Han celebrado una jornada interreligiosa en la que cristianos, musulmanes, greco-católicos, evangelistas y ortodoxos han compartido palabras, explicaciones y oraciones demostrando que el respeto mutuo es la mejor herramienta para construir la concordia
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La silla que hay frente a la mesa de los trabajadores de los servicios sociales se le llama la silla de confidente y no es por casualidad. En la de Floren Alfaro, trabajador social de Villamalea, Albacete, hace unos meses se sentó una joven de origen árabe y en esa confidencia que presta el asiento, le expresó su deseo de entrar en una iglesia.
Al otro lado de la mesa Floren, lejos de sorprenderse, habló con el párroco del municipio, al que le pareció muy lógico que distintas religiones que conviven en un pueblo pequeño se conozcan. Comenzó así un proceso de diálogo entre diversos credos que ha llevado a cinco religiones distintas del municipio a compartir espacios de intercambio común.
La imagen en la que una joven comenta sus inquietudes con un trabajador social es habitual, pero cómo dos comunidades religiosas tan distintas como la cristiana y la islámica tomaron el testigo para hacer, de la necesidad de conocer, una herramienta de cohesión, no es tan habitual.
Cerca del 27 por ciento de la población en Villamalea es extranjera, más de mil personas de un municipio de cuatro mil habitantes. Segundas y terceras generaciones nacidas en este municipio combinan su identidad local con su origen, sobre todo ecuatorianos y marroquíes, que fueron las primeras comunidades en instalarse. Hasta un total de 32 nacionalidades distintas comparten calles y viviendas en este pueblo de tradición agrícola que derriba prejuicios y desmiente titulares “porque lejos de los mensajes de odio que se están poniendo de moda desde hace unos años, Villamalea es un lugar tranquilo, con muy buena convivencia”, apunta Alfaro. Aunque los jóvenes comparten espacios, educación y ocio, hay cierta tendencia a que cada uno termine por relacionarse con su comunidad de origen.
Este trabajador social implicado en crear comunidad recuerda cómo esa joven de origen musulmán, nacida en el hospital de Albacete hace 22 años, le decía: “Me gustaría pasar a la iglesia, pero me da miedo que me digan algo”. Había concentrado, quizá sin pretenderlo, una gran verdad: el desconocimiento te aleja de tus vecinos. “Así que se lo comenté a Javi Cano, cura de la parroquia, y me dijo que estaría encantado de hacer un encuentro”. Después habló con el imán de Villamalea, Abderramán Louizi, y le dijo lo mismo.
Así fue como se organizaron dos encuentros abiertos a todo el mundo para conocer, por un lado, la iglesia y, por el otro, la mezquita. “Con una idea muy cultural y explicativa, para que los interesados supieran cómo es cada templo y qué hay dentro”, Alfaro explica que eso fue en noviembre. “La sorpresa fue que participó mucha gente” y comenta que tras conocer los templos, “musulmanes y cristianos se sorprendían buscando cosas en común entre las dos religiones”.
Al finalizar la visita, el imán invitó a quienes quisieran ver cómo rezaban, y en un área para no interrumpir. Varios vecinos se quedaron. “Fue muy bonito porque al terminar les aplaudieron”, rememora el trabajador social.
Todo el mundo salió tan contento que los participantes decidieron que tenían que buscar una actividad más religiosa, “al fin y al cabo son organizaciones religiosas” y hay muchos valores comunes.
Por ejemplo, todas las comunidades comparten su deseo de paz. Y fruto de estas conversaciones, ellos mismos decidieron invitar a otras religiones del municipio, y así fue como se unieron evangelistas, ortodoxos y greco-católicos y se fijó un día para hacer una jornada interreligiosa donde “cinco mujeres, harían cada una un rezo, una explicación o una lectura de su religión que hablara de la paz”, dice Alfaro.
Hablar de paz desde distintas religiones
Tras buscar un momento idóneo para todos, acordaron que fuese después del Ramadán y durante la Cuaresma, un periodo de preparación de la comunidad cristiana para la Semana Santa. La primera idea fue hacer el encuentro en la mezquita,. Pero, claro, en las mezquitas no está permitido cantar y, de cara a permitir que cada religión se expresase libremente, se decidió hacerlo en otro espacio. Debido a que la comunidad de evangelistas, ortodoxos y greco-católicos no tienen templo, finalmente se apostó por la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación.
Tras una presentación, cinco mujeres representando a las cinco confesiones hablaron sobre la paz. Cada una desde un enfoque distinto, e incluso con una expresión propia. Algunas oraron y otras leyeron explicaciones o textos. Todas, eso sí, compartieron el mensaje de paz, rindiendo homenaje de concordia y diálogo a sus propios textos. Mientras el islam, en el Corán indica: “Dios invita a la morada de la paz y guía a quien Él quiere por un sendero recto” (Sura 10:25); el evangelio reproduce las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).
