Fumata blanca: la Iglesia católica ha elegido a su nuevo Papa

Sorpresa y algarabía entre la multitud que esperaba en la plaza en la segunda jornada de este cónclave, que se ha resuelto en cuatro votaciones: el nombre se conoce alrededor de una hora y media tras el humo

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La Iglesia ya tiene Papa, aunque de momento no sabemos su nombre. El humo blanco ha asomado de la Capilla Sixtina entre los gritos y aplausos de una plaza de San Pedro abarrotada porco después de las ocho de la tarde.

El decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, había expresado este jueves su deseo de que hoy hubiera ya un nuevo pontífice. “Espero que a mi regreso a Roma esta tarde encuentre ya la fumata blanca, para que sea elegido el Papa que necesita hoy la Iglesia y el mundo”, aseguró Re desde Pompeya, en el sur de Italia. Sus ruegos parecen haber sido escuchados.

“¡Mucha emoción, mucha felicidad!” Grita ante la grabadora una joven brasileña, envuelta en una bandera. “Un Papa brasileño, ¿por qué no?” Dice antes de salir corriendo como puede entre la multitud. Una familia con la bandera filipina la hace hondear a un costado de la columnata de la plaza. Con dos candidatos entre los papables, no pierden la esperanza de ver un Papa de su país.

Un poco más allá, Carolina, colombiana, solo pide “un Papa bueno”. Lo dice con los ojos llenos de lágrimas, mientras intenta evitar que un aluvión de personas la empuje hacia afuera de la fila de quienes intentan atravesar las vallas de la plaza. Un espacio donde muchos parecen curiosos, turistas emocionados por el acontecimiento. Otros se abrazan y aprietan con los dedos crucifijos y otros objetos religiosos al tiempo que se escuchan los acordes de la banda musical que atraviesa San Pedro y ven marchar la Guardia Suiza.

Cónclave corto

La elección del pontífice de la Iglesia católica número 267, que comenzó el este miércoles 7 de mayo, ha culminado en una segunda jornada en la que había previstas cuatro rondas de sufragios. El humo blanco ha aparecido en la chimenea tras la votación número cuatro, como Benedicto XVI, que entró en la Capilla Sixtina como gran favorito, y fue elegido en la cuarta votación. Francisco lo consiguió a la quinta.

Muchos esperaban que este fuera un cónclave corto, dado que los cardenales se han dado tiempo antes del comienzo para conocerse, y se han realizado hasta 12 reuniones previas del Colegio Cardenalicio, aunque era muy difícil que el acuerdo llegara a la primera. Algunos candidatos, en particular el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, habían llegado al cónclave con un buen número de votos.

La particularidad de esta elección es que los cardenales pueden votar a cualquiera de los 133 presentes, incluso a sí mismos. Cada uno de ellos recibe una cartulina roja que sirve como apoyo y una blanca en la que escribe con letra legible el apellido de quien considera que debe ser el próximo Papa. Todos se colocan en una urna y se cuentan luego uno a uno. El escrutinio se apunta en unas planillas en las que figuran los nombres de todos.

La fumata blanca ha asomado por la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina por la combustión de las papeletas y un químico especial. Unos minutos después llega la confirmación sonora: tañen las campanas de San Pedro, y tras ellas las del resto de iglesias de la ciudad de Roma. Más tarde, una hora y media desde la fumata blanca, se anuncia quién es el nuevo Papa.

El cardenal debe aceptar el encargo de sus compañeros. Se le pregunta ¿Aceptas la elección? “Acceptasne electionem”. En caso afirmativo, dice qué nombre utilizará como Papa. Entonces pasa a la llamada Sala de las Lágrimas, la sacristía de la Capilla Sixtina. Allí se le viste con las ropas papales, que se prepara en tres tallas para encajar con la complexión del nuevo pontífice.