Mujeres y China: los conservadores critican los cambios de Francisco para sumar votos antes del cónclave

Los cardenales ya buscan posicionarse y sumar apoyos, por lo que las intervenciones en las reuniones previas se hacen más duras; arrecian las críticas al papa Bergoglio por haber nombrado a mujeres en puestos de responsabilidad y por sus acuerdos con Pekín

La carrera hacia el cónclave empieza con una derrota para los ultras: el cardenal Becciu da un paso al costado

1 de mayo. Roma vive un día de fiesta con conciertos multitudinarios y miles de ciudadanos en las calles disfrutando del día festivo. En el Vaticano la actividad –al menos la pública– es mínima. Es un día sin congregaciones generales, por lo que los cardenales solo se han visto oficialmente en los novendiales, en este caso una misa presidida por el cardenal argentino Víctor Manuel ‘Tucho’ Fernández, uno de los principales colaboradores de Francisco. Son días de encuentros privados, cenas en reservados, reuniones en casas de religiosas cerca de Roma.

Mientras tanto, los conservadores se concentran, buscando un líder con opciones que, aparentemente, no terminan de encontrar. Lejos quedan las opciones que, algunos aseguran que tienen purpurados como el guineano Robert Sarah, el estadounidense Raymond Leo Burke o el alemán Gerhard Müller. Ellos lo saben, y por eso se lanzan a tumba abierta. Incluso, con críticas directas al Papa Francisco, como las que ha aireado Müller incluso en la prensa en las últimas jornadas.

El sector conservador continúa moviendo sus brazos, sin definir un candidato, pero contribuyendo a aislar a otros, como el italiano Pietro Parolin o el filipino Luis Antonio Tagle (con éxito, en el primer caso, sin mucho eco, en el segundo), antes de lanzar a un papable que pueda aglutinar el voto de los más refractarios a las reformas de Francisco. Muchos dicen que no hay candidatos: los suizos Ander Arborelius y Kurt Koch, el húngaro Peter Erdo, el holandés Willem Jacobus Eijk o el canadiense Francis Leo aguardan en silencio ‘instrucciones’ del tridente Burke, Sarah, Müller, a los que se suman el italiano Beniamino Stella o Fridolin Ambongo, de República Democrática del Congo.

En contra de las mujeres

En la congregación celebrada el miércoles se abordó la cuestión de la polarización en la Iglesia y la división en la sociedad. Dos purpurados conservadores, que no entrarán el 7 de mayo en la Sixtina, pero que sí ejercen de kingmakers del sector ‘oficialista’, alzaron la voz para criticar, directamente el pontificado de Francisco.

El más relevante fue Beniarmino Stella. El cardenal italiano, de 81 años, no es elector, pero su voz es muy considerada entre los cardenales. Cercano colaborador del secretario de Estado Parolin, a quien postula como Papa, acusó a Bergoglio de “haber pasado por alto la larga tradición de la Iglesia” que vincula el poder de gobierno con los órdenes sagrados y de haber “impuesto, en cambio, sus ideas”, al permitir por primera vez que laicos y mujeres puedan tener cargos de gobierno en la curia romana, según la reconstrucción de Elisabetta Piqué en La Nación.

Stella criticó, entre otras cuestiones, el nombramiento de Simona Brambilla como prefecta del dicasterio de Institutos de Vida Consagrada, algo que no sentó muy bien a su pro prefecto, el español Fernández Artime, con quien Brambilla ha colaborado sin ningún problema. También se cargó contra la ‘alcaldesa’ del Vaticano, Raffaella Petrini, en una reunión en la que, paradójicamente, fue el expresidente del Governatorato, Fernando Vérgez, quien habló de la situación económica de la ciudad-Estado. Y es que, por más reformas que se han implementado, las mujeres tampoco pueden entrar en el precónclave.

“Poner orden”

“Hay que volver a poner las cosas en su lugar” fue la idea central del discurso de Stella, que causó cierto malestar entre la mayoría de los cardenales presentes en la sala, que por la mañana habían declarado ante los medios la cordialidad y comunión entre los presentes, y la sensación de que no había “marcha atrás” a las reformas de Francisco.

Y es que el debate, que personajes como Müller, Burke o el estadounidense Timothy Dolan han planteado en público, y purpurados como Stella, Sarah o el chino Joseph Zen en privado, no está tanto en aceptar o no el legado de Bergoglio (mal que les pese a los ultras, no puede haber ruptura formal con el papado anterior), sino en “ordenar la casa” después de un pontificado que algunos tildan de “caótico”.

Una postura en la que están influyendo, desde fuera del cónclave, muchos representantes pontificios. Las nunciaturas, en su mayoría, se inclinan por apoyar a Parolin, algo que está trasvasando las paredes del Aula Pablo VI donde tienen lugar las reuniones precónclave. “Una figura moderada y diplomática”, señalan, en clara referencia al secretario de Estado que, sin embargo, cuenta con poderosas opiniones en contra.

El asunto China

Otro de los cardenales que intervino en la congregación de este miércoles fue Zen, uno de los más contestatarios durante el pontificado de Francisco. El purpurado chino es especialmente crítico con el acuerdo del Vaticano con el Gobierno de ese país para nombrar a las autoridades eclesiales. De hecho, se aprovechó la muerte de Francisco para nombrar dos nuevos obispos, sin que se sepa si ha sido con la conformidad, o no de Roma.

Todo esto convierte a Zen en un hombre poco cercano a Parolin. El chino denunció con dureza el camino sinodal emprendido por la Iglesia mundial, en una línea que muy pocos siguen, pero que tiene algunos puntos que muchos purpurados, poco sensibles a la participación de todos en puestos de responsabilidad, avalarían llegado el caso.

Tanto habló Zen –las intervenciones no debían prolongarse más de cinco minutos, y el prelado emérito superó los 15– que tuvo que ser llamado al orden por el cardenal Giovanni Battista Re, que dirige las reuniones.