Zakiya Louzi es el nombre de la chica en la que empezó este proceso de diálogo, hablando desde una silla de confidente, y reconoce que ha sido una experiencia que le ha gustado mucho “y creo que es muy útil porque incluimos más religiones y es que a todos nos une lo mismo: queremos paz”. Pero como joven comprometida con el bienestar en su municipio apunta: “Creo que es muy bueno para el pueblo y más con el auge de odio y discursos que generan enemistades entre religiones”, y por ello concluye que “esto es una gran idea que ayuda a desmentir noticias falsas y contrarresta ese odio”.
Creo que es muy bueno para el pueblo y más con el auge de odio y discursos que generan enemistades entre religiones
Maríya Bila Kryvetska, representante de la religión greco-católica, lleva 26 años en Villamalea, pero siempre se ha sentido integrada. Reconoce “que este encuentro ha sido un acto más”, pero en general ve su religión reconocida y respetada, aunque “vivimos en tiempos muy convulsos”, y si la religión “es el refugio de la gente y una fuente de esperanza, es muy emotivo oír a todo el mundo hablar de respeto, amor y paz”. Aunque Maríya Bila reconoce que este respeto, expresado ahora en este encuentro, en realidad estaba ya en el ambiente, ya que la parroquia ha permitido a la iglesia ucraniana celebrar sus ritos durante más de quince años allí, aunque ahora no celebran misas por “falta de cura greco-católico”.
Encuentro inter religioso en Villamalea (Albacete)
Javier Cano es el párroco de Villamalea y explica que todo ha ido creciendo por el éxito que tuvieron las jornadas entre mezquita e iglesia: “aprendimos mucho y nos conocimos mucho más”. Tras ese acto, “se nos ocurrió una oración por la paz”, explica Cano que con esa idea prepararon el encuentro porque todas las religiones comparten esa necesidad de paz “pero las no religiones también desean un entorno pacífico”. Destaca que fue un acto muy sencillo y apuesta por repetir la experiencia “por lo menos una o dos veces al año”.
“Este encuentro debemos verlo como una oportunidad para crecer”, defiende Maríya Bila, porque “cuando las culturas se encuentran en diálogo, siempre hay nuevas ideas y oportunidades”. Motivo que respalda Zakiya Louzi que apuesta por que haya más encuentros, ya que el clima ha sido muy favorable y los efectos muy positivos para el municipio.
Maríya cree que un tiempo de diálogo tras este tipo de encuentros sería muy constructivo “porque mucha gente se juntaba y hablaba, y quizás podríamos hacer esto en público la próxima vez”, y no descarta que las propuestas de futuro incluyan también aspectos culturales como música, la poesía o el arte.
Javier Cano, párroco católico, destaca la participación: “Se les propuso a todos los grupos y todos aceptaron y quisieron participar”. También coincide con Maríya en que “podría hacerse algunas conferencias, porque hay cosas de otras religiones que aún no conocemos, o hacer jornadas interculturales” y explica que es un camino por el que habría que seguir.
Floren Alfaro, el trabajador social que ha acompañado e impulsado este proceso, indica que lo que se ha hecho es trabajo social comunitario, y aspira a que lo que se ha conseguido gracias a la implicación de los vecinos, y los distintos grupos religiosos no desaparezca.
Las tradiciones nos unen y, aunque hay muchas diferencias, nos enriquecen cuando se dan a conocer
Maríya Bila, greco-católica, afirma que “las tradiciones nos unen y, aunque hay muchas diferencias, nos enriquecen cuando se dan a conocer”, mientras que el trabajador social recuerda que en estos pocos encuentros se cayeron ya algunos mitos: “algunos vecinos reconocieron que se sorprendieron de que hubiera hombres y mujeres en la mezquita”, y por su parte, otros vecinos musulmanes dijeron que en algún momento les hubiese gustado ir a la iglesia por amistad y respeto con algún vecino fallecido. Un problema que Villamalea no volverá a tener.
Pero no solo se derrumbaron mitos, también se abrieron puertas, porque tanto imam como el párroco coincidieron en ofrecer mezquita e iglesia a quienes quisieran saber más, porque conocer es el camino más corto hacia el respeto.
Ahora, Cáritas y los servicios sociales del municipio están trabajando en una propuesta para repetir y ampliar este diálogo religioso y cultural. Porque muchos pueblos de Castilla-La Mancha tienen jóvenes y sillas de confidente; solo hay que escuchar sus palabras y creer en ellos.