La necesidad de que las mujeres vayan acompañadas de un hombre en público bloquea el acceso a la sanidad y contribuye al aumento de la mortalidad, según los expertos
Los talibanes prohíben por ley el sonido de la voz de mujer en público y marcan el hiyab como innegociable
Era plena noche cuando Zarin Gul se dio cuenta de que tendría que llevar a su hija Nasrin al hospital lo antes posible. Embarazada de su octavo hijo, Nasrin había empezado a sentir fuertes dolores. Su marido estaba trabajando en Irán y ella y su madre estaban solas con los siete niños.
Gul ayudó a su hija a subirse a un bicitaxi y las dos se adentraron en la noche. Sujetando la mano de Nasrin mientras su vehículo traqueteaba por el camino de tierra, Gul rezaba para no encontrarse con un puesto de control talibán. “No dejaba de pensar: ‘Ojalá estuviera aquí el marido de Nasrin; ojalá yo pudiera aliviar el dolor de mi hija”, dice Gul.
Sus plegarias no fueron escuchadas. Unos combatientes talibanes vieron la pequeña luz del bicitaxi y les hicieron señas para que se detuvieran y explicaran a dónde se dirigían. Asustada, Gul les dijo que su hija estaba enferma y necesitaba atención médica urgente. Entonces preguntaron por qué viajaban sin un acompañante masculino, o mahram. Gul les explicó que el marido de su hija trabajaba en el extranjero pero los combatientes se negaron a dejarlas pasar y seguir viaje hasta el hospital.
“Les supliqué diciéndoles que mi hija se estaba muriendo, les rogué que nos lo permitieran pero se negaron”, cuenta Gul. “Desesperada, mentí y dije que el conductor del bicitaxi era mi sobrino y nuestro tutor, solo así nos dejaron pasar”.
Pero cuando llegaron al hospital ya era demasiado tarde. El bebé había muerto en el vientre de Nasrin, que tenía el útero desgarrado. Los médicos dijeron que había que trasladarla a otro hospital, así que Gul ayudó a su hija a subirse a otro bicitaxi y volvieron a ponerse en marcha hacia un hospital público a una hora de distancia. En el camino fueron detenidas de nuevo por otros dos puestos de control talibanes. En todos los casos, reteniéndolas durante mucho tiempo por viajar sin un hombre.
Por fin llegaron al hospital. Pero Nasrin no había sobrevivido al viaje. “Los médicos nos dijeron que, debido al exceso de hemorragia y al desgarro del útero, tanto el bebé como la madre habían muerto”, dice Gul. “Los enterramos uno al lado de la otra”.
El sistema de salud, en peligro
De acuerdo con el testimonio de decenas de profesionales sanitarios y mujeres que The Guardian y la agencia de noticias afgana Zan Times entrevistaron en múltiples provincias del país, el sistema maternoinfantil de Afganistán está en riesgo y se ha visto peligrosamente erosionado por la política draconiana de los talibanes contra las mujeres.
Según las agencias de la ONU, la mortalidad materna en Afganistán se está viendo afectada negativamente por la resistencia de los talibanes a permitir que las mujeres se desplacen a los hospitales sin acompañante, el aumento de los matrimonios precoces, el deficiente acceso a la atención sanitaria, la inseguridad de las carreteras y una cultura que no presta atención a la salud femenina.
Incluso antes de que los talibanes tomaran el poder, la tasa de mortalidad materna de Afganistán multiplicaba por tres la media mundial, de acuerdo con las cifras más recientes del Banco Mundial (2020). Según los expertos, es probable que la salud materna se deteriore aún más tras la decisión de los talibanes de vetar, en diciembre de 2024, que las mujeres reciban formación médica, incluidas las futuras matronas.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 24 madres y 167 bebés mueren cada día por causas evitables en Afganistán. Se calcula que más de 20.000 pueblos de todo el país carecen de servicios sanitarios básicos, algo que afecta a 14 millones de personas. ONU Mujeres estima que la probabilidad de que una mujer muera durante el parto en Afganistán se habrá incrementado en un 50% para 2026.
