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Hola,
A veces son conversaciones que tengo, que escucho o que me cuentan las que me hacen pensar en reportajes. Cuando me digo «ahí hay un tema», empiezo a darle vueltas. En los últimos años he escuchado muchas quejas/conversaciones/malestares acerca del sexo en parejas heterosexuales de largo plazo. Hombres que se quejan de que ella no le busca o que casi nunca quiere, mujeres que se sienten sobrecargadas, cabreadas porque él no se da cuenta de que ella ya no puede con esto o lo otro, hartas de ocuparse de demasiadas tareas y trabajos, tangibles pero también emocionales.
En esa reproducción de lo que parecía un estereotipo empecé a escuchar más, a buscar debajo. Me dio la sensación de que hay muchos hombres que no entienden qué sucede, y que se ven envueltos en lo que se espera de ellos -que siempre quieran sexo-. Y que hay muchas mujeres que asumen que tienen menos deseo o que sienten que tienen un problema, mientras lidian con dobles y triples jornadas. Es tentador ‘culpar’ a las hormonas, los genes, las diferencias supuestamente inamovibles entre sexos. Pero resulta que en el sexo el contexto lo es casi todo, y pocas veces miramos (con perspectiva de género) a ese contexto.
El ‘clack’ final lo hizo el nuevo libro de la sexóloga Sonia Encinas: ‘El sexo de las madres’ (Roca). Ella lo resume en una frase: “No es que las mujeres tengan menos deseo, es que están hasta el coño”. En una conversación con ella para escribir este reportaje sobre cómo la falta de conciliación perjudica la salud sexual, continuó con esa idea: “Las mujeres tienen mucho deseo, muchos deseos, muchas ilusiones, y cuando les preguntas por aquellas cosas que les dan placer, que les apetecen y necesitan, la mayoría lo tiene claro, pero no tienen espacio ni tiempo”.
La carga mental es una losa, impacta tremendamente en la salud de las madres. Es muy difícil que te nazca el deseo sexual si estás aplastada por esa losa. A muchas mujeres la falta de corresponsabilidad les lleva a separarse, porque para estar diciéndole al otro lo que tiene que hacer pues prefieren no estar en pareja, tener su espacio, custodia compartida y tiempo para ellas
Es difícil que el sexo se dé si vives sobrecargada, con estrés, con ansiedad. Es difícil que mires a tu pareja con deseo si, de alguna manera, se convierte en una tarea más que en un compañero. “Cuando una carga con tareas de más, le queda menos energía disponible para dedicarla al placer en general, entre otras cosas, al sexo. Asumimos más responsabilidades y eso nos hace vivir más rígidas. Y eso influye en cómo colocas a tu pareja, en que dejes de verle como un adulto funcional con el que tienes una relación horizontal para empezar a verle como una tarea más, porque parece que tienes que decirle lo que tiene que hacer. La corresponsabilidad marca cómo te relacionas, si te ves como un equipo o no. Como dicen muchas: si soy tu madre, no me apetece follar contigo”, dice la sexóloga.
Hay quien me ha dicho que el texto le parece un reproche, hacia los hombres, entiendo. No era desde luego la intención. Entiendo que señalar los problemas puede generar incomodidad. No se trata de que unos hagan todo mal y otras todo bien ni de crear ‘bandos’, pero sí de hablar de cómo asuntos cotidianos impactan de lleno en nuestra vida, también sexual, mientras pensamos que no tienen nada que ver. De entender que las desigualdades están relacionadas y que eso del reparto desigual de trabajos y cuidados afecta profundamente a la salud (física, mental, sexual) de las mujeres.
En fin, que el reportaje es más interesante que esto, creo, jeje. Hay más voces que reflexionan en torno a este tema y algunas experiencias que quizá te resuenan. Y para terminar con el tema, unas sugerencias que, de alguna manera, tienen que ver, aunque, eso sí, con estilos muyy diferentes entre sí:
🖥️ Una serie: ‘Wanderlust’. No es actual ni una novedad, tiene seis episodios y va de un matrimonio que aborda su crisis sexual. ¿O no es crisis y es simplemente la vida pasando? Es interesante y también divertida (creo recordar, que hace tiempo que la vi)
📙Un libro: ‘La edad del desconsuelo’, de Jane Smiley (Sexto piso), que tampoco es una novedad pero que es muy buen libro y cuenta la historia de una pareja de treintañeros con hijas… y un episodio inesperado, al menos para un miembro de la pareja.
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Parece que esta semana tendremos nuevo Papa. Juan José Tamayo, que de esto sabe un rato, ha escrito un par de artículos estos días sobre la estructura patriarcal de la Iglesia y el papel del papa Francisco.
Con esto del día de la madre te dejo esta columna publicada en El Salto sobre maternar sola, precaria y sin que se note: “Asistimos a un nuevo modelo de súper madre que es la monomarental, precaria, activista feminista, que hace malabares para que sus criaturas no se enteren de las patrañas que nos rodean sin perder de vista la crianza respetuosa, mientras toma ibuprofeno y, en ocasiones, antidepresivos”.
Se ha hablado muuuucho de la serie ‘Adolescencia’ (yo aún no la he visto). Celia Zafra nos ha escrito un artículo para Micromachismos hablando de la adolesencia de un chaval… pero de verdad, sin series ni ficción. Ella, madre feminista; su hijo, un chico haciéndose mayor en la era de la manosfera.
¿Quiénes son las geógrafas feministas y cómo nos ayudan a entender los lugares que ocupamos en el mundo? Escriben sobre esto en Volcánicas.
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Estos días he descubierto a Ede. Y me ha gustado un montón.
Y nos ‘vemos’ la próxima semana.
Ana