Cien años de lucha de la JOC (Juventud Obrera Cristiana)

El movimiento juvenil internacional que fundó Joseph Cardijn conmemora su centenario con actividades en España y países de todo el mundo

En este mes de abril se cumplen cien años del nacimiento de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), un movimiento juvenil internacional que fundó Joseph Cardijn en Bélgica en 1925 y que rápidamente se extendió a muchos países de los cinco continentes. En España, sus primeros grupos fueron constituidos poco antes de la Guerra Civil, pero esta organización solo fue reconocida y tolerada oficialmente a partir de la década de los años 50 del siglo pasado, muy a pesar del Gobierno franquista y gracias al firmado Concordato con la Santa Sede, en el que se regularon las relaciones entre la Iglesia y el Estado.

Para conmemorar su primer centenario, la JOC ha programado diversas actividades en Bélgica, en las que participarán jocistas españoles, y habrá otras en muchos países del mundo. En España, el acto central tendrá lugar en Madrid el día 26 de abril, y en distintas ciudades de todo el Estado los y las jocistas ya han empezado a celebrar esta efeméride.

La JOC es un movimiento internacional compuesto, dirigido y autogestionado íntegramente por jóvenes de lo local hasta el internacional. Jóvenes que pertenecemos a la clase trabajadora y estamos comprometidos con ella, para intentar cambiar las situaciones de injusticia contra las personas y para mejorar nuestras condiciones de vida. Jóvenes con conciencia de nuestra dignidad como personas, conscientes de nuestra dimensión trascendente de la vida más allá de la muerte y de las circunstancias temporales, intentando vivir una dimensión espiritual que da un sentido profundo a la vida. Muchos vivimos esa dimensión siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, su ejemplo, su amor incondicional, con un sentido profundo de amor hacia todos los y las jóvenes trabajadores del mundo y respetando sus diversas creencias espirituales, lo que se traduce en una práctica solidaria en nuestra vida y en nuestra lucha diaria. En ese proceso de lucha intentamos promover la toma de conciencia por parte de todos los jóvenes del mundo para que vivan de acuerdo con esa dignidad y esa trascendencia.

La JOC es una escuela de formación en la vida a través de toda su acción. Las y los jóvenes trabajadores implicados en esos procesos de lucha desarrollamos capacidades y actitudes importantes para la vida. Capacidades que nos hacen ser más conscientes, más autónomos, más libres y más hábiles practicando la responsabilidad en los compromisos que adoptamos, la generosidad en el tiempo que dedicamos gratuita y voluntariamente, la solidaridad al emprender iniciativas con los demás jóvenes, la experiencia de planificar y evaluar los planes previstos, la experiencia de actuar para lograr lo que nos hemos propuesto, el hábito de gestionar, la tolerancia y el respeto a los demás, la toma de decisiones y participar como algo normal.

Escuela para toda la vida

Este compromiso que empieza desde jóvenes es para toda la vida, y así lo hemos demostrado miles de militantes que hemos seguido organizados en diferentes plataformas y acciones de la clase obrera, promoviendo cooperativas de producción, de consumo, de ahorro, de viviendas, de enseñanza, asociaciones de acogida de inmigrantes, de empleadas de hogar, reforzando la acción sindical, el movimiento antimilitarista, las asociaciones de vecinos y un sinfín de organizaciones y plataformas, junto a la población más cercana, para construir alternativas con un objetivo: una sociedad más justa. Muchas de esas personas militantes de la JOC, además de liderar organizaciones, han dado el salto a la política ocupando puestos de responsabilidad.

¿Qué ha aportado la JOC al crecimiento de las personas y, por tanto, al conjunto de la sociedad? La respuesta es sencilla: mucho. Y es de justicia recordarlo en este centenario de su nacimiento.

Ha aportado una juventud con dimensión internacional. El hecho de autogestionar nuestra organización desde la base hasta el nivel internacional, y de convivir las diferentes culturas y tradiciones, asegura una forma natural de concebir la fraternidad humana en toda su diversidad y riqueza, aprendiendo unas personas de otras. Este intercambio permanente permite descubrir que, por encima de las situaciones geográficas, culturales, históricas y étnicas, todos y todas tenemos las mismas aspiraciones y los mismos anhelos de ser felices, de vivir en paz, de realizarnos como personas, de reírnos, de sentirnos queridos y respetados. 

