Construida en 1915, esta embarcación fue utilizada para la pesca tradicional pasando de generación en generación dentro de la misma familia. Tras casi medio siglo desde su venta, el Consell de Mallorca quiere comprarla por 220.000 euros
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Construido en 1915 por el maestro carpintero Leopold Sebastià Llompart, el ‘Rafael’ es una de las últimas barcas de bou mallorquinas. Durante décadas, fue utilizada como embarcación de pesca tradicional pasando de generación en generación dentro de la misma familia hasta que, en 1979, la crisis del sector pesquero obligó a su venta. Sin embargo, tras casi medio siglo, esta joya náutica podría ser recuperada muy pronto para formar parte del patrimonio marítimo de las Illes Balears.
Según han expresado recientemente desde el Departamento de Medio Ambiente del Consell de Mallorca, se ha reservado una partida de 220.000 euros de los remanentes de tesorería de 2024 con la intención de comprar esta pieza náutica de alto valor cultural con el objetivo de “garantizar la conservación de una embarcación con un importante valor cultural e histórico”. La embarcación formaría parte de la familia de barcas que actualmente se encuentran en las islas, como ‘Bartolomé’, ‘Valldemossa’, la ‘Balear’ y el ‘Nuevo Tomás’.
Bàrbara Terrasa Pont es autora, junto con Pere Antoni Oliver Reus, del libro Les barques del bou de Mallorca, editado hace un año por la Universitat de les Illes Balears (UIB). “La pesca del bou data del siglo XVII y funciona con dos barcas de llaüt que navegan juntas para mantener la red abierta entre ellas. Popularmente se le llamaba de bou porque visualmente recordaban a dos toros labrando la tierra, pero en el mar”, explica a elDiario.es.
La barca Rafael nació cuando Jaime Picornell y Bartolomé Font encargaron a los astilleros Llompart la construcción de dos barcos gemelos, Rafael y Bartolomé.
A lo largo del tiempo, este tipo de embarcaciones fue evolucionando a través de diferentes generaciones que la autora explica en su libro. “Las primeras son las que se construyeron hasta el año 1920, que eran barcas de bou con vela latina y tenían entre 10 y 12 metros. Posteriormente, llegaron las barcas a las que se añadió un motor, las barcas ya construidas con su motor integrado de los años cincuenta y sesenta, que tenían la popa redonda y se pintaban de colores, las barcas de veinte metros con mayores aplicaciones tecnológicas para la pesca hasta las embarcaciones actuales con una cabina cubierta. Pero las barcas de bou siempre se han distinguido, tradicionalmente, por tener la vela latina y navegar en pareja”.
¿Y qué es lo que hace a esta barca tan especial para el patrimonio marítimo? Según el presidente de la Associació d’Amics del Museu Marítim de Mallorca, Manolo Gómez, la ‘Rafael’ tiene sus orígenes en el año 1915, en el barrio de Santa Catalina en Palma. “Con el paso del tiempo, la barca, que fue heredada por una nieta de armadores, se quiso convertir en una de recreo, pero finalmente se convirtió en una embarcación de chárter tras ser restaurada en Cataluña, donde se utilizó para eventos, bodas, programas educativos y diferentes actividades”.
Con el paso del tiempo, la barca, que fue heredada por una nieta de armadores, se quiso convertir en una de recreo, pero finalmente se convirtió en una embarcación de chárter tras ser restaurada en Cataluña, donde se utilizó para eventos, bodas, programas educativos y diferentes actividades
Construida por los astilleros Llompart de Palma, siguiendo la tradición constructiva de los mestres d’aixa de Mallorca, esta barca tiene unas dimensiones de 12,9 metros de eslora y una capacidad para 25 pasajeros. “La barca nació cuando Jaime Picornell y Bartolomé Font encargaron a los astilleros Llompart la construcción de dos barcos gemelos, ‘Rafael’ y Bartolomé, que son pareja natural ya que siempre salían juntas y se crearon para ello”, añade Manolo García.
En sus orígenes, la tripulación del ‘Rafael’ constaba de entre cinco a ocho personas. La pesca la realizaban entre los meses de febrero a octubre en jornadas que iban desde las 16 horas hasta las 7 horas del día siguiente. El cumplimiento de estos horarios era estricto, tomando nota del rol en las llegadas a cada puerto. En aquella época, las barcas enían que llevar pintado de rojo su matrícula para su identificación y no podían salir a pescar si no tenían toda la dotación.
Más tarde, una mujer de Santa Catalina quedó como heredera y, al no poder convertirla en una de recreo por su alto coste, la vendió. A partir de ahí, la barca viaja hasta Catalunya, donde los nuevos propietarios realizan una serie de modificaciones sobre ella y fundan una asociación y la empresa Tela Marinera (Costa Brava) y la dedican al chárter, para eventos y diferentes actividades educativas. “Finalmente, el último propietario, Joan Santolària, fundador de Tela Marinera, se jubiló el año pasado y, como ya no podía llevarlo, el Consell de Mallorca se interesó”, concluye Gómez. Tras su jubilación, falleció el pasado año dejando un importante legado para la cultura marinera.
