Y el juez Peinado se subió a la tarima

Desde el principio se veía venir que este magistrado que llegó a la judicatura con 40 años y al que le quedan menos de dos para jubilarse forzosamente comprendió que esta iba a ser su gran y última actuación

La instrucción del juez Juan Carlos Peinado García contra Begoña Gómez, en la que se investiga a la mujer del presidente del gobierno por cuatro delitos, cumplió un año el pasado 16 de abril y el juez decidió celebrarlo por todo lo alto: subiéndose a una tarima para tomar declaración al ministro Félix Bolaños en el Palacio de la Moncloa. 

El ministro no había previsto la exigencia de la tarima, así que la declaración, ya demorada porque al juez no le gustó que Moncloa le mandara un policía como escolta, se retrasó la casi media hora que tardó el personal en construir unas alzas al gusto del magistrado. La performance aún se prolongó un poco más, porque el fiscal y los letrados de las acusaciones también pidieron elevarse por encima del testigo. Si han estado en un juzgado, recordarán que estos también se encuentran subidos a estrados, aunque en la Audiencia Nacional, por ejemplo, todos, desde el juez hasta los testigos se sientan en sillas a la misma altura. El juez Peinado, una vez conseguida su tarima, se la negó a los demás y Bolaños pudo empezar a declarar. Pero ni estando varios centímetros por encima de la concurrencia, Peinado se desprendió de su amor por el teatro experimental, e hizo salir a Bolaños de la sala para buscar el segundo apellido del superior jerárquico de la asistente de Begoña Gómez, aunque ese segundo apellido ya figuraba en la investigación. Dos horas en Moncloa para esto, dirán ustedes, y acertarán porque lo importante era estar dos horas en Moncloa, con tarima incluida. 

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