La seguridad talibán realiza controles a los peatones en la capital afgana, Kabul.
Por todo Afganistán, el personal hospitalario informa de que de manera sistemática se impide a las mujeres acceder a la atención sanitaria materna cuando no las acompaña un hombre. Un profesional sanitario del hospital regional Mirwais, en la provincia de Kandahar, dice que el hospital recibe pacientes femeninas de Kandahar y de las provincias vecinas. “La mayoría llega en estado crítico y algunas mueren simplemente porque las trajeron demasiado tarde”, explica. “Algunos bebés mueren en el útero, mientras que otros fallecen a los pocos minutos de nacer”. Según el personal del Mirwais, al menos 800 madres y más de 1.000 recién nacidos murieron el año pasado en el hospital.
“Una joven llegó al hospital tras dar a luz en un taxi, su bebé había muerto en el camino por falta de oxígeno”, cuenta Samina, una comadrona que trabaja en un hospital público de Kandahar. “Cuando le pregunté por qué no había acudido antes al hospital, me contestó: ‘Tuve que esperar a que mi marido regresara del trabajo, no tenía otro tutor masculino”.
Entrevistadas por The Guardian, dos mujeres cuentan que sufrieron un aborto espontáneo por falta de atención médica. Una entrevistada habla de la muerte de una familiar durante el parto.
“Mi hermana murió ayer durante el parto”, dice Pashtana (nombre ficticio), de 35 años, en la provincia de Kandahar. “Cuando se puso de parto su marido no estaba en casa y no pudo ir sola al médico”. Según Pashtana, si su hermana hubiera viajado sola a la clínica, “no la habrían atendido por no tener un mahram”.
Varias mujeres explican a The Guardian que no podían acceder a tratamientos y recetas por no ir con un varón tutor o por no llevar la autorización firmada por uno. “No puedo ir al médico ni obtener medicamentos si no me acompaña mi hijo o mi nieto”, cuenta Qandi Gul (nombre ficticio), una mujer de 50 años que había acudido a una clínica para una revisión ocular.
“Desde que los talibanes tomaron el poder, las mujeres no van al médico a menos que la enfermedad llegue hasta el punto de ser insoportable”, dice una doctora de la provincia oriental de Nangarhar. “Una de las razones es la dificultad económica pero a veces el motivo es el descuido de los hombres en las familias que no llevan antes a la mujer al médico, y como no pueden desplazarse solas, su estado empeora”.
Escasez de trabajadoras sanitarias
La creciente escasez de profesionales médicas y de comadronas formadas está poniendo en grave peligro la vida de mujeres y niños. Especialmente en las zonas rurales, donde hay pocos médicos con educación formal. Según los médicos entrevistados por The Guardian, “más de la mitad” de sus compañeras han abandonado sus puestos de trabajo, sobre todo en las ciudades y pueblos más pequeños.
“La mayoría de mis compañeras ha abandonado Afganistán y eso ha afectado gravemente al sector sanitario del país”, dice la doctora Sima (nombre ficticio), que decidió quedarse junto a su marido, también médico. “Los dos somos especialistas y nos dimos cuenta de que este trabajo no lo podríamos hacer en el extranjero, así que nos hemos quedado para servir al país”.
Una comadrona de la provincia de Takhar cuenta que representantes del ministerio talibán para la prevención del vicio y la propagación de la virtud acosan y humillan al personal médico femenino de manera constante. “Hacemos todo lo posible por hacer nuestro trabajo, pero la presión es insoportable, muchas queremos dejarlo; a veces nos insultan diciendo que nuestra ropa es ‘antiislámica”, dice.
“Un día, teníamos la sala de urgencias desbordada de pacientes. Esa sección es solo para mujeres, y no se admiten hombres pero los talibanes irrumpieron y se llevaron a tres enfermeras, alegando que sus uniformes eran inapropiados”, explica. “Les hicieron firmar un compromiso de llevar ropa más larga antes de dejarlas marchar. Incluso en emergencias de vida o muerte, en lugar de dejarnos tratar a los pacientes nos detienen por nuestra ropa”.
Traducción de Francisco de Zárate.