El último propietario de la barca Rafael y fundador de Tela Marinera, Joan Santolària, a bordo de la embarcación.
Los expertos señalan que la recuperación de esta pieza es una “gran noticia” para el patrimonio marítimo.
Vivir de espaldas al mar
En cuanto a la recuperación de esta joya náutica, los expertos consultados señalan que el retorno de esta pieza es una “gran noticia”, pero, a su vez, critican una falta de cuidado en general sobre el patrimonio marítimo. “Se tiene que recuperar, pero nosotros reivindicamos al Museu Marítim de Mallorca para hacer frente como toca en labores de conservación y difusión del patrimonio”, comenta Manolo Gómez.
“Tenemos un patrimonio enorme que se hace muy visible en Mallorca porque cualquiera persona de la isla tiene un tío, un padre o un abuelo que ha tenido algo que ver con el mar y no entendemos que se desprecie de esta forma el patrimonio y vivamos siempre de espaldas al mar”, asegura el experto.
En este sentido, Bàrbara Terrasa Pont expresa que “el ‘Rafael’ no se debería de haber ido y el Consell de Mallorca debería hacer más esfuerzos para conservar el patrimonio marítimo”. Y añade: “Que se recupere está muy bien, pero hay que aumentar los cuidados hacia el patrimonio que todavía está aquí, como la barca Valldemossa, que está pendiente de arreglar”.
Construida en 1915, esta barca de bou de tipo llaüt fue utilizada como embarcación de pesca tradicional.
El periodista David Oliver, editor de la revista Mardemars junto con el también periodista Javier Matesanz desde 1999 hasta 2005, explica que quedan pocas barcas de bou de esa época. Hace más de veinte años, en su revista contó como, con el apoyo del Museo de la Pesca, el Ayuntamiento y el Puerto de Palamós, el ‘Rafael’ se transformó en una escuela viviente del patrimonio marítimo.
“Desde su puerto base en Palamós, realiza navegaciones participativas, cursos de vela latina, rutas históricas y programas escolares. Uno de los primeros y más exitosos fue la Ruta Josep Pla, que conmemoraba el centenario del escritor ampurdanés con lecturas de sus textos a bordo durante la travesía hacia las Islas Formigues”, escribía en un artículo de 2020 donde explicaba que la tripulación principal de aquella época estaba formada Raül Mata como patrón y armador, Joan Santolària como copropietario y marino profesional y Antoni Solsona como tripulante, junto a un equipo de voluntarios.
Detalles la barca Rafael a mediados de los años ochenta.
¿Qué barca se quiere recuperar? El debate sobre la restauración
Más allá de la recuperación del ‘Rafael’ y desde una perspectiva crítica, David Oliver se muestra preocupado por la política de restauraciones de las embarcaciones. El periodista afirma que “lo más importante” es el debate sobre “qué barca se quiere recuperar”, ya que, en muchos de los casos, las barcas se restauran con la forma de barcas alejadas de su modelo original.
En este sentido, Oliver explica que hay diferentes opciones de restauración de embarcaciones marítimas: “Por un lado, se encuentran las restauraciones en origen, donde se prioriza el criterio de preservación patrimonial, las restauraciones a partir de cómo llegan las embarcaciones a la restauración y, por último, las restauraciones de postal”.
“Hay mucha incultura sobre estas barcas y normalmente no se percibe cuando no se han basado en las formas antiguas. Sería interesante saber si esta vez se va a tener un criterio patrimonial para restaurar al ‘Rafael’, porque algunas embarcaciones se han restaurado añadiendo ruedas a su diseño y eso es como si a un talaiot se les incluyese una instalación eléctrica”, concluye con ironía.
Hay mucha incultura sobre estas barcas y normalmente no se percibe cuando no se han basado en las formas antiguas. Sería interesante saber si esta vez se va a tener un criterio patrimonial para restaurar al Rafael, porque algunas embarcaciones se han restaurado añadiendo ruedas a su diseño y eso es como si a un talaiot se les incluyese una instalación eléctrica
El ‘Rafael’, un barco que siempre perteneció a la misma familia pasando de padres a hijos, podría volver como una cápsula de un tiempo pasado que se estancó con la crisis de la pesca. Joan Font fue el último familiar que lo mantuvo antes de su venta en 1979, pescando en la barca desde sus trece años hasta que cumplió sesenta. Esta venta salvó literalmente a la barca de ser destruida por las leyes marítimas de la época, que obligaban a destruir viejos barcos de pesca. Desde entonces, a ‘Rafael’ se le ha echado de menos.