Mientras estaban de vacaciones

El fascismo no toma vacaciones. Los que no entramos en los cupos de desplazamientos y carteles de completo, tenemos más tiempo para pensar en cómo nos distraen y prepararnos, si aún es posible, para no caer en la trampa. Porque desde luego cepos no faltan, a todos los niveles.

Mientras muchos pelean contra las nubes, el viento y los atascos, la vida sigue para quienes no entran en los apartados mediáticos de “millones de desplazamientos”, “hotel que cuelga cartel de completo” o “fervor procesional”. Para este último no hace falta viajar para vivirlo, dado que aparece también en la oferta informativa tradicional de la Semana Santa española. Nadie les pregunta a los “no desplazados” como se apañan, por ejemplo, para entretener a los hijos con “mal” tiempo. Ni nadie parece pensar -visto desde el trabajo diario inaplazable de los hospitales y otros servicios- cómo sientan los llantos de los turistas que sufren retrasos en los aeropuertos o los que no han visto un rayo de sol, por poner algunos de los sufrimientos clásicos de estas fechas.

 Tomen fuerzas todos que vienen curvas. No ayuda el ver aparecer como apertura del telediario a unos legionarios con marcada actitud marcial portar una imagen de Jesucristo crucificado mientras cantan que son los novios de la muerte. Y que guste tanto a los editores que lo repitan dos veces más en el mismo informativo. Forman parte, junto con otras manifestaciones del ritual en España, del nuevo verbo surgido de un sustantivo: procesionar.

 La vida sigue mientras tanto, decíamos. Con los ingredientes informativos habituales. Una jueza que cumple su trabajo en Catarroja, Valencia, para buscar responsabilidades a la parte evitable de la tragedia de la DANA. En ausencia encubierta del presidente Mazón, la exconsellera Salomé Pradas declara ante la magistrada que no dijo lo que está grabado que sí dijo sobre la UME a ver si rebotan sus culpas a otros. Y un juez, radicalmente opuesto en el ejercicio de la magistratura, se pide una tarima en La Moncloa para interrogar a un ministro que no tiene absolutamente nada que ver con la asistenta de la esposa del presidente. Tiene que estar más alto que los demás, explica. Y las portavoces de guardia en el PP, Cuca Gamarra y Cayetana Álvarez de Toledo exigen la dimisión de Sánchez ante el flagrante delito de… ¿de? ¿De ser un blanco para los disparos de la oposición involucionista? Pero todos los detalles del bochorno no nos los cuentan los medios audiovisuales.

  El fascismo no toma vacaciones, entretanto. Trump y Meloni muestran su sintonía -ambos comparten por ejemplo el placer de deportar seres humanos a guetos en países alquilados al efecto. Y el diario español ABC cita a ambos, en su editorial, para que tome ejemplo Pedro Sánchez de cómo se colabora en este golpe antidemocrático o en todo caso se muestra la sumisión debida.

   Lo local, lo nacional, y sus fallos adquieren en estos tiempos una enorme relevancia porque es un movimiento mundial el que nos amenaza y quiere tumbar hasta el conocimiento. Ya ha empezado a atacar a las universidades. En Estados Unidos, Columbia y Harvard y solo ésta resiste. Y en España se citan las del Madrid de Ayuso. Vehículo de propagación esencial son los medios. Hace años ya que lo decimos, años, y el problema es cada vez más extenso.

 Publica elDiario.es un artículo de The Guardian donde explica cómo han cubierto los medios conservadores de EEUU el caos arancelario de Trump. “Nueva edad de oro” le llaman. “Unos minimizaron el efecto de los aranceles y otros los elogiaron, pero muy pocos han cuestionado abiertamente la política del presidente”, dice. La censura de algunos medios críticos a las ruedas de prensa en la Casa Blanca ha llegado al punto, por ejemplo, de que informadores admitidos pregunten cómo consigue el presidente tener tan buen aspecto. Al nivel que recordamos de algunos españoles.

 Verdaderamente sobrecogedor es lo que escriben desde el lugar “del crimen” demócratas responsables. Es el caso de Siri Hustvedt, escritora, ensayista y poeta, premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 y viuda del escritor Paul Auster. Por la contundencia y claridad de lo que argumenta y porque recoge lo que se está diciendo a estos niveles y apenas se cuenta en términos de una amplia difusión. Lo titula: “El fascismo en Estados Unidos” porque “las palabras importan, alteran la percepción, excitan las emociones y serán cruciales para influir en el rumbo de los acontecimientos políticos”.

 Señala Hustvedt que el problema no son solo los medios conservadores, “la respuesta de los principales medios de comunicación (y muchos académicos) ha sido que estas comparaciones son ”irresponsable“ y que los únicos que asocian a Trump con Hitler son los alarmistas de izquierdas”, dice y añade que los medios de comunicación tradicionales, vinculados a intereses empresariales, tienen miedo de perder el acceso al poder y desean mantener un tono de moderación y continuidad. “La propaganda es el lenguaje que tiene una misión”, define. Y hay que aprender a verla, no es difícil por lo burda que es a menudo. Estas tácticas llevan tal adelanto en España que podríamos impartir un cursillo de detección. Sin perder el tiempo porque va a más. Los gobiernos ultras ya disponen hasta de listado de palabras a evitar: desde “feminismo”, “no binario”, “inmigrante”, “diverso”, a simplemente “mujer”. Goebbles redivivo.

  Nada ha impedido que en estos días “santos” el ejército de Netanyahu siguiera matando niños palestinos y el estadounidense de su amigo Trump a 74 yemeníes y herido a 200 más, al bombardear el puerto de Ras Issa en el Mar Rojo. Mientras unos están de vacaciones, la maquinaria sigue elaborando su estrategia. Cuanto más torpes los mensajes más parecen calar en una sociedad descentrada. Es sano recargar las pilas, tomar fuerzas, en la paz de un parque de tu ciudad, o en una playa que mira al cielo si ésa es la preferencia y la posibilidad. Los que no entramos en los cupos de desplazamientos y carteles de completo, atrapados por esa prisa y por la obligación de disfrutar, tenemos más tiempo para pensar en cómo nos distraen y prepararnos, si aún es posible, para no caer en la trampa. Porque desde luego cepos no faltan, a todos los niveles.