manejan las aduanas estadounidenses”, señalan otras fuentes, porque “una cosa es la publicación de las fechas de los aranceles y otra, la implementación de las aduanas que tardarán en ponerse al día”, añaden. 

Al mismo tiempo, desde los fabricantes de calzado también apuntan que hay diferencias entre si el barco que lleva la mercancía va directamente a Estados Unidos o si este para en algún otro puerto por el camino. Y añaden que se podrá acreditar que los barcos salieron de los puertos españoles antes de la puesta en marcha de los aranceles solo si estos llegan a los puertos estadounidenses antes del 27 de mayo.