Obesidad infantil, cómo tratar una enfermedad que cada vez empieza antes

La obesidad, que aparece cada vez más pronto, precisa un abordaje integral y personal para consolidar hábitos saludables en un futuro

La obesidad es, actualmente, una de las principales amenazas para la salud pública ya que ha ganado relevancia en los últimos años. Lejos de revertir esta situación, los datos señalan justo lo contrario: se prevé que, para el año 2030, unos 3.000 millones de adultos tendrán sobrepeso u obesidad en todo el mundo, unas cifras que suponen aproximadamente el 50% de la población adulta mundial. Son datos del Atlas Mundial de la Obesidad 2025 que se explicarían por una combinación de factores como dietas poco saludables y estilos de vida cada vez más sedentarios. 

En España, la obesidad está presente en uno de cada cinco adultos y uno de cada diez niños o adolescentes, según datos de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).

Estamos frente a un problema que aumenta de manera progresiva y que es una ventana abierta a varias enfermedades como hipertensión, diabetes tipo 2, al menos 13 tipos de cáncer, así como problemas cardiovasculares. Lo peor de todo ello es que se reduce de manera significativa la esperanza de vida y aumenta el número de hospitalizaciones. A todo ello se le suma otra particularidad, nada alentadora, sobre esta enfermedad: la tendencia creciente a una aparición cada vez más temprana.


Mediciones de vientre

Obesidad, cada vez más prematura

Uno de los escenarios que se han evidenciado en los últimos años es que estamos frente a un problema global que empieza a edades cada vez más tempranas. La obesidad empieza antes, en torno a los 20 años, lo que indica que se ha adelantado unos diez años respecto a generaciones anteriores. Así lo alerta la Doctora Clotilde Vázquez, jefa corporativa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de los hospitales del grupo Quirónsalud integrados en el Servicio Madrileño de Salud (Sermas), según la cual si el peso máximo antes se “registraba entre los 54 y 55 años, ahora se sitúa entre los 36 y 40 años”. 

Lo confirma también la Doctora Teresa Montoya Álvarez, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Infanta Elena, que afirma que “las generaciones jóvenes presentan un mayor peso desde la infancia y la adolescencia, reflejo de un entorno cada vez más obesogénico y de hábitos menos saludables”. 

Una situación que precisa de nuevas intervenciones, de la mano de “medidas preventivas y estrategias desde edades muy tempranas”, reconoce la Doctora Vázquez. 

Diagnóstico preciso, el primer paso para tratar la obesidad 

Pero, ¿cómo se traduce todo esto en iniciativas concretas? Las endocrinólogas destacan la importancia de promover entornos más saludables y educar en edades tempranas para frenar el avance de la obesidad. Y, para ello, el Programa de Atención Multidisciplinar para el diagnóstico de la obesidad que ha implementado el Infanta Elena pretende dar un empuje a una evaluación integral de cada persona, desde sus factores metabólicos a los genéticos y estilo de vida. Además de la actividad física, los errores en la alimentación son muy frecuentes. Es urgente suprimir alimentos de gran densidad calórica, procesados o ultraprocesados y aumentar bocadillos, fruta, verdura, legumbres y frutos secos naturales.

Vázquez habla incluso de una “lucha sin cuartel” por parte de los especialistas frente al sedentarismo de los más pequeños, que cada vez es más marcado y prematuro. Las horas de actividad física semanal en el colegio deben formar parte de un estilo de vida que incorpore el ejercicio de manera orgánica. “Hay que disminuir el tiempo con pantallas y reducirlas al mínimo. Hay que caminar, jugar y no parar”, sentencia la facultativa.


Niño consumiendo comida basura

Porque no hay una sola obesidad, no todas las obesidades son iguales y no existe una única causa que pueda conducir a la obesidad. Por tanto, no todas las personas se benefician del mismo abordaje terapéutico. Antes es necesario hacer un diagnóstico preciso de cada persona, teniendo en cuenta todas y cada una de las situaciones, valorar la complejidad de esta enfermedad para conseguir información crucial sobre cómo puede responder la persona a las distintas opciones de tratamiento, como medicamentos o cambios de estilo de vida. 

Detrás de la obesidad no solo hay poca actividad física o una mala alimentación; también deben contemplarse otras particularidades, como un trastorno genético o biológico. Con herramientas como el programa del Infanta Elena los expertos cuentan con tecnología avanzada y evaluación clínica para ofrecer un diagnóstico preciso y, por tanto, facilita diseñar un tratamiento personalizado.

Tratamiento precoz y personalizado de la obesidad

El tratamiento de la obesidad, por tanto, debe ser plural e individualizado para que se reflejen los distintos factores desencadenantes y para poder abarcar de la forma más precisa una enfermedad multifactorial como es la obesidad. Un plan de atención personalizado garantiza, por ejemplo, que se consideren distintos factores como el historial médico, el estilo de vida y el metabolismo. El resultado es un enfoque que conduce a estrategias de gestión y prevención más eficaces.

Pero tampoco sería un tratamiento efectivo sin el componente educativo, que es el que permite a los pacientes aprender a “gestionar su enfermedad de manera autónoma”, afirma Vázquez. El final del camino es conseguir no solo la pérdida de peso sino ayudar al paciente a instaurar y establecer unos hábitos de vida saludables que le permitan mejorar la calidad de vida.