Las escenas de ciudadanos en la calle arremolinados en torno a un transistor se han repetido en ciudades como Madrid y Barcelona. En distintos puntos de España, la gente ha esperado largas colas para comprar radios a pilas para mantenerse informados durante el apagón
Un grupo de personas se concentra en un lateral de una céntrica plaza de Madrid horas después del apagón. La gente a su alrededor va y viene, se agolpa en las paradas de autobús o hacen largas colas para comprar comida enlatada; pero ellas están quietas y en silencio. Quienes oyen lo que ellas escuchan, se acercan interesadas y las imitan hasta conformar un círculo cada vez más numeroso. En el centro de todos esos vecinos arremolinados, hay una radio.
Cuando la luz se apagó en España, se encendió la radio. No cualquier radio. La de siempre, la de antes, la que muchos guardan en un cajón o tiraron en la última limpieza. Esa que nuestras abuelas ponían bajo su almohada, la que coronaba nuestras cocinas y en la que muchos de nuestros padres preferían escuchar cantar los goles. El transistor a pilas se ha convertido este lunes en el centro de muchos corrillos, surgidos de manera espontánea en distintos puntos de Madrid, Barcelona y otras ciudades afectadas por el corte masivo de electricidad. Decenas de vecinos, ansiosos por encontrar información sobre lo ocurrido, se arremolinaban en torno a quien salía a la calle con una radio.