Para muchos, cuesta seguir apoyando a Ucrania sin el aliado que ha llevado hasta ahora el peso. Como todo en la vida, es una elección. Pero al menos ahorrémonos el cinismo de cantar ‘Bella ciao’ un año más si no sabemos qué significa hoy en Europa
Cómo ‘Bella ciao’ se convirtió en un himno antifascista y dio la vuelta al mundo
Este 25 de abril se cumplen 80 años de la liberación italiana. Fue la liberación del país del fascismo y de la ocupación alemana que intentaba controlar el país después de la caída de Mussolini. Se recuerda la ayuda de Estados Unidos y otros aliados, y la lucha de los partisanos de la Resistencia italiana.
Como me cuenta en una entrevista que publicamos hoy Walter Veltroni, el antiguo líder del Partido Democrático, la Resistencia fue sobre todo una lucha “existencial”. La historia que él cuenta en su último libro es la de Iris Versari, una joven campesina sin especial interés por la política y que simplemente quería libertad para hablar, para vivir sin miedo.
Los italianos hoy, como la mayoría de europeos en la parte más al oeste del continente, son unos privilegiados porque no han tenido que vivir la guerra ni la ocupación de su país. Quedan recuerdos en las familias del trauma, pero casi siempre retazos indirectos, sin la experiencia de lo que fue. Quedan también los símbolos, entre ellos la canción Bella ciao, cuya historia, como todas las interesantes, está rodeada de misterios y de matices.
Desde nuestro privilegio de europeos en un país próspero, independiente y en paz, es fácil quitarle importancia a la tragedia de que en 2025 siga existiendo la resistencia frente al invasor. En Europa, el Bella ciao, si es que todavía significa algo, es hoy el de los ucranianos, que sufren la ocupación de un régimen que impone la censura, persigue a los disidentes y niega los derechos de las mujeres, de las minorías étnicas y las personas LGTBI.
Los territorios ocupados a la fuerza por los invasores rusos en Ucrania no son un cúmulo de piedras, son ciudades y pueblos donde viven o vivían personas que intentaban hacer su vida y mayoritariamente soñaban con que su país fuera mejor dentro de la Unión Europea, como habían visto que les pasaba a otros vecinos. Lo poco que sabemos, por el cerrazón informativo, de lo que ha pasado en esos lugares es una historia de represión, muerte y secuestro de niños.
El presidente de Estados Unidos insiste en que la invasión rusa de Ucrania es de alguna forma culpa de la víctima por querer tomar sus propias decisiones e incluso sugiere que es una elección política de líderes a los que no les importan sus ciudadanos. Es una visión que, además, caricaturiza a los ucranianos como un rebaño de personas sin libre albedrío y que no tienen derecho a vivir en un país independiente. Es una visión aplicada a palestinos o a sudaneses, y que vemos repetida por todo el mundo más allá de los que vivimos en países privilegiados por riqueza o situación geográfica.
Es difícil ver un buen escenario para los ucranianos ahora. Los líderes europeos, después de años mirando hacia otro lado ante lo que hacía y decía Putin, se encuentran ante dilemas difíciles y con pocas ganas de contar a sus electorados lo que se juega. Para muchos, cuesta seguir apoyando a Ucrania sin el aliado que ha llevado hasta ahora el peso. Como todo en la vida, es una elección. Pero al menos ahorrémonos el cinismo de cantar Bella ciao un año más si no sabemos qué significa hoy en Europa.