La universidad indaga en la gordofobia de medios de comunicación y redes sociales: “Afrontar la toxicidad es urgente”

«Es responsabilidad de todos desafiar los estándares de belleza opresivos y garantizar que todos los cuerpos sean vistos con dignidad y respeto y la diversidad corporal sea celebrada en lugar de castigada», sostiene la profesora de Periodismo de la UPV/EHU, Miren Rodríguez

Unidas contra la gordofobia: “Dicen que es por nuestra salud, pero nos están jodiendo la vida”

Siete de cada diez personas consideran que las redes sociales transmiten una información negativa o muy negativa de la obesidad, mientras que seis de cada diez opina lo mismo pero en el caso de los medios de comunicación tradicionales. Dentro de las redes sociales, Instagram es la que se lleva la peor parte, seguida de TikTok, Facebook, YouTube y, por último, X. Estas son algunas conclusiones del estudio ‘Radiografía de la percepción social sobre la obesidad en España’ publicado por el grupo de investigación Mediaiker de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

En la investigación han participado 850 personas con el fin de conocer cuál es la percepción que tiene la población general sobre el reflejo en medios de comunicación y redes sociales de la obesidad, un problema creciente de salud pública a escala global. Según sus respuestas, el 68% de los encuestados considera que en redes sociales predomina el enfoque estético -de imagen corporal y estándares de belleza-, mientras que en los medios de comunicación este porcentaje se reduce al 60%.

Esta visión se refuerza con el dato de que el 90% está muy o bastante de acuerdo con que estas plataformas fomentan una mayor comparación entre los cuerpos y que el 82% cree que la publicidad en televisión y los medios de comunicación impresos promueven estándares de belleza poco realistas. En concreto, casi el 80% de los encuestados piensa que la prensa rosa y los programas de entretenimiento tratan la obesidad de forma sensacionalista.

“Los medios sociales como Instagram, Facebook y TikTok desempeñan un papel determinante al amplificar y perpetuar los ideales de un cuerpo de apariencia perfecto al exponer a los usuarios de manera continuada al consumo de imágenes de belleza idealizada, facilitando además la comparación entre cuerpos. La consecuencia de salirse de la norma estética socialmente aceptable, sobre todo por parte de las jóvenes adolescentes y mujeres frente al sexo masculino, es una distorsión de la imagen corporal, con graves problemas de autoestima; de desarrollo de competencias sociales y emocionales; de alimentación desordenada y Trastornos de Conducta Alimentaria; de ansiedad y de depresión, entre otros”, señala la profesora del Departamento de Periodismo de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU, Miren Rodríguez.

La delgadez es sinónimo de éxito, de deseabilidad, y que lo gordo es sinónimo de fracaso

La investigación se centra también en los sesgos de género entre hombres y mujeres a la hora de sufrir gordofobia. El 80% de las personas que han participado en el estudio admite que la mayor presión social para ajustarse a los estándares de belleza actuales recae en las mujeres. Esta percepción se confirma con el hecho de que el número de mujeres que afirma sentirse frecuentemente presionada por la publicidad de productos de dietética o programas de ejercicio para perder peso prácticamente dobla al de los hombres un 45% de mujeres frente al 26% de hombres.

“La violencia estética actual es tal que las connotaciones gramaticales han involucionado hasta el punto de aceptarse socialmente que la delgadez es sinónimo de éxito, de deseabilidad, y que lo gordo es sinónimo de fracaso. La presión estética sobre el cuerpo femenino descansa sobre el presupuesto de un cuerpo delgado. Como consecuencia, se produce la invisibilización de hombres y mujeres considerados ‘no normativos’, con sobrepeso u obesidad y la sobrerrepresentación de cuerpos delgados. Naomi Wolf en su obra ‘El mito de la belleza’ ya explicaba que una fijación cultural por la delgadez femenina no es una obsesión por la belleza de las mujeres, sino una obsesión por su obediencia. La norma de la delgadez entendida como una cuestión moral, de salud y belleza ataca a todos los cuerpos, pero sobre todo al de las mujeres”, reconoce Rodríguez.

El estudio recoge que la estigmatización de las personas gordas está estrechamente vinculada a la identificación de la obesidad como una consecuencia de decisiones individuales, muy alejada de la evidencia científica, que define la obesidad como una realidad compleja y multifactorial. Así, el 47% de las personas encuestadas afirma que la obesidad es una cuestión de responsabilidad individual. “Los medios de comunicación y las redes sociales lo saben y son determinantes en la concepción de la belleza femenina, en la constitución de la imagen social sobre los cuerpos y en contribuir a la estigmatización de quienes no sigan o no puedan seguir las normas estéticas actuales”, relata la profesora de Periodismo.

Rodríguez alerta del peligro de los ‘influencer’ y de la toxicidad de las redes sociales. “Así, la sobreexposición de los cuerpos profesionalmente cultivados y modificados, las fotografías retocadas, la invitación de influencers a ser como ellos y a seguir un sinfín de consejos de belleza, que pasan por que la industria de los productos de dietética y cosmética siga enriqueciéndose, alejan el ideal de belleza y lo sitúan fuera del alcance de muchos y muchas adolescentes, que ya con 12 años utilizan cremas antienvejecimiento y piden como regalo hacerse cirugías estéticas. La toxicidad de esa red social se centra en mostrar una imagen irreal sometida a retoques y filtros, que cosifica los cuerpos femeninos y que se convierte en modelo a seguir para millones de personas que no dudan en maltratar su cuerpo a golpe de dietas, y de ayunos peligrosos, aunque esté en juego la salud física, y mental, por no hablar del grado de intolerancia que se genera hacia los cuerpos diferentes, en concreto hacia las corporalidades gordas”, denuncia.

Aunque el ‘body positive’ y el activismo antigordofobia han abierto espacios de resistencia y aceptación, la lucha no puede recaer únicamente en quienes sufren la discriminación

La investigación finaliza preguntando a los participantes por posibles soluciones contra la obesidad, pero no contra la gordofobia. En este sentido, el 93,8% de los encuestados considera que el abaratamiento de los alimentos saludables puede ayudar a que haya menos personas con obesidad, el 87,2% considera que faltan campañas de concienciación por parte de las instituciones públicas y el 83,7% pide una legislación más estricta de los alimentos ultraprocesados y azucarados.

“Afrontar la toxicidad de Instagram es una tarea urgente que requiere tanto cambios estructurales en la plataforma como una transformación cultural más profunda. Aunque el ‘body positive’ y el activismo antigordofobia han abierto espacios de resistencia y aceptación, la lucha no puede recaer únicamente en quienes sufren la discriminación. Es responsabilidad de todos desafiar los estándares de belleza opresivos y garantizar que todos los cuerpos sean vistos con dignidad y respeto. Solo a través de una acción colectiva se podrán utilizar las redes como espacios inclusivos, donde la diversidad corporal sea celebrada en lugar de castigada”, concluye Rodríguez.