Al mismo tiempo, se tiene una visión verdadera y directa de la realidad de explotación que padece la juventud trabajadora en los diversos países del mundo. Una realidad de la que no se habla lo suficiente en los medios de información ni en la educación.

A lo largo de estos cien años la JOC ha realizado múltiples intervenciones en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en las que ha reivindicado mejoras en las condiciones de trabajo y ha presionado con campañas realizadas a nivel internacional y nacional. Un buen ejemplo es que en 1964 la JOC europea, incluida la JOC española, congregó a 20.000 jóvenes trabajadores en Estrasburgo para conseguir una carta/estatuto que incluía la regulación de varias mejoras laborales y que en España mejoró el contrato de aprendizaje. También hizo contribuciones a los planes de empleo, cuando el desempleo ha azotado de una manera muy severa a la juventud, e igualmente hizo aportaciones a las políticas de juventud en torno a las casas de juventud, servicios de ocio y tiempo libre.

Ha aportado una juventud trabajadora consciente del mensaje recibido de José Cardijn, fundador de la JOC, que caló en todas nosotras y nosotros y lo hicimos nuestro: “Un joven trabajador vale más que todo el oro del mundo”.

Convencidos de ese valor, la JOC ha aportado una juventud trabajadora crítica con las situaciones de injusticia y con los poderes que mantienen esas situaciones. Esa postura crítica en ocasiones nos ha llevado a ser mal vistos e incluso perseguidos por las autoridades oficiales, especialmente por la policía, e incluso a veces a ser mal vistos por la jerarquía de la Iglesia en algunos países, incluido España: en la década de los años 70, el equipo nacional de la JOC de Brasil, de Chile y de Vietnam fueron encarcelados por las respectivas dictaduras y en otros países hubo persecuciones y vigilancias permanentes a las reuniones grupales organizadas por la JOC en España, en esa época guillotinaron varias veces los 40.000 ejemplares del periódico Juventud Obrera, que editábamos mensualmente con informaciones de la realidad obrera,  y la policía intervino varias convocatorias de asambleas con jóvenes en Madrid y Barcelona.

Este movimiento internacional también ha aportado a la sociedad una juventud trabajadora portadora de valores y coherente con nuestra forma de vivir la espiritualidad hasta sus últimas consecuencias, que a lo largo de la historia ha ido adoptando distintas formas de entender y practicar la fe cristiana, siempre posicionada al lado de la juventud trabajadora y motivaba a actuar de manera permanente para luchar por unas mejores condiciones de vida para todos y todas. La organización, sobre todo en las últimas décadas, ha estado formada por militantes que encontraban respuesta a sus aspiraciones más profundas en los grandes valores universales.

De esa manera se han reafirmado en valores como generosidad, amor, solidaridad, justicia por encima de intereses particulares, libertad, responsabilidad, respeto a todo el mundo y a la naturaleza, convivir y compartir, ayudar a los que más lo necesitan, etc. Y esa forma de vivir la fe se convierte en un ideal de vida para siempre. Esa forma práctica de vivir el Evangelio a veces nos ha traído  bastantes incomprensiones por parte de algunos sectores de la Iglesia oficial, hasta que en 1982 se legalizó como organización civil autónoma con el nombre de Juventud Obrera Cristiana de España (JOCE)

Igualmente, la JOC ha aportado una juventud trabajadora competente, capaz de autogestionar y dirigir de manera muy participativa su organización, desde lo local hasta el nivel internacional: Autogestionando sus finanzas y su toma de decisiones, contando con todos los miembros. Representativa al máximo de su juventud, hay dirigentes de 18 años y responsables internacionales de menos de 30 años.

Actualmente, la JOC Internacional (JOCI) está presente en los 5 continentes, haciendo frente a los grandes retos de la juventud como la precariedad laboral, el desempleo, la situación de los grupos más vulnerables como los y las inmigrantes, así como a las preocupaciones globales por el planeta y la igualdad de género, entre otros asuntos. Cien años después de su fundación, la JOCI continúa con la aspiración de seguir dando respuesta a los problemas y ofreciendo una escuela de formación para la acción-reflexión. Su método de trabajo y formación, ver-juzgar-actuar, continúa siendo tan válido como entonces e igual de